Berl¨ªn vota si expropia a los especuladores inmobiliarios
La ciudad, que ve c¨®mo aumentan los precios de los alquileres, plantea un referendum para decidir si deber¨ªa comprar 240.000 viviendas a los grandes propietarios
Los berlineses tienen mucho que decidir el pr¨®ximo 26 de septiembre, fecha de las trascendentales elecciones generales de las que saldr¨¢ el sucesor de Angela Merkel. Votar¨¢n a los miembros del Bundestag, al pr¨®ximo alcalde de Berl¨ªn, a los representantes de los 12 distritos de la capital alemana y todav¨ªa encontrar¨¢n una cuarta papeleta, la de un refer¨¦ndum que tiene en vilo a las mayores empresas inmobiliarias del pa¨ªs: ?quieren que el Gobierno de Berl¨ªn expropie 240.000 viviendas a los grandes propietarios de vivienda? La pregunta es explosiva, y sus consecuencias tambi¨¦n pueden serlo para quien gane los comicios. Aunque la consulta no es vinculante, forzar¨¢ un acalorado debate pol¨ªtico sobre la subida de los alquileres y la especulaci¨®n rampante que sufre el mercado inmobiliario.
Si Alemania es un pa¨ªs de inquilinos ¡ªm¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive de alquiler, el segundo porcentaje m¨¢s alto de la OCDE¡ª, lo de su capital probablemente sea de r¨¦cord: m¨¢s del 85% de los berlineses no son propietarios del piso en el que viven. En los ¨²ltimos cinco a?os los precios han subido un 43% y para los vecinos de rentas medias y bajas cada vez se vuelve m¨¢s dif¨ªcil vivir en los distritos c¨¦ntricos. Los inquilinos acusan a las grandes inmobiliarias ¡ªla iniciativa solo afecta a las que tienen m¨¢s de 3.000 pisos¡ª de lucrarse con creces incrementando los alquileres y reduciendo el mantenimiento de sus propiedades.
Ingrid Hoffmann lleva a?os sufriendo la gesti¨®n de una de estas compa?¨ªas. Se mud¨® a uno de los t¨ªpicos edificios prefabricados del Berl¨ªn oriental hace 20 a?os. Por aquel entonces pertenec¨ªa a una cooperativa que acababa de reformarlo. Invert¨ªa en mejorar los pisos, contrataba personal de mantenimiento y cobraba alquileres razonables en barrios hoy muy cotizados. Pero entr¨® en bancarrota. De aquellos a?os es la c¨¦lebre frase del entonces alcalde que describ¨ªa a Berl¨ªn como ¡°pobre pero sexy¡±. La ciudad, ahogada en deudas, no vio otra soluci¨®n que vender vivienda p¨²blica. Las 65.000 de la empresa p¨²blica GSW las compr¨® Deutsche Wohnen, un gigante inmobiliario que de la noche a la ma?ana casi duplic¨® su cartera de pisos. Hoy tiene m¨¢s de 100.000 en la capital alemana. Uno de ellos es el de Hoffmann, y por eso pide usar un nombre supuesto en este reportaje.
¡°Una de las primeras cosas que hizo el nuevo propietario fue duplicar los gastos de comunidad¡±, explica esta jubilada de 71 a?os. A la vez, redujo los servicios. La compa?¨ªa elimin¨® por ejemplo la figura del hausmeister, un empleado que se encargaba de las peque?as reparaciones en los edificios. Luego llegaron los aumentos en el alquiler y la pensi¨®n de 1.200 euros de Hoffmann empez¨® a qued¨¢rsele corta. ¡°Despu¨¦s de pagar la renta y los gastos no me quedaba demasiado para vivir. Iba muy justa y no quer¨ªa tirar de ahorros¡±, recuerda. As¨ª que se busc¨® uno de los trabajos de pocas horas, conocidos como minijobs, que han proliferado en los ¨²ltimos a?os, tanto entre los j¨®venes como entre pensionistas que buscan mejorar sus ingresos. Uno de esos empleos, que suponen 450 euros al mes, fue entregando comida en bicicleta ¡ª¡±era el¨¦ctrica¡±, precisa¡ª para una conocida empresa de reparto a domicilio durante un invierno cuando ten¨ªa 69 a?os.
Hoffmann se ha involucrado mucho en la iniciativa Expropiar Deutsche Wohnen y compa?¨ªa, nacida en 2018 y que ha recogido las firmas necesarias para celebrar el refer¨¦ndum (deben ser al menos el 7% del electorado, seg¨²n la ley berlinesa). No quiere hacer pron¨®sticos, pero las encuestas apuntan a que casi la mitad de los habitantes de la ciudad est¨¢ a favor de devolver las viviendas a la gesti¨®n p¨²blica.
La base legal de la consulta es el art¨ªculo 15 de la Ley Fundamental alemana, que reza: ¡°Con fines de socializaci¨®n, el suelo, los recursos naturales y los medios de producci¨®n pueden ser situados bajo un r¨¦gimen de propiedad colectiva [¡] por una ley que fije el modo y el monto de la indemnizaci¨®n¡±. Un art¨ªculo que nunca se ha utilizado desde la aprobaci¨®n de este texto legal en 1949.
Berl¨ªn tendr¨ªa que pagar un precio ¡°equitativo¡± a los grupos inmobiliarios, algo que los cr¨ªticos con la medida esgrimen como uno de los mayores problemas. La ciudad sigue endeudada. ¡°Las expropiaciones masivas no crean un solo apartamento nuevo y no reducen el alquiler, pero cuestan miles de millones a los contribuyentes¡±, ha asegurado el candidato conservador a la alcald¨ªa, Kai Wegner. Los socialdem¨®cratas tampoco apoyan el s¨ª en el refer¨¦ndum: dicen que ser¨ªa el ¨²ltimo recurso. Los Verdes mantienen una postura ambigua y solo Die Linke, el partido a la izquierda de los socialdem¨®cratas, est¨¢ a favor. La iniciativa ha recuperado una palabra, expropiaci¨®n, que se cre¨ªa olvidada desde el fin del r¨¦gimen comunista. Los empresarios hablan de ¡°populismo¡± y de violaci¨®n de la propiedad privada.
¡°El dinero no tiene por qu¨¦ proceder del presupuesto de Berl¨ªn¡±, se?ala Reiner Wild, portavoz de la Asociaci¨®n de Inquilinos. La ciudad crear¨ªa una entidad de derecho p¨²blico que pedir¨ªa financiaci¨®n a los bancos con el valor de los terrenos y los pisos como garant¨ªa y adem¨¢s contar¨ªa con los ingresos mensuales de los alquileres. Se manejan muchas cifras sobre lo que costar¨ªa la expropiaci¨®n: el Gobierno de Berl¨ªn ha calculado 36.000 millones de euros; los activistas, entre 8.000 y 11.000 millones, y un estudio reciente de dos cient¨ªficos habla de una horquilla de entre 14.500 y 22.800 millones.
¡°No queremos estar como Londres o Par¨ªs dentro de 10 a?os. El momento de actuar es ahora¡±, dice Hoffmann, que prev¨¦ duros choques pol¨ªticos en el nuevo Gobierno que salga de las urnas el 26 de septiembre. La vivienda asequible es uno de los temas de la campa?a nacional. Las protestas han dirigido el foco hacia la combativa capital alemana, pero otras ciudades, como M¨²nich o Hamburgo, sufren a¨²n m¨¢s la especulaci¨®n inmobiliaria. ¡°Tenemos que asegurar que los berlineses podamos seguir viviendo en Berl¨ªn, que nadie tenga que abandonar la ciudad porque no pueda pagar el alquiler¡±.
Un intento fallido de controlar los precios
La presi¨®n social que exige viviendas asequibles en Berl¨ªn oblig¨® a los pol¨ªticos berlineses a actuar en 2019. El Gobierno de coalici¨®n de socialdem¨®cratas (SPD), Verdes y Die Linke aprob¨® topes al precio de los alquileres (en funci¨®n del a?o de construcci¨®n y de las reformas del inmueble) y su congelaci¨®n durante cinco a?os. En abril pasado el Tribunal Constitucional alem¨¢n tumb¨® la ley al considerar que el Parlamento regional no era competente para regular las rentas por ley. Berl¨ªn tiene un grave problema de oferta, explica Wild. ¡°Una de las razones de la alta demanda es la inmigraci¨®n masiva de m¨¢s de 200.000 personas entre 2015 y 2019, periodo en el que solo se construyeron 63.000 pisos, y la mayor¨ªa de alto precio. Hay escasez de terrenos listos para construir, los precios del suelo son elevad¨ªsimos, hay retenci¨®n especulativa de solares y falta capacidad del sector de la construcci¨®n y de las autoridades. Los nuevos desarrollos necesitan rutas de transporte, conexi¨®n con tranv¨ªa o metro, y eso lleva tiempo¡±, se?ala.
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