La iniciativa de EE UU y sus aliados contra los ciberataques chinos complican el empe?o de la UE en entenderse con Pek¨ªn

La iniciativa impulsada por EE UU y sus principales aliados occidentales este lunes contra los ciberataques de origen chino frustra una vez m¨¢s, quiz¨¢s ahora de manera definitiva, el esfuerzo de la UE por mantener con Pek¨ªn una relaci¨®n privilegiada a pesar de las graves diferencias pol¨ªticas. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, hab¨ªa bautizado a esa v¨ªa propia, alternativa al enfrentamiento preconizado por Washington, como Sinatra, en alusi¨®n a la canci¨®n A mi manera. Pero el camino escogido por Bruselas se ha convertido en los ¨²ltimos meses en un callej¨®n sin salida y las agresiones digitales atribuidas al Estado chino hacen de momento pr¨¢cticamente imposible cualquier estrechamiento de lazos con Pek¨ªn.

Los tropiezos se repiten desde que a finales del a?o pasado la UE, espoleada por Berl¨ªn, se apresur¨® a firmar un acuerdo de inversi¨®n con el Gobierno de Xi Jinping. Bruselas aprovechaba el hueco entre la derrota de Donald Trump en las elecciones de EE UU y la toma de posesi¨®n de Joe Biden para rematar siete a?os de negociaciones destinadas a facilitar las inversiones europeas en China y viceversa. Al mismo tiempo, Bruselas ratificaba su intenci¨®n de ser inflexible en las exigencias al r¨¦gimen de Xi sobre el respeto a los derechos humanos. El cortocircuito entre ambos objetivos solo tard¨® tres meses en producirse.

En marzo de este a?o, la UE aprob¨® sanciones contra varios dirigentes chinos basadas en su nuevo r¨¦gimen sobre defensa de los derechos humanos a nivel internacional, creado a imagen y semejanza de la llamada ley Magnitsky de EE UU. Pek¨ªn tard¨® minutos en anunciar represalias. Y las sanciones chinas golpearon, entre otros, a cinco miembros del Parlamento Europeo considerados inc¨®modos por el r¨¦gimen de Xi.

El cruce de sanciones fue una andanada en la l¨ªnea de flotaci¨®n del acuerdo de inversi¨®n, cuya ratificaci¨®n parlamentaria ya estaba en duda desde el principio. El Parlamento Europeo, que debe dar su consentimiento al acuerdo, aprob¨® en mayo una dura resoluci¨®n de condena al r¨¦gimen chino en la que da por ¡°congelado¡± el proceso de ratificaci¨®n mientras no se retiren las sanciones contra Europa.

La resoluci¨®n parlamentaria pide, adem¨¢s, ¡°una estrategia de la Uni¨®n con respecto a China m¨¢s firme¡±, lo que parece cortar el paso a los partidarios de mantener una tercera v¨ªa que evite tomar posici¨®n en el choque entre Washington y Pek¨ªn. El propio Biden aprovech¨® en junio su primera gira europea para reclamar a los aliados que cierren filas con EE UU frente a un gigante asi¨¢tico que aspira a convertirse en breve en la mayor potencia econ¨®mica del planeta y que ya cuenta con el segundo mayor presupuesto militar del mundo.

La llamada de Biden tuvo m¨¢s eco en la sede de la OTAN en Bruselas que en la del Consejo Europeo. La Alianza Atl¨¢ntica ha apuntado hacia China como una de sus principales inquietudes para los pr¨®ximos a?os. En el seno de la UE, sin embargo, varios socios, en especial la Alemania de Angela Merkel, intentan preservar la relaci¨®n con un pa¨ªs que es el segundo mayor mercado del mundo para las exportaciones europeas y la primera fuente de importaciones.