La victoria moral de los ¡®chalecos amarillos¡¯
Un a?o despu¨¦s de estallar la movilizaci¨®n en Francia, el impacto es permanente pese a su menguada capacidad de convocatoria y una imagen empa?ada por la violencia
Un a?o despu¨¦s de estallar la revuelta, los chalecos amarillos apenas son capaces de reunir unos miles de personas cada fin de semana y sus cabezas visibles se han desacreditado con declaraciones conspiracionistas y extempor¨¢neas. Fracasaron sus candidaturas en las elecciones europeas, y la violencia ha empa?ado su imagen entre una parte de la poblaci¨®n. Sus reivindicaciones m¨¢s ambiciosas est¨¢n lejos de realizarse.
Hoy podr¨ªa parecer que lo que empez¨® el 17 de noviembre de 2018 con bloqueos de carreteras en los extrarradios y manifestaciones en los centros urbanos es historia, que Francia ha pasado p¨¢gina. Y, sin embargo, los chalecos amarillos ¡ªla Francia de las clases medias empobrecidas y de las ciudades y pueblos de provincias alejados y despreciados por las metr¨®polis globalizadas¡ª pueden presentarse como los vencedores morales de una batalla que no ha terminado.
No solo lograron, en las primeras semanas de sus reivindicaciones, que el presidente Emmanuel Macron diese marcha atr¨¢s en la medida que hab¨ªa encendido la mecha: el aumento del precio del di¨¦sel. Su ¨¦xito va m¨¢s all¨¢ incluso de los 17.000 millones de euros gastados en medidas para aumentar el poder adquisitivo de los franceses, o de la celebraci¨®n de un ¡°gran debate nacional¡± destinado a escuchar los agravios de los ciudadanos. Y es un ¨¦xito de mayor calado que el que supone ver c¨®mo su m¨¢ximo adversario se deshace en muestras de empat¨ªa y humildad ante quienes quer¨ªan derrocarlo por las buenas o por las malas. ¡°En cierta manera, los chalecos amarillos fueron muy buenos para m¨ª, porque me recordaron lo que yo tendr¨ªa que ser¡±, declar¨® en septiembre Macron a la revista Time.
El ¨¦xito de los chalecos amarillos es haber hecho visible un pa¨ªs poco visible: sintetizando mucho, porque es un movimiento complejo y heterog¨¦neo, el de la clase trabajadora blanca, los perdedores de la globalizaci¨®n. Y es haber transformado algunas estructuras de la sociedad y la pol¨ªtica francesas.
Dominique Reyni¨¦, director del laboratorio de ideas Fondapol, cree que el movimiento traduce una crisis de fondo. ¡°Ya nadie es capaz de anticipar, expresar, ni regular los conflictos sociales por medio de las organizaciones cl¨¢sicas como los sindicatos o los partidos¡±, dice. ¡°En una sociedad francesa que afronta m¨²ltiples interrogantes, vinculados como en toda Europa a la demograf¨ªa, a la distribuci¨®n de las riquezas, al acceso a los servicios o a la presi¨®n fiscal, se expresan descontentos sin mediaci¨®n sindical ni pol¨ªtica. Este fen¨®meno ha producido los chalecos amarillos, e inevitablemente se reproducir¨¢. Los chalecos amarillos no han terminado. Pueden volver, llam¨¢ndose chalecos amarillos o de otra manera¡±.
El cambio casi tect¨®nico no oculta los avances tangibles para el movimiento. ¡°Siendo espont¨¢neos, sin organizaci¨®n, sin programa y sin estructura, han conseguido lo que los sindicatos y los partidos no consiguen. Forzaron la agenda pol¨ªtica y medi¨¢tica¡±, recuerda Reyni¨¦. La rectificaci¨®n del Gobierno con la subida del carburante y la flexibilizaci¨®n de la reducci¨®n a 80 kil¨®metros por hora de la velocidad m¨¢xima en las carreteras ¡ªotra medida pol¨¦mica¡ª ¡°parecen un detalle, pero no lo son¡±, apunta el polit¨®logo. ¡°Porque afectan a las dos grandes modalidades de gobierno en Francia: la fiscalidad y la reglamentaci¨®n. Es grave porque inhibe al Estado franc¨¦s en su acci¨®n¡±, avisa.
¡°Es importante no analizar la cuesti¨®n de su victoria con indicadores tecnocr¨¢ticos. Por ejemplo, si han obtenido 10.000 o 15.000 millones de euros o si han aumentado sus pensiones de jubilaci¨®n¡±, opina el ge¨®grafo Christophe Guilluy, que lleva m¨¢s de una d¨¦cada analizando lo que ¨¦l llam¨® la Francia perif¨¦rica, la de los chalecos amarillos. ¡°Esta divisi¨®n es a corto plazo y hay que mirar el largo plazo. Y a largo plazo, ya no se podr¨¢ hacer ver que estas categor¨ªas [socioecon¨®micas] no existiesen¡±, a?ade.
La violencia de los chalecos amarillos y la contundencia policial marcan el balance: 3.100 manifestantes condenados en un a?o, 600 de ellos a penas de prisi¨®n; 474 gendarmes, 1.268 polic¨ªas y 2.448 manifestantes heridos. Es posible que este s¨¢bado, para celebrar el primer aniversario, salgan miles a las calles y se repitan los altercados. Pero, un a?o despu¨¦s, las protestas mutan, y el malestar se expresa en los hospitales o los transportes p¨²blicos, o en el rechazo a la reforma de las pensiones. El Gobierno franc¨¦s teme que en la manifestaci¨®n convocada el 5 de diciembre contra esta reforma confluyan las reivindicaciones.
Guilluy no cree que se pueda dar por finiquitado el movimiento. ¡°Contin¨²a, bajo una forma y otra, ya se ver¨¢ cu¨¢l¡±, responde. ¡°Hay que verlo no ¨²nicamente como un movimiento social, sino cultural y existencial¡±. El ge¨®grafo, autor entre otros de No society. El fin de la clase media occidental (Taurus, 2019), cree que la victoria de los chalecos amarillos es ¡°cultural¡± respecto a ¡°esta Francia de arriba, burguesa, de las ¨¦lites¡±. ¡°Ha surgido un bloque que hab¨ªa desparecido¡±, resume. ¡°Y Macron ha entendido perfectamente lo que tiene ante los ojos. Ya no puede hacer ver como si esta gente no existiese¡±.
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