La par¨¢lisis del coronavirus amenaza con contagiar la paz en Colombia
Las limitaciones presupuestarias que ha enfrentado la aplicaci¨®n del pacto en el Gobierno de Iv¨¢n Duque pueden profundizarse por cuenta de la pandemia
A Colombia le ha costado doblar la p¨¢gina de m¨¢s de medio siglo de conflicto armado. La pandemia que sacude al mundo puede ralentizar la implementaci¨®n en marcha de un acuerdo de paz arduamente negociado que, sin embargo, a¨²n agita el debate p¨²blico. A pesar de que fue elegido con el apoyo de los sectores que se opusieron a los di¨¢logos de La Habana, al presidente Iv¨¢n Duque le corresponde cumplir un pacto que ha contado con un robusto respaldo de la comunidad internacional. Ahora, a los formidables obst¨¢culos que ha enfrentado la construcci¨®n de paz se suma una in¨¦dita emergencia sanitaria de incierto desenlace.
Adem¨¢s del desarme de la extinta guerrilla de las FARC ¨Cconvertida en un partido pol¨ªtico¨C, el pacto aspira a transformar los territorios m¨¢s golpeados por la guerra, as¨ª como cerrar las brechas hist¨®ricas entre el campo y la ciudad. La implementaci¨®n puede perder tracci¨®n, con demoras y rezagos en su desarrollo, advierte el an¨¢lisis de la Fundaci¨®n Ideas para la Paz (FIP). Las restricciones a la movilidad y el aislamiento por cuenta de la emergencia sanitaria plantean un escenario complejo que no solo impactar¨¢ la ejecuci¨®n de las obras de peque?a infraestructura y la provisi¨®n de bienes y servicios en los territorios, sino tambi¨¦n proyectos de mayor envergadura. Las limitaciones presupuestales a las que se ha enfrentado la implementaci¨®n ¡°podr¨ªan profundizarse como resultado de la reorientaci¨®n de recursos para responder a la pandemia¡±, alerta.
El Gobierno, permanentemente cuestionado sobre su grado real de compromiso, ha prometido seguir avanzando en esas regiones afectadas por la violencia. ¡°Seguimos trabajando para proteger, cuidar, indemnizar, reparar a nuestras v¨ªctimas¡±, ha declarado Emilio Archila, consejero presidencial para la Consolidaci¨®n (antes posconflicto). Desde el principio, su oficina se ha movilizado para garantizar la atenci¨®n en salud, alimentos y apoyo econ¨®mico a los excombatientes durante la cuarentena nacional extendida, en principio, hasta el pr¨®ximo 26 de abril. Especialmente a los cerca de 3.000 que a¨²n viven en los antiguos Espacios Territoriales de Capacitaci¨®n y Reincoporaci¨®n (ETCR), varios de los cuales se encuentran en lugares apartados de dif¨ªcil acceso. Algunas instancias, como el consejo de reincorporaci¨®n, han conseguido funcionar virtualmente.
Pero los desaf¨ªos persisten. Para empezar, en su m¨¢s reciente informe sobre la misi¨®n de verificaci¨®n en Colombia, el secretario general de la ONU subraya que m¨¢s de 9.400 excombatientes viven fuera de los antiguos ETCR. ¡°El proceso de reincorporaci¨®n solo tendr¨¢ ¨¦xito si todos y cada uno de los excombatientes que siguen comprometidos con el proceso de paz reciben oportunidades, protecci¨®n y seguridad, independientemente del lugar donde viven¡±, apunta el informe. Hay un creciente reclamo para que les presten m¨¢s atenci¨®n.
Para enero, m¨¢s de la mitad de los excombatientes no se encontraban vinculados a un proyecto productivo, de acuerdo con la congresista Juanita Goebertus, quien trabaj¨® con el equipo del anterior Gobierno durante las negociaciones y hace un juicioso seguimiento de la implementaci¨®n. ¡°Con un agravante¡±, advierte, ¡°el Gobierno Duque viene potenciando los proyectos individuales y no los colectivos¡±, como era el esp¨ªritu del acuerdo.
¡°Si quienes defendemos el acuerdo de paz ten¨ªamos un reto de no caer en la irrelevancia antes de la pandemia, esto supone multiplicar exponencialmente ese reto¡±, alerta Goebertus. Enfatiza que la brecha entre el campo y las ciudades que el pacto busca resolver est¨¢ m¨¢s viva que nunca, con los riesgos que implica en esta coyuntura. ¡°Si bien es en las conglomeraciones urbanas donde hoy est¨¢ creciendo m¨¢s la pandemia en Colombia, si llegase a esas zonas alejadas el sistema de salud no tiene c¨®mo responder¡±, subraya. ¡°Si como resultado de esta pandemia los recursos se concentran en las zonas urbanas y no tienen en cuenta esa brecha, estaremos destinados a repetir que una nueva emergencia ¨Co m¨¢s grave a¨²n, la continuaci¨®n de violencias¨C nos coja con semejante baja capacidad institucional a nivel rural¡±.
A¨²n falta el 40 por ciento de la normativa requerida para la implementaci¨®n del acuerdo, seg¨²n el informe La paz en emergencia, un recuento de un grupo de congresistas de diversos partidos. Algunas viejas amenazas se mantienen incluso en la cuarentena, como el incesante asesinato de l¨ªderes sociales ¨C34 en 2020¨C y excombatientes que firmaron la paz ¨C22 en lo que va del a?o, de acuerdo con legisladores del partido FARC¨C. A ellas se suman nuevos obst¨¢culos. El embate econ¨®mico del coronavirus se sentir¨¢ en los ETCR que han apostado por proyectos tur¨ªsticos, como Miravalle (Caquet¨¢) o Pondores (Guajira), por ejemplo.
¡°Donde vemos nubarrones m¨¢s grandes es en las zonas donde hay concurrencia con el problema de cultivos il¨ªcitos, porque el programa de sustituci¨®n ven¨ªa con rezagos y en simultanea el Gobierno va a continuar con su estrategia de erradicaci¨®n forzada¡±, apunta Mar¨ªa Victoria Llorente, directora de la FIP. ¡°Esta agenda de paz tiene que seguir siendo una prioridad, y se va a volver una urgencia una vez salgamos de esta emergencia¡±, se?ala.
En los apartados de la justicia y la memoria, el pa¨ªs ha podido asomarse a una verdad tan dolorosa como reparadora, con avances como las exhumaciones de presuntas v¨ªctimas de ejecuciones extrajudiciales en Dabeiba, Antioquia, a principios de a?o. Ese proceso tambi¨¦n ha perdido impulso con las medidas de aislamiento social, pues tanto la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) como las dem¨¢s entidades agrupadas en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparaci¨®n y No Repetici¨®n tuvieron que suspender las diligencias presenciales y eventos p¨²blicos. La Comisi¨®n de la Verdad, que debe entregar su informe final en a?o y medio, modific¨® su cronograma para privilegiar el estudio documental en lugar de los di¨¢logos y encuentros que ven¨ªa organizando en distintas regiones. Su trabajo de campo incluye recoger testimonios en rec¨®nditas veredas y resguardos ind¨ªgenas. La Unidad de B¨²squeda de personas desaparecidas, por su parte, advirti¨® que el manejo de los cuerpos por la Covid-19 debe ser cuidadoso para no poner en riesgo la preservaci¨®n de los miles de restos sin identificar que permanecen en cementerios del pa¨ªs.
Inspirado en el principio de ampliar la democracia colombiana, el acuerdo de paz tambi¨¦n tiene un importante componente de participaci¨®n pol¨ªtica. La prohibici¨®n de aglomeraciones para evitar la propagaci¨®n de la Covid-19 no solo ha impedido que se re¨²nan las plenarias del Congreso, tambi¨¦n ha trastocado las agendas de varios partidos, incluyendo a la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Com¨²n, surgida de los acuerdos. La FARC, en medio de divisiones internas, tambi¨¦n ha tenido que enfrentar los cantos de sirena de las disidencias que se apartaron del camino de la paz, como la encabezada por Iv¨¢n M¨¢rquez, el jefe negociador de la extinta guerrilla que decidi¨® retomar las armas junto a un grupo de excomandantes.
Haber conservado las siglas de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ha sido un lastre electoral para el nuevo partido, que tiene diez esca?os garantizados por dos per¨ªodos. Hab¨ªa enormes expectativas en torno a su Asamblea Nacional, convocada originalmente para el 16, 17, 18 y 19 de abril. All¨ª se iba a debatir un cambio de nombre, en un encuentro que era tambi¨¦n una prueba de fuego para el liderazgo de Rodrigo Londo?o, Timochenko. Sin embargo, con motivo de la emergencia, la direcci¨®n de la FARC decidi¨® aplazar su segunda reuni¨®n ¡°hasta tanto sea superada esta situaci¨®n¡±. Nadie se atreve a ponerle una fecha.
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