La ¡°revoluci¨®n molecular disipada¡±, la ¨²ltima estrategia de ?lvaro Uribe
El expresidente de Colombia cita el concepto de un entom¨®logo chileno de extrema derecha que analistas consideran un instrumento para justificar la violencia policial contra los manifestantes
Pocas personas saben aprovecharse del lenguaje pol¨ªtico como lo hace ?lvaro Uribe V¨¦lez. El expresidente colombiano fue el gran promotor internacional del concepto ¡°castrochavismo¡±, que con los a?os se export¨® a elecciones fuera de su pa¨ªs, desde Chile a Estados Unidos; o de la supuesta ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±, un concepto inventado por instituciones religiosas que us¨® para oponerse al proceso de paz en 2016, como si los acuerdos hubieran representado una amenaza para la familia y los roles tradicionales de g¨¦nero. Dos de varios conceptos maniqueos, pero muy ¨²tiles pol¨ªticamente que Uribe ha explotado desde su presidencia, primero y desde su puesto de senador, despu¨¦s, (2002-2010) para polarizar el debate pol¨ªtico: le han servido para englobar a personas y manifestaciones que disienten con sus ideas como enemigos¡ªuna forma de eliminar sus matices y ponerles un nombre para crear una amenaza¡ª, y a aquellos que lo apoyan como patriotas que defienden la naci¨®n de esos enemigos. A este poderoso l¨¦xico lleg¨®, en medio de las protestas de miles de personas contra el Gobierno de Iv¨¢n Duque, un nuevo y extra?o ejemplar: el de la ¡°revoluci¨®n molecular disipada¡±.
¡°Resistir Revoluci¨®n Molecular Disipada: impide normalidad, escala y copa¡±, escribi¨® el 3 de mayo en Twitter, como un mensaje en forma de c¨®digo secreto. El pa¨ªs inmediatamente empez¨® a intentar descifrar el cr¨ªptico concepto. ¡°?Quiere hablar de revoluci¨®n molecular o quiere hablar de nacionalsocialismo?¡±, pregunt¨® desafiante el promotor del concepto actualmente en Colombia, el chileno Alexis L¨®pez, en una entrevista a una radio colombiana. Se?alado en Chile como neonazi en el 2000, L¨®pez es un entom¨®logo de extrema derecha que no habla de Pinochet como un dictador, sino como el hombre que impidi¨® ¡°que cay¨¦ramos en un Estado totalitario de car¨¢cter socialista¡±. Autor de art¨ªculos como ?Cu¨¢ntos Soviets hay en Chile? o Estudiantes o violentistas: ?no son los mismos?, no es una voz que se tome seriamente al sur del continente.
Gabriel Gaspar, acad¨¦mico y experto en temas de Defensa en Chile, asegura que ¡°L¨®pez no es una persona conocida en la comunidad de Defensa y, por lo tanto, su obra tampoco es estudiada¡±. ¡°No es profesor de ninguna de las academias y los antecedentes lo vinculan a c¨ªrculos neonazis¡±, agrega Gaspar, que fue subsecretario de Guerra y de las Fuerzas Armadas del Ministerio chileno de Defensa. Al consultarle sobre la teor¨ªa ¡°revoluci¨®n molecular disipada¡± de L¨®pez que fue citada por el expresidente Uribe, es categ¨®rico: ¡°Ni siquiera la conozco¡±. En el Partido Republicano de Jos¨¦ Antonio Kast, que se encuentra en el extremo derecho del arco pol¨ªtico chileno, asegura a EL PA?S: ¡°No tenemos ning¨²n v¨ªnculo formal ni informal con el se?or Alexis L¨®pez. No es militante ni tiene relaci¨®n alguna con el Partido Republicano¡±.
Sin embargo, L¨®pez ha sido invitado en dos ocasiones a dar c¨¢tedra a militares colombianos. ¡°Lo que llamamos izquierda es m¨¢s grande de lo que habitualmente quiere verse¡±, le dijo a un grupo de militares en uno de esos dos eventos. Para L¨®pez, las protestas ciudadanas pueden ser interpretadas como movimientos de guerrillas urbanas desarticuladas que combaten ¡°molecularmente al sistema para imponer su propia dominaci¨®n¡±. M¨¢s que tomarse el poder quieren desestabilizarlo, generar caos, sin importar ¡°las realidades materiales¡± del pa¨ªs. En una diapositiva de su presentaci¨®n, L¨®pez hace una cronolog¨ªa de estos movimientos que saltan de las FARC y ETA al Ej¨¦rcito Zapatista o al movimiento espa?ol Podemos. Una mirada que encaja a la medida en la ideolog¨ªa uribista, donde defensores de derechos humanos han sido tildados de guerrilleros, y que justifica el uso de la fuerza contra todos los manifestantes. Los lazos de la fuerza p¨²blica en Chile y Colombia no son unidireccionales: en 2018, polic¨ªas colombianos entrenaron al comando Jungla en Chile, un escuadr¨®n de Carabineros acusado de reprimir comunidades mapuches en la Araucan¨ªa.
Quiz¨¢ lo m¨¢s interesante del nuevo ide¨®logo es que L¨®pez ha dicho que su concepto no se lo invent¨® ¨¦l, sino fil¨®sofos franceses como Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze y el psicoanalista Felix Guattari, este ¨²ltimo autor de un libro llamado Revoluci¨®n Molecular (1977). Al leerlos, queda claro que quiz¨¢s no haya peor lector de los pensadores franceses que el entom¨®logo Alexis L¨®pez.
¡°Es una lectura muy trastocada y deformada de lo que implica la revoluci¨®n molecular para Guattari o para Deleuze¡±, asegura Laura Quintana, profesora de Filosof¨ªa en la Universidad de los Andes. ¡°En realidad, lo que Deleuze y Guattari captaron es la manera en la que los poderes oprimen, que est¨¢ relacionada con la forma en la que esos poderes logran capturar nuestro deseo, y hacen que nuestro deseo desee la represi¨®n. Lo que la revoluci¨®n molecular indica es que para cambiar pol¨ªticamente, para transformarnos, necesitamos cambiar c¨®mo se configuran nuestros deseos, c¨®mo se configuran nuestros afectos, c¨®mo nuestros cuerpos sienten lo que sienten. Esa noci¨®n est¨¢ vinculada a pensar que el cambio pol¨ªtico supone un cambio en la subjetividad¡±.
Quintana explica que en realidad estos autores buscaban combatir el nazismo y sus derivas en Europa, tratando de desarticular esa represi¨®n internalizada que pueden crear sistemas como el capitalismo. Se trataba de transformar una conciencia muy personal m¨¢s que de organizar una anarqu¨ªa. ¡°Esto est¨¢ muy lejos del caos y de la anomia¡±, dice Quintana. ¡°Y cuando se estigmatiza esa posibilidad de tener una pol¨ªtica capaz de acoger la multiplicidad, lo que eso revela es el car¨¢cter fascista de aquel que estigmatiza. Si nos dicen que no podemos cambiar el mundo que habitamos, que no debemos acoger el disenso, que queremos cuerpos d¨®ciles y acoplados al orden social, pues eso es muy cercano al fascismo¡±.
Pero las malas lecturas de los franceses se infiltraron en el discurso de la derecha en Colombia. Las ideas de L¨®pez, por ahora, han sido difundidas en columnas de opini¨®n por un exasesor de Uribe, una poderosa senadora uribista, e incluso en un editorial del Colegio de Coroneles de la Polic¨ªa Nacional. Las protestas en Colombia no son ¡°un estallido social¡±, dice el editorial, sino que ¡°se trata de un eufemismo que no tiene nada que ver con las demandas leg¨ªtimas de una sociedad¡±. Una muestra peque?a de lo alejados que est¨¢n entre s¨ª los discursos de los manifestantes y de la fuerza p¨²blica actualmente.
La revoluci¨®n molecular disipada seguramente ser¨¢ difundida no solo este mes sino en los meses pr¨®ximos, antes de las elecciones del 2022, como lo fue el ¡°castrochavismo¡± o la ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± en el plebiscito del 2016. ¡°Uribe tiene una inteligencia grande y sabe c¨®mo mover el rumor, y c¨®mo el rumor tiene una efectividad pol¨ªtica tremenda. Cuando lo pones a circular, la gente empieza a sospechar y eso crea efectos¡±, dice Quintana.
Pero es imposible que la revoluci¨®n molecular disipada juegue a favor de Iv¨¢n Duque en este momento para lograr un di¨¢logo con los manifestantes este mes. ¡°La clase pol¨ªtica de este pa¨ªs perdi¨® el control sobre la manifestaci¨®n ciudadana¡±, dice Sandra Borda, profesora internacionalista y autora del libro Parar para avanzar, sobre las protestas sociales que estallaron a finales del 2019. ¡°?C¨®mo ejerc¨ªan ese control antes? En el contexto del conflicto armado dec¨ªan ¡®esta gente que est¨¢ saliendo a protestar est¨¢ vinculada con la guerrilla¡¯, y eso cumpl¨ªa con varios objetivos: asustar a la gente y quitarse el problema de lidiar con las reivindicaciones de la protesta¡±, a?ade Borda.
Antes del proceso de paz, la estrategia s¨ª logr¨® que la opini¨®n p¨²blica fuera menos cr¨ªtica con los abusos de la polic¨ªa. Pero la din¨¢mica cambi¨® en 2019, cuando estallan protestas como las actuales y la derecha de Uribe no puede jugar esa carta f¨¢cilmente. ¡°Entonces, ?a qu¨¦ es a lo que acuden? A los discursos pol¨ªticos disponibles que les permiten seguir utilizando esa misma herramienta. Ya no es ¡®la seguridad democr¨¢tica contra la guerrilla¡¯ sino esta idea transnacional del supuesto terrorismo molecular. Est¨¢n buscando argumentos para no tener que enfrentarse a la protesta ciudadana como una forma de participaci¨®n pol¨ªtica¡±, subraya Borda.
En estas manifestaciones, la opini¨®n p¨²blica est¨¢ claramente lejos de ignorar los asesinatos y abusos de la fuerza p¨²blica como en los peores a?os del conflicto armado. De acuerdo con una encuesta reciente de Cifras y Conceptos, el 74% de los j¨®venes de entre 18 y 25 a?os tiene una imagen desfavorable del Gobierno. Las peticiones de una reforma policial, una de las banderas de los manifestantes, es una muestra del esp¨ªritu cr¨ªtico que se ha fortalecido en estos a?os. Pero del lado de la opini¨®n uribista, sin embargo, a pesar de la grave crisis que atraviesa Colombia, tampoco est¨¢ claro que el discurso de la revoluci¨®n molecular disipada vaya a entrar tan f¨¢cilmente al l¨¦xico cotidiano de los colombianos.
¡°Pensando en el fen¨®meno Trump, es bueno preguntarse hasta d¨®nde esos discursos son el centro de la discusi¨®n o est¨¢n empezando a estar en lo que se llaman los fringes, como en el borde en que la gente dice: estos se enloquecieron¡±, dice Borda. ¡°Tengo la impresi¨®n de que ese discurso de Uribe, que era el mainstream (m¨¢s habitual), est¨¢ en camino a dejar de serlo. A la gente todo le parece tan loco que escucha nazi y dice: ?en serio?¡±.
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