Dos d¨¦cadas de violencia para no salir del agujero en Afganist¨¢n
Inseguridad, pobreza y corrupci¨®n ahogan las esperanzas y t¨ªmidos avances generados tras la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n
¡°Afganist¨¢n nunca ser¨¢ Suiza¡±, advert¨ªa en Kabul un asesor pol¨ªtico de la ONU tras derrocar el r¨¦gimen talib¨¢n en noviembre de 2001. A pesar del car¨¢cter monta?oso y sin salida al mar de ambos pa¨ªses, las diferencias de desarrollo humano y econ¨®mico eran enormes; tambi¨¦n de vecindario. Dieciocho a?os despu¨¦s y a pesar del bill¨®n de d¨®lares (910.000 millones de euros) gastado por EE UU, el que ya era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo sigue sin salir del agujero y desangrado por la guerra.
Durante un viaje por carretera (o lo que quedaba de ella) desde Kabul a Herat, pasando por Kandahar, y luego hasta Mazar-i Sharif durante el verano de 2002, esta corresponsal pudo percibir las esperanzas que gener¨® la intervenci¨®n. El entusiasmo era mayor en las ciudades que en el campo (donde a¨²n vive el 70% de los afganos) y en el norte (donde se concentran las minor¨ªas tayika, uzbeka y hazara) que en el sur (feudo de los pastunes de los que salieron los talibanes). Pero hab¨ªa desparecido el miedo que se percib¨ªa un a?o antes, a¨²n bajo el r¨¦gimen talib¨¢n, y que desplaz¨® a varios millones de refugiados a los vecinos Ir¨¢n y Pakist¨¢n.
?C¨®mo se dilapid¨® aquella energ¨ªa inicial? Sin duda las expectativas fueron demasiado altas. Tambi¨¦n se cometieron grandes errores. La corrupci¨®n que hoy se se?ala como algo end¨¦mico fue alentada por las bolsas de dinero con las que la CIA busc¨® comprar la ayuda de gerifaltes locales para detener a los miembros de Al Qaeda (responsables del 11-S). Adem¨¢s, EE UU enseguida dej¨® claro que no iba a dedicarse a ¡°construir naci¨®n¡± (nation-building). Hay quien fija el inicio del desastre el d¨ªa que decidi¨® invadir Irak y dej¨® Afganist¨¢n en segundo plano. Otros opinan que fue la retirada del grueso de las tropas extranjeras al concluir el mandato de la ONU, a finales de 2014, lo que dio alas a los talibanes.
Ese movimiento pol¨ªtico-militar, principal grupo insurgente afgano, nunca desapareci¨® del terreno porque es parte de ¨¦l, y ha explotado en su inter¨¦s los fallos de los ocupantes y las fuerzas locales a las que apoyaban. Desde los bombardeos de civiles hasta la insuficiente atenci¨®n de los sucesivos Gobiernos a necesidades clave como sanidad, educaci¨®n, agricultura o reconstrucci¨®n. Tampoco han ayudado los vecinos, que han buscado sus intereses propios a trav¨¦s de alianzas con grupos ¨¦tnicos afines, ahondando la brecha sectaria. Particularmente grave viene siendo la connivencia de los servicios secretos paquistan¨ªes con los talibanes.
Por supuesto que ha habido avances sociales y de desarrollo. El reconocimiento de los derechos de las mujeres y la escolarizaci¨®n de nueve millones de ni?os no son irrelevantes. Pero resultan fr¨¢giles en ausencia de seguridad. A¨²n hay 3,7 millones ni?os (2,7 millones ni?as) fuera de las aulas. Y lo que es m¨¢s grave, su n¨²mero est¨¢ aumentando por primera vez desde 2002. La inseguridad y la pobreza son responsables. M¨¢s de la mitad de los 35,5 millones de afganos sobreviven con menos de un euro al d¨ªa y, a menudo, bajo los combates entre insurgentes y fuerzas gubernamentales.
En esas circunstancias, lo llamativo no es que s¨®lo un 20 % haya votado en las ¨²ltimas elecciones presidenciales, sino que a¨²n haya afganos con agallas para acercarse a las urnas. Que en v¨ªsperas de esos comicios EE UU decidiera cancelar ¡°la primera negociaci¨®n [de paz] sustanciosa en una generaci¨®n¡± ha sido el ¨²ltimo golpe sobre una naci¨®n que sin ser Suiza tampoco quiere seguir en guerra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.