Agredido por ser homosexual en la UE del siglo XXI
Una paliza a un escritor por su orientaci¨®n sexual en Dubl¨ªn recuerda que los avances legislativos no disipan de por s¨ª siglos de intolerancia
A las cinco y media de la tarde del pasado s¨¢bado 1 de febrero, Gavin McCrea sali¨® de la biblioteca del University College de Dubl¨ªn, dejando a su espalda un destello de luminosa felicidad y emprendiendo camino, sin saberlo, rumbo a una oscura brutalidad que viene de lejos y sigue golpeando en la Uni¨®n Europea del siglo XXI.
A las cuatro de la tarde, en la biblioteca, McCrea ¡ªescritor irland¨¦s de 42 a?os¡ª hab¨ªa ultimado la revisi¨®n de su segunda novela y la hab¨ªa enviado v¨ªa e-mail a su editor londinense, culminando cinco a?os de trabajo. Feliz, hab¨ªa comprado billetes para un viaje de celebraci¨®n a Berl¨ªn.
A las 17.45, mientras andaba a orillas del r¨ªo Dodder en un barrio relativamente acomodado de la zona sur de Dubl¨ªn y conversaba telef¨®nicamente acerca del futuro viaje, se top¨® con un grupo de seis adolescentes menores de edad, aparentemente de entre 12 y 14 a?os. Le arrojaron guijarros; le insultaron ¡ª¡°faggot!¡± (¡°?maric¨®n!)¡ª; se acercaron desde atr¨¢s y le empujaron. McCrea es un hombre que mide 1,86 metros. Se encar¨® con ellos, les reclam¨® que le dejaran en paz, y tambi¨¦n gracias al tr¨¢nsito de coches en esa zona, se fueron. Debido a lo j¨®venes que eran, McCrea no dio mayor importancia al asunto y prosigui¨® su camino.
Quince minutos despu¨¦s, el mismo grupo le atac¨® por la espalda en una zona oscura del paseo que bordea el r¨ªo, le empujaron al suelo y le golpearon repetidamente la cara con patadas y pu?etazos. Le rompieron la nariz ¡ªque sangr¨® durante cuatro horas¡ª y un p¨®mulo.
Seg¨²n la detallada descripci¨®n que envi¨® McCrea v¨ªa e-mail a La Br¨²jula Europea, los chavales no estaban borrachos, no ten¨ªan acento de las zonas m¨¢s deprimidas de la ciudad, no le robaron nada ni le golpearon en el cuerpo. Solo quer¨ªan partirle la cara por homofobia.
El episodio permite varias consideraciones. En primer lugar, que los esenciales avances en materia legislativa contra la discriminaci¨®n no disuelven de por s¨ª siglos de intolerancia. Irlanda, que celebra hoy elecciones generales, ha dado notables pasos en adelante en los ¨²ltimos a?os, incluida la aprobaci¨®n del matrimonio gay por refer¨¦ndum en 2015 con una mayor¨ªa del 62%. Un desarrollo probablemente inconcebible hace tres d¨¦cadas. Sin embargo, una encuesta realizada en 2019 en ese pa¨ªs por la Universidad de Columbia, Nueva York, y la organizaci¨®n Belong To se?alaba que un 73% de los estudiantes irlandeses LGTBI encuestados (unos 800) se siente inseguro en las escuelas, que un 77% sufre acoso verbal y un 11% agresiones f¨ªsicas.
Estos datos y la joven edad de los agresores de McCrea recuerdan la importancia de que los centros educativos contribuyan a erradicar at¨¢vicos prejuicios de los que brota a menudo discriminaci¨®n o violencia. Este es el trascendental quid de la cuesti¨®n que subyace debajo de la maniobra de Vox y el PP espa?ol con el veto parental: la erosi¨®n de importantes instrumentos de lucha contra una intolerancia vigente.
A escala europea, la ¨²ltima macroencuesta de la agencia de la UE para los derechos fundamentales, hecha en 2012, apunta que un 47% de los LGTBI encuestados (93.000 personas) se sinti¨® discriminado o acosado por su orientaci¨®n sexual en el a?o previo a la encuesta; y que un 6% ha sufrido incidentes de ¨ªndole violenta por ese motivo, o bien ataques f¨ªsicos (un tercio de los casos) o amenaza de violencia (dos tercios), tambi¨¦n solo en los 12 meses previos. Los datos son especialmente malos en el Este de Europa.
Tan solo la jornada de este viernes ofrec¨ªa m¨²ltiples muestras de los motivos de esperanza e inquietud en esta materia en Europa. En Croacia, la Corte Constitucional se pronunci¨® favorablemente en el reconocimiento de derechos adoptivos de parejas homosexuales. La agencia Reuters, en cambio, informaba de la iniciativa de un artista polaco, Bartosz Staszewski, que ha lanzado un proyecto para denunciar la praxis de decenas de municipalidades de ese pa¨ªs que se han declarado "zona-libre de ideolog¨ªa LGTBI". En Chechenia, por ¨²ltimo, una periodista que denunci¨® el brutal acoso al que est¨¢n sometidos los homosexuales en ese territorio ruso, Yelena Milashina, fue sometida a una paliza en el lobby de un hotel en Grozni.
Las medidas legales y judiciales, junto con el activismo inteligente, han logrado importantes avances. Pero queda mucho por hacer, y el reflujo nacionalista que buena parte de Europa vive como respuesta a los desaf¨ªos de la globalizaci¨®n esconde insidias. El apego a valores conservadores como soluci¨®n para los retos de nuestro tiempo es sin duda ninguna una elecci¨®n igual de noble y leg¨ªtima que las opciones progresistas. No es admisible sin embargo que ese apego ampare con la ambig¨¹edad ¡ªcon fines partidistas¡ª instintos infames como lo homofobia o la xenofobia, procedentes de un pasado oscuro y todav¨ªa instalados en el cuerpo de Europa, como tuvo modo de comprobar McCrea. ?l seguir¨¢ escribiendo y construyendo. Entre todos, hay que lograr que agresores como esos chavales dejen la senda de la destrucci¨®n.
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