Scholz se enfrenta a un doble reto: afrontar la crisis sanitaria y modernizar Alemania
El nuevo canciller asume las riendas del pa¨ªs en plena emergencia por la pandemia y deber¨¢ impulsar la transformaci¨®n energ¨¦tica y la digitalizaci¨®n
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En cuesti¨®n de d¨ªas, Alemania tendr¨¢ un nuevo Gobierno, un tripartito in¨¦dito entre socialdem¨®cratas, verdes y liberales que dar¨¢ el relevo, ahora s¨ª, a 16 a?os de dominio conservador encarnado en la figura de Angela Merkel. Olaf Scholz, el nuevo canciller, toma las riendas de un pa¨ªs pr¨®spero, con una econom¨ªa s¨®lida y un sistema de protecci¨®n social envidiable que destaca como la excepci¨®n en una Europa cada vez m¨¢s asediada por el auge de los populismos antinmigraci¨®n. Pero el tripartito tiene mucho que hacer si quiere liderar los retos de futuro del continente. La transformaci¨®n energ¨¦tica, la digitalizaci¨®n, la modernizaci¨®n de las infraestructuras y de la administraci¨®n son tareas pendientes que no se acometieron durante la estable y predecible era Merkel.
El pr¨®ximo canciller y sus nuevos ministros se enfrentan, sin embargo, a un desaf¨ªo mucho m¨¢s apremiante. Dentro de unos d¨ªas se pondr¨¢n al frente de un pa¨ªs en alerta sanitaria m¨¢xima, que est¨¢ sufriendo un r¨¦cord de contagios de coronavirus en la peor ola, la cuarta, de la pandemia.
¡°Alemania solo podr¨¢ estar en vanguardia si modernizamos el Estado¡±, proclama el acuerdo de coalici¨®n que esta semana han firmado las tres formaciones. Hasta 67 veces alude a la expresi¨®n modernizar, como verbo o como adjetivo. La amenaza de que el pa¨ªs se quede anticuado confiando casi exclusivamente en su potente industria exportadora planea por todo el documento. La coalici¨®n es consciente de que urge avanzar en la agenda tecnol¨®gica, muy lastrada por la deficiente infraestructura digital del pa¨ªs, que tiene una de las peores coberturas de fibra ¨®ptica de la UE. Reducir la c¨¦lebre burocracia alemana ¡ªque afecta a todas las esferas: la creaci¨®n de empresas, la administraci¨®n tributaria, el acceso a la sanidad¡ª es otro de los objetivos prioritarios de Scholz.
La falta de personal sanitario, especialmente enfermeras, ha contribuido a que la habitualmente ejemplar y bien dotada sanidad alemana se vea desbordada. Esta semana el Gobierno ha tenido que recurrir al ej¨¦rcito para llevar a cabo una operaci¨®n masiva de traslados de pacientes cr¨ªticos de zonas muy afectadas, como Baviera y Sajonia, a hospitales de Estados en los que a¨²n quedan camas libres. La semana pasada ocurri¨® algo inaudito: al menos dos pacientes alemanes tuvieron que ser trasladados a otro pa¨ªs (norte de Italia) porque en su regi¨®n no hab¨ªa una sola cama de UCI libre.
Han cambiado las tornas. Alemania, que fue puesta como ejemplo al inicio de la pandemia, sufri¨® un invierno terrible, con 1.000 muertos diarios, y ahora, un a?o despu¨¦s, pese a las vacunas y a los reiterados avisos de los expertos, vuelve a encontrarse entre los pa¨ªses de Europa occidental que peor gestiona la crisis sanitaria. No ha conseguido convencer de la necesidad de la vacunaci¨®n (la tasa es del 68%; hay 14,6 millones de adultos que se niegan a inmunizarse o que a¨²n se lo est¨¢n pensando) ni alertar de la gravedad del incremento de casos. La mortalidad es tres veces menor que hace un a?o, gracias a las vacunas, pero los hospitales han vuelto a saturarse y a dejar de atender otras patolog¨ªas. Las restricciones han llegado tarde por culpa del vac¨ªo de poder de estos meses de campa?a, elecciones y periodo de transici¨®n. Nadie descarta un nuevo confinamiento que volver¨ªa a hundir la econom¨ªa.
Con la crisis sanitaria en marcha, los esfuerzos del nuevo Ejecutivo se centrar¨¢n en tratar de reducir los contagios, acelerar la vacunaci¨®n ¨Cest¨¢ sobre la mesa incluso hacerla obligatoria- y reforzar el sistema sanitario, aunque este es competencia de los Estados federados. Pero a la vez, los nuevos ministros empezar¨¢n a dise?ar las primeras reformas legislativas. La emergencia clim¨¢tica tampoco puede esperar. La transici¨®n energ¨¦tica alemana est¨¢ condicionada por el fin de la energ¨ªa nuclear ¨Cen 2022 cierran los ¨²ltimos reactores- y la controvertida dependencia del gas ruso y de la quema de carb¨®n nacional. La industria y los hogares todav¨ªa dependen en exceso de los combustibles f¨®siles pese a la expansi¨®n en los ¨²ltimos a?os de las energ¨ªas renovables.
Descarbonizar la econom¨ªa es un desaf¨ªo may¨²sculo. Al reto puramente tecnol¨®gico hay que sumar las milmillonarias inversiones que se van a necesitar en los pr¨®ximos a?os. La oposici¨®n le afea al tripartito la falta de concreci¨®n sobre c¨®mo se va a pagar semejante transformaci¨®n. El abandono del carb¨®n se ha adelantado, de 2038 a 2030, por la presi¨®n de los verdes, que tambi¨¦n han exigido el compromiso de que para entonces el 80% de la electricidad provenga de renovables. Tanto ellos como los socialdem¨®cratas habr¨ªan querido m¨¢s inversi¨®n p¨²blica, pero la presencia de los liberales en la llamada coalici¨®n sem¨¢foro ¡ªpor los colores con los que se asocia a los partidos: rojo de los socialdem¨®cratas, verde de los ecologistas y amarillo de los liberales¡ª ha forzado la vuelta al freno de deuda (ahora suspendido por la pandemia) y el compromiso de no subir los impuestos.
El tripartito de Scholz tambi¨¦n tiene por delante la tarea de corregir las desigualdades que han ido aflorando estos a?os. El mercado de trabajo es cada vez m¨¢s precario: han aumentado los trabajadores pobres y el empleo a tiempo parcial no deseado. Siete millones de personas viven de minijobs que no cotizan. La brecha salarial entre hombres y mujeres es de las m¨¢s altas de Europa: un 18%. Persiste la desigualdad de rentas entre el este y el oeste, aunque ha ido disminuyendo con los a?os. Es previsible que Scholz trate de impulsar lo antes posible la traslaci¨®n a la ley de su promesa estrella en la campa?a, la subida del salario m¨ªnimo a 12 euros por hora, que afectar¨¢ a 10 millones de personas.
Con el precio de la vivienda en una escalada continua ¡ªseg¨²n el Deutsche Bank en las siete mayores ciudades las casas de segunda mano subieron de media un 124% entre 2009 y 2019¡ª, los socialdem¨®cratas saben que su electorado espera alg¨²n tipo de intervenci¨®n en el mercado inmobiliario. Por ahora el compromiso de la coalici¨®n es construir 400.000 viviendas al a?o, 100.000 de ellas p¨²blicas para atajar al menos uno de los problemas, el de la escasez. Del tope nacional a los precios del alquiler que reclaman colectivos como el que quiere expropiar a los grandes propietarios en Berl¨ªn de momento no hay rastro, aunque el acuerdo de coalici¨®n se?ala que se crear¨¢ una ¡°alianza por la vivienda asequible¡± con los actores del sector.
Los j¨®venes socialdem¨®cratas critican la falta de ambici¨®n del acuerdo
Olaf Scholz se enfrentó el sábado al primer examen interno del acuerdo de coalición que el miércoles firmó con verdes y liberales. El aún ministro de Finanzas del Gobierno de Merkel defendió el texto en el congreso que las juventudes socialdemócratas, los jusos, organizaron en Frankfurt. Aseguró que es una apuesta por la renovación del país y que los tres partidos que formarán el nuevo Gobierno comparten ese deseo de progreso, aunque en ocasiones “signifique cosas distintas” para cada uno de ellos. Pero no todo fueron aplausos. Sentado al lado de la presidenta de los jusos, Jessica Rosenthal, Scholz tuvo que escuchar a varios oradores que intervinieron después criticar abiertamente la poca ambición del contrato y lamentar la influencia de los liberales de Christian Lindner en el texto.
Las juventudes del partido, como muchos afiliados socialdemócratas, aceptaron que al ser el socio menor en la Gran Coalición con la CDU de Merkel muchas de sus políticas no se iban a ver implementadas. Ahora que el SPD lidera la nueva coalición de Gobierno esperan mucho más de Scholz. Y así se lo recordaron: “Hay mucho que mejorar”, “Qué desilusión”, “¿Qué pasó con la moratoria del alquiler? [que figura en el programa electoral del SPD]”, “Es una bofetada para los inquilinos” fueron algunas de las frases que escuchó Scholz. El futuro canciller encajó bien las críticas, pero advirtió contra cargar demasiado las tintas contra los liberales. Sería bueno, dijo, no atacar “a las personas con las que quiero sentarme ahora en la bancada del Gobierno” y centrarse en la auténtica oposición, los democristianos de la CDU.
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