¡®Qatargate¡¯: Ocho d¨ªas que sacudieron Bruselas
La UE intenta restablecer la autoridad moral con reformas para mejorar la transparencia y los controles ante posibles injerencias tras el grave esc¨¢ndalo de corrupci¨®n que ha sacudido a Europa
El viernes 9 de diciembre iba a ser un d¨ªa tranquilo en la rue Wiertz de Bruselas, donde se encuentra la sede del Parlamento Europeo en la capital belga. Los eurodiputados preparaban sus maletas ante el ¨²ltimo plenario del a?o en la sede de Estrasburgo, en Francia. Algunas instituciones, como la Oficina Europea Anti-Fraude (OLAF), celebraban el d¨ªa internacional contra la corrupci¨®n. Pero en la mente de la mayor¨ªa estaban, en realidad, cuestiones m¨¢s triviales como los inmediatos partidos del Mundial de F¨²tbol o las copas de despedida navide?as antes de que Bruselas eche el cerrojo hasta el nuevo a?o. Unas fiestas que r¨¢pidamente fueron canceladas. De Qatar, pronto nadie querr¨ªa tampoco haber o¨ªdo ni hablar. Al mediod¨ªa, empezaron a saltar las primeras alertas: la polic¨ªa belga estaba registrando oficinas y pisos de eurodiputados sospechosos de corrupci¨®n. Y hab¨ªa detenciones. Entre los arrestados figuraba al menos un antiguo europarlamentario. Poco despu¨¦s, la bomba: tambi¨¦n una vicepresidenta de la Euroc¨¢mara, Eva Kaili, estaba detenida.
Tras la estupefacci¨®n, lleg¨® la preocupaci¨®n. Y el miedo. La integridad de la UE estaba comprometida. Las cosas no pintaban nada bien. El tiempo dio la raz¨®n a los agoreros de primera hora. Acababa de estallar el Qatargate, la trama de sobornos a eurodiputados y otros trabajadores parlamentarios presuntamente por parte de Qatar y Marruecos que se considera ya el mayor esc¨¢ndalo que ha golpeado a una instituci¨®n europea. Y sus implicaciones para el futuro de la UE no est¨¢n claras todav¨ªa.
El caso responde a una larga investigaci¨®n de los servicios de inteligencia belgas preocupados por la injerencia de otros Estados. Sus hallazgos revelan que no se trata de un mero esperpento de diputados corruptos y chapuceros, sino de un intento de asaltar a la democracia por parte de fuerzas ¡°autocr¨¢ticas¡± que no comparten los valores europeos. As¨ª lo ha advertido la presidenta de la Euroc¨¢mara, Roberta Metsola.
¡°No se equivoquen¡±, dijo la maltesa el lunes en Estrasburgo, tras lo que calific¨® como ¡°los d¨ªas m¨¢s largos¡± de su carrera. ¡°El Parlamento Europeo est¨¢ siendo atacado. La democracia europea est¨¢ siendo atacada. Y nuestra estructura de sociedades abiertas, libres y democr¨¢ticas est¨¢ siendo atacada¡±.
El d¨ªa del v¨¦rtigo
Cuando muchos a¨²n se desperezaban en esa ma?ana de viernes aciaga para la UE, unidades especiales de la polic¨ªa belga estaban ya desplegadas en torno a la vivienda de Eva Kaili, muy cerca del Parlamento Europeo, del que era a¨²n vicepresidenta. Por su condici¨®n de diputada, gozaba de inmunidad. Era, o eso parec¨ªa, intocable. Por eso, los agentes acechaban a otra presa: su pareja y asistente parlamentario, Francesco Giorgi. El italiano era tambi¨¦n uno de los responsables de Fight Impunity, una ONG poco conocida pese a gozar de importantes padrinos como la antigua Alta Representante para Pol¨ªtica Exterior de la UE Federica Mogherini o el ex primer ministro franc¨¦s Bernard Cazeneuve, y que acabar¨ªa esa jornada se?alada como el nudo de una red que a¨²n se est¨¢ desmadejando.
La detenci¨®n de Kaili desat¨® una quincena de registros simult¨¢neos en varios barrios de Bruselas y alrededores. Domicilios, oficinas¡ todos relacionados con eurodiputados, asistentes parlamentarios, ONG, sindicalistas y hasta un antiguo miembro de la c¨¢mara europea que r¨¢pidamente aflor¨® como el principal implicado en la trama: Pier Antonio Panzeri, un socialista italiano que fund¨® Fight Impunity en 2019 y en cuya casa se hallaron 600.000 euros. La polic¨ªa incluso sell¨® varias oficinas en la sede europarlamentaria, que acabar¨ªa registrando el lunes, mientras los diputados votaban en Estrasburgo masivamente a favor de la destituci¨®n de Kaili.
Solo un d¨ªa antes, recuerdan algunos eurodiputados, Panzeri se paseaba todav¨ªa tranquilamente por Parlamento Europeo. Ese viernes, lo acab¨® en prisi¨®n. Y no fue el ¨²nico: los medios belgas Le Soir y Knack sab¨ªan desde septiembre de la investigaci¨®n judicial abierta dos meses antes por los servicios de inteligencia y dirigida por el juez Michel Claise. Han tenido un amplio acceso a las pesquisas a cambio de no publicar nada hasta que empezara la operaci¨®n.
Cuando lanzaron sus primeras alertas, cundi¨® el p¨¢nico: el padre de Kaili, que se alojaba en el hotel Sofitel del barrio europeo, intent¨® abandonar precipitadamente el establecimiento donde suelen dormir durante las cumbres mandatarios como el espa?ol Pedro S¨¢nchez o, en su ¨¦poca, la alemana Angela Merkel. Sal¨ªa aferrado a una maleta de mano llena de dinero.
Para la justicia belga, es la prueba de que Kaili est¨¢ cometiendo con ayuda de su familia un ¡°flagrante delito¡±, una de las razones por las que un diputado puede perder su inmunidad. As¨ª que los polic¨ªas, esta vez s¨ª, van a detener a la vicepresidenta, eurodiputada del Pasok griego (socialdem¨®crata), en cuyo domicilio tambi¨¦n hallar¨¢n bolsas y maletas llenas de dinero.
Balance de la primera de una serie de jornadas vertiginosas para Europa: seis detenidos, de los que cuatro, entre ellos Panzeri y Kaili, ser¨¢n r¨¢pidamente imputados por corrupci¨®n, pertenencia a organizaci¨®n criminal y blanqueo de dinero; 16 registros y 1,5 millones de euros incautados, que la polic¨ªa belga exhibir¨¢ d¨ªas despu¨¦s en fajos de 50, 100 y 200 euros como si fuera un alijo del narcotr¨¢fico.
¡°Parece una pel¨ªcula mala de Netflix: hay bolsas de dinero, oficinas y casas registradas. Pero no es una pel¨ªcula, es la cruda realidad¡±, resumi¨® el eurodiputado popular Jeroen Lenaers en el pleno de Estrasburgo. En el rostro mostraba su estupefacci¨®n, como la de pr¨¢cticamente todos sus compa?eros de hemiciclo, por el alcance de un esc¨¢ndalo que les ha hecho mirarse unos a otros con desconfianza, pregunt¨¢ndose si un colega o hasta amigo de la c¨¢mara podr¨ªa ser el siguiente imputado. Porque nadie duda de que este esc¨¢ndalo est¨¢ lejos de apagarse.
Hasta el momento, casi todos los acusados y sospechosos ¡ªcomo el belga Marc Tarabella, cuyo domicilio tambi¨¦n ha sido registrado, para lo que Metsola tuvo que regresar precipitadamente desde Malta a Bruselas¡ª pertenecen a la familia del grupo de Socialistas & Dem¨®cratas (S&D). Su presidenta, la espa?ola Iratxe Garc¨ªa, reconoc¨ªa a EL PA?S sentirse ¡°enga?ada¡±, ¡°defraudada¡±, y sobre todo, ¡°enfadada¡± con personas en las que confiaba y que han causado un profundo da?o a su formaci¨®n.
Pero casi nadie en las otras grandes familias pol¨ªticas europeas se ha atrevido a acusar con demasiada fuerza. El Partido Popular Europeo (PPE) lo intent¨® el jueves, durante la ¨²ltima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas del a?o, y el tiro le sali¨® por la culata: apenas unas horas m¨¢s tarde, la Fiscal¨ªa de la UE anunciaba otra investigaci¨®n, totalmente independiente de la de la justicia belga, contra Kaili y otra eurodiputada griega, Maria Spyraki, miembro del PPE y del partido Nueva Democracia del primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis. Para la Fiscal¨ªa europea, tanto Kaili como Spyraki son sospechosas de haber cometido fraude con las dietas para los asistentes parlamentarios y ha pedido que se les levante la inmunidad.
Al igual que hizo el Pasok con Kaili nada m¨¢s conocer su arresto por el Qatargate, tambi¨¦n Nueva Democracia ha apartado de sus filas a Spyraki. Pero el da?o, al PPE y al propio Parlamento Europeo, ya estaba hecho. Otra vez, en apenas unos d¨ªas.
Mientras, la investigaci¨®n belga sobre el Qatargate sigue abierta y muchos creen que la lista de sospechosos puede todav¨ªa crecer. ¡°Va a ser una caja de Pandora¡±, vaticina una diputada espa?ola.
M¨¢s que una mala pel¨ªcula, es una pesadilla. Y las consecuencias son muy serias, porque aunque ya en el pasado se ha pillado a eurodiputados aceptando dinero por cambiar una enmienda, lo del Qatargate, en cuya trama poco a poco aparece tambi¨¦n cada vez m¨¢s involucrado otro pa¨ªs con larga fama de ejercer un agresivo lobby en las instituciones europeas, Marruecos, apunta a ser algo mucho m¨¢s grave. As¨ª lo ha reconocido Metsola, una abogada conservadora maltesa que lleg¨® a Bruselas prometiendo luchar contra la corrupci¨®n y a la que le ha estallado en las manos el peor esc¨¢ndalo de la Euroc¨¢mara cuando no lleva ni un a?o en el cargo como presidenta del hemiciclo.
Desde su primer comunicado, tambi¨¦n la Fiscal¨ªa federal belga dej¨® claro que el caso no es un mero esc¨¢ndalo de chanchullos. Se sospecha que ¡°un pa¨ªs del Golfo¡±, Qatar, habr¨ªa intentado ¡°influir en las decisiones econ¨®micas y pol¨ªticas del Parlamento Europeo, dando sumas de dinero importantes u ofreciendo regalos importantes a personas con una posici¨®n pol¨ªtica o estrat¨¦gica en el seno de la Euroc¨¢mara¡±, seg¨²n la justicia belga.
¡°El dossier es de corrupci¨®n, pero sobre todo de injerencia, los servicios de seguridad belgas llevan un a?o investigando una amenaza de injerencia¡± de otros pa¨ªses, puntualiza el periodista de Le Soir Louis Colart, que ha seguido el caso desde el principio y ha tenido acceso a varios informes judiciales. La investigaci¨®n en s¨ª del Qatargate, cuenta, ha sido extraordinaria, puesto que se mantuvo en alto secreto durante meses para evitar al m¨¢ximo una fuga que alertara a los vigilados o a los que, presuntamente, est¨¢n detr¨¢s de toda la trama: Qatar, que ha negado su implicaci¨®n y, seg¨²n algunos documentos, tambi¨¦n Marruecos, un pa¨ªs que desde hace a?os despliega una intensa red de cabildeo en las instituciones europeas.
Los seis detenidos durmieron el viernes 9 en la c¨¢rcel y tres de ellos ¡ªPanzeri, Giorgi y Kaili¡ª lo siguen haciendo hasta hoy: un juez de instrucci¨®n confirm¨® el mi¨¦rcoles la detenci¨®n preventiva de los dos hombres, mientras que Kaili, que seg¨²n sus abogados clama su inocencia, aplaz¨® su vista al d¨ªa 22 y sigue mientras tanto tambi¨¦n en prisi¨®n. Un cuarto imputado, el tambi¨¦n italiano Niccolo Figa-Talamanca, que dirig¨ªa la ONG No Peace Without Justice, con la que compart¨ªa sede ¡ªy al parecer mucho m¨¢s¡ª la de Panzeri, qued¨® en libertad vigilada y deber¨¢ portar un brazalete electr¨®nico hasta que sea convocado a juicio.
Durante los interrogatorios, Giorgi presuntamente ha reconocido haber sido el responsable de gestionar el dinero en efectivo y ha apuntado a Panzeri, cuya mujer e hija tambi¨¦n fueron detenidas en Italia, como el cerebro de una operaci¨®n en la que afirma podr¨ªan estar implicados otros dos eurodiputados en activo, el belga Marc Tarabella, que ha negado en varias entrevistas su implicaci¨®n, y otro italiano y, tambi¨¦n socialdem¨®crata, Andrea Cozzolino.
Por el contrario, se?ala Le Soir, habr¨ªa exculpado a otra eurodiputada socialista, Marie Arena, presidenta del subcomit¨¦ de Derechos Humanos del Parlamento Europeo que a mediados de noviembre celebr¨® una audiencia sobre los derechos laborales en Qatar que dej¨® a muchos estupefactos por el blanqueo del pa¨ªs que supuso.
No fue la ¨²nica sorpresa en Bruselas. Un diputado alem¨¢n, implicado en la negociaci¨®n de la liberalizaci¨®n de visados para Qatar que se iba a haber aprobado esta semana pero que ha sido paralizada por el esc¨¢ndalo, reconoc¨ªa estos d¨ªas que le pareci¨® ¡°muy raro¡± el inter¨¦s que Kaili, que no participaba en esa negociaci¨®n, mostr¨® por el expediente. Ahora a muchos les cuadran tambi¨¦n sus declaraciones en una reciente sesi¨®n parlamentaria afirmando que Qatar est¨¢ ¡°a la vanguardia¡± de los derechos laborales.
Control de da?os
Muchos otros eurodiputados que, en el pasado m¨¢s o menos reciente, han alabado de alguna manera a Qatar, se han puesto r¨¢pidamente a la defensiva. Como el espa?ol Jos¨¦ Ram¨®n Bauz¨¢ (Cs), que hasta el esc¨¢ndalo presid¨ªa el Grupo de Amistad Qatar-UE y que est¨¢ en el punto de mira por sus lujosos viajes al pa¨ªs del Golfo, algo no necesariamente ilegal pero, en el contexto actual, cuestionado. El eurodiputado ha rehusado contestar a las preguntas de este diario.
Pero no solo se busca contener da?os entre los diputados. Los partidos afectados ya han expulsado de sus filas a los involucrados, S&D ha suspendido a todos los implicados de alguna forma de sus funciones y ha prometido una investigaci¨®n interna, algo que Metsola tambi¨¦n quiere hacer a nivel de toda la Euroc¨¢mara.
Tanto la presidenta del Parlamento Europeo como su colega de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen, han prometido adem¨¢s una serie de reformas para mejorar la transparencia de las instituciones. Quieren, entre otros, imponer un control de los contactos que tienen los eurodiputados con grupos de presi¨®n y organizaciones de pa¨ªses de fuera de la UE. ?Ser¨¢ suficiente? Algunos creen que no. Pero pase lo que pase, pocos dudan de que el Qatargate supondr¨¢ un antes y despu¨¦s en la forma de actuar de unas instituciones europeas que han buscado siempre ser un referente moral y que ahora ven avergonzadas que algunos de los suyos no son mucho mejores que a los que critican.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.