Brasil ofrece a los parlamentarios una ventana de fichajes para cambiar de partido (s¨ª, como en el f¨²tbol)
Las mudanzas entre siglas, que est¨¢n permitidas durante un mes al final de la legislatura, buscan optimizar las posibilidades de reelecci¨®n
Son d¨ªas fren¨¦ticos para los diputados brasile?os que aspiran a ser reelegidos dentro de siete meses. Ahora es el momento de un c¨¢lculo pol¨ªtico crucial, de decidir si intentarlo desde el partido actual o mudarse, sin perder el esca?o, a otro que ofrezca mejores opciones. Porque, en Brasil, existe una ventana de fichajes parlamentarios al estilo de las que permiten comprar y vender futbolistas cada temporada. La llamada ventana partidaria ¡ªun mes al final de la legislatura¡ª est¨¢ abierta. Los 513 diputados federales y los miles de diputados estatales tienen hasta el 1 de abril para fichar por una nueva sigla antes de emprender la campa?a para las legislativas (y presidenciales) de octubre.
Diecis¨¦is nuevos diputados aterrizaron en los ¨²ltimos d¨ªas en el Partido Liberal siguiendo al presidente Bolsonaro, que se afili¨® recientemente porque llevaba dos a?os sin partido y para presentarse a las elecciones necesita uno. Se esperan muchos m¨¢s fichajes a medida que el plazo se vaya agotando. Los electos llevan meses echando c¨¢lculos, pendientes de los movimientos de aliados y adversarios, trazando estrategias. En los ¨²ltimos a?os, ha habido nada menos que 275 mudanzas al amparo de esta ventana.
La polit¨®loga Talita Tanscheit, de la Pontificia Universidad Cat¨®lica de R¨ªo de Janeiro, explica que esta ventana partidaria ¡°es un elemento fundamental¡± de la pol¨ªtica brasile?a porque ¡°permite arreglos pol¨ªticos para configurar las candidaturas, las coaliciones, para decidir a qu¨¦ candidato presidencial apoyar¡¡±. Todo eso implica que, a siete meses de las elecciones, ¡°el retrato del Congreso s¨ª que puede cambiar notablemente, a diferencia de otros pa¨ªses¡±, advierte la investigadora.
El principal motivo para fichar por un nuevo partido es aumentar las probabilidades de reelecci¨®n. Poco pesan los factores ideol¨®gicos o el programa. ¡°El PSOE y el PP en Espa?a son antag¨®nicos, pero aqu¨ª en Brasil hay muchos partidos que se parecen mucho. No es que uno se vaya del Partido de los Trabajadores (de Lula da Silva) al partido de Bolsonaro¡±, puntualiza la polit¨®loga. Esos partidos de derecha sin ideolog¨ªa que tanto se asemejan es donde m¨¢s intensos son los cambios. Son el elemento m¨¢s poderoso de un Congreso con 30 formaciones, muchas min¨²sculas.
Conocido como el centr?o (el gran centro), es una constelaci¨®n de siglas que constantemente cambian de nombre, se amigan o se enemistan. Como explicaba recientemente el columnista Carlos Pereira en el diario Estad?o, los partidos brasile?os funciona salvo raras excepciones ¡°como agremiaciones que maximizan los intereses pol¨ªticos y de supervivencia de sus miembros¡±.
Tanscheit rechaza que la ventana partidaria, creada en 2015, sea la oficializaci¨®n del transfuguismo porque una vez instalados en un hogar pol¨ªtico, ¡°la disciplina de partido es muy alta¡±. Pero hasta entonces cortejan y se dejan cortejar.
Las negociaciones entre precandidatos y partidos son un sudoku infernal porque intervienen infinidad de factores entre los que la ideolog¨ªa es secundaria. Brasil es un pa¨ªs inmenso, imposible de gobernar sin alianzas, y donde la pol¨ªtica local tiene un peso enorme. Y adem¨¢s elegir¨¢ al mismo tiempo presidente, la C¨¢mara de Diputados, parte del Senado, gobernadores y diputados estatales. De modo que la pol¨ªtica brasile?a es estas semanas un inmenso tablero de ajedrez con todas las piezas en movimiento donde no se puede quitar el ojo al resto de los jugadores y cada paso de cualquiera en una u otra direcci¨®n afecta a muchas otras fichas.
El hombre al que Luiz In¨¢cio Lula da Silva quiere como n¨²mero dos para echar a Bolsonaro del poder es Geraldo Alckmin, un veterano del centroderecha al que hace 16 a?os derrot¨® en unas presidenciales. Alckim acaba de dejar su formaci¨®n de toda la vida, el Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), y en estos d¨ªas debe aclarar en qu¨¦ formaci¨®n se instala.
El propio Bolsonaro es un ejemplo de lo habitual que es cambiar de formaci¨®n. En tres d¨¦cadas de carrera, milita en su noveno partido. Eso s¨ª, con unas u otras siglas, nunca ha descuidado a los soldados y los polic¨ªas militares cuyos intereses corporativos siempre ha considerado prioridad.
El PL, al que Bolsonaro se afili¨® en noviembre tras fracasar en su intento de crear uno a su medida, es uno de los partidos del centr?o. En 2018, el ultraderechista disput¨® las elecciones por una de las llamadas siglas de alquiler, controlada por un cacique. Como un a?o estuvo en aquel hogar pol¨ªtico. Muchos de los diputados elegidos en la ola bolsonarista est¨¢n siguiendo al mandatario en su mudanza a un partido de la vieja pol¨ªtica que tanto denostaban.
Mudarse a un partido con m¨¢s parlamentarios significa tambi¨¦n un trozo mayor del fondo de dinero p¨²blico que financia las campa?as electorales desde que se prohibieron las donaciones de empresas. De espaldas a un electorado brasile?o golpeado por la inflaci¨®n y el desempleo, el Congreso ha aprobado una partida de casi 5.000 millones de reales (960 millones de euros), lo que supone tres veces m¨¢s que las ¨²ltimas elecciones generales.
El Gobierno tambi¨¦n va a sufrir en breve una metamorfosis. Para el 2 de abril, los ministros que concurran a los pr¨®ximos comicios tienen que dejar el cargo. Se calcula que un tercio dejar¨¢ el despacho para echarse a las carreteras en busca de votos.
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