Sigrid Kaag: una diplom¨¢tica irrumpe en el duelo electoral holand¨¦s
La actual ministra de Comercio Exterior se abre paso en la cita con las urnas que celebra este mi¨¦rcoles Pa¨ªses Bajos


Hay dos pol¨ªticos holandeses que se han hecho un hueco a escala internacional y que mantienen un duelo desde hace tiempo en Pa¨ªses Bajos: Mark Rutte, primer ministro en funciones, liberal de derecha, y Geert Wilders, l¨ªder de la ultraderecha. El primero, que aspira a su cuarto mandato desde 2010, se ha ganado fama por su capacidad de resistencia. El otro se ha convertido en el hombre m¨¢s amenazado y protegido del pa¨ªs por su rechazo al islam y a la inmigraci¨®n. Pero si no fuera por esto y porque la pandemia lo ha condicionado todo, en la campa?a electoral para las elecciones de este mi¨¦rcoles habr¨ªa sonado con mayor fuerza el nombre de Sigrid Kaag (Rijswijk, 59 a?os). Liberal de izquierda, diplom¨¢tica, ministra en funciones de Comercio Exterior y Cooperaci¨®n para el Desarrollo y candidata de su partido, (D66, en sus siglas en neerland¨¦s) ha sido la ¨²nica capaz de hablar de tolerancia, el nervio nacional por excelencia.
Y ha dicho lo que casi nadie quiere o¨ªr: que la palabra tolerancia es m¨¢s superficial de lo que parece y que abre la puerta al populismo. Tambi¨¦n ha asegurado que el compromiso, el pacto, en lenguaje llano, no puede eludir la toma de decisiones dif¨ªciles porque el consenso no puede ser a la baja. D66 ha ido subiendo en intenci¨®n de voto en los sondeos, y el tono de Kaag ¡ªalejado del gestor para todo, como Rutte, o del siempre airado Wilders¡ª ha ganado enteros sin perder su personalidad por el camino.
La biograf¨ªa profesional de Sigrid Kaag est¨¢ llena de cargos relevantes. Ha representado en Jerusal¨¦n a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Pr¨®ximo, y trabajado en Ginebra para la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones. Ha sido asesora s¨¦nior de la ONU y directora general regional de UNICEF para Oriente Pr¨®ximo y el Norte de ?frica, adem¨¢s de directora de la Oficina de Relaciones Exteriores del Programa de la ONU para el Desarrollo y coordinadora especial de la organizaci¨®n para L¨ªbano.
A pesar de esta trayectoria, su rostro lleg¨® al gran p¨²blico en enero de 2014, cuando fue nombrada coordinadora de la misi¨®n conjunta de la Organizaci¨®n para la Prohibici¨®n de las Armas Qu¨ªmicas (OPAQ) y Naciones Unidas para eliminar el arsenal sirio. En un mundo dominado por militares y por hombres, en medio de grupos rebeldes y terroristas, se gan¨® el apelativo de Dama de Hierro. Se lo pusieron los ch¨®feres de Siria que la llevaban cuando llegaba procedente de Mosc¨², Nueva York y Damasco, seg¨²n explic¨® en 2020 a la revista holandesa Vrij Nederland. Kaag habla seis idiomas, entre ellos ¨¢rabe y espa?ol, y sus informes reflejaban las posturas de todas las partes, algo muy apreciado por sus jefes de entonces.
?Le ha beneficiado su experiencia internacional en la carrera hacia La Torrecita, el despacho del primer ministro en el Parlamento, en La Haya, que tiene esa forma? En cualquier otro pa¨ªs, la respuesta ser¨ªa s¨ª. Se la ver¨ªa como una pol¨ªtica muy preparada que ha hecho trizas varios techos de cristal y ha sabido mantener dos rasgos esenciales: su identidad y la privacidad familiar de una madre de cuatro hijos, casada con un dentista y diplom¨¢tico palestino.
En Pa¨ªses Bajos, sin embargo, la larga ausencia de Kaag de la escena pol¨ªtica nacional le ha obligado a subrayar que es tan holandesa como la que m¨¢s, y que su deseo es estar en su pa¨ªs. Este tipo de recelos no son nuevos para ella. Su matrimonio con un musulm¨¢n, siendo ella cat¨®lica, y la casa de ambos en Jerusal¨¦n Este le han llevado a explicar que sus hijos estudian en Pa¨ªses Bajos y que ¡°ninguna mujer debe ser cuestionada por el origen o empleo de su marido¡±. Su curr¨ªculo tambi¨¦n le ha valido comentarios sobre si no ser¨¢ demasiado elitista para entender los problemas del ciudadano medio. Pero ella insiste en que en su familia hay panaderos y peluqueros, que estudi¨® con becas, y que cuando era menor de edad estuvo en acogida porque su madre cay¨® en coma y luego tuvo que hacer una larga rehabilitaci¨®n, y su padre estaba enfermo. Y sobre todo, que su labor de alta funcionaria de la ONU implic¨® tomar decisiones en circunstancias adversas. Justo lo que se espera de un primer ministro.
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