Macron afronta su peor crisis pol¨ªtica con la calle en tensi¨®n
El presidente franc¨¦s se expone a quedar debilitado para el resto del mandato y a afrontar un malestar permanente en la calle tras la adopci¨®n sin voto parlamentario de la reforma de las pensiones
¡°?Macron, a la hoguera!¡±, grita la multitud mientras echa al fuego una imagen en tama?o real del presidente de la Rep¨²blica. Despu¨¦s, canta: ¡°Luis XVI, lo hemos decapitado; Macron, podemos volver a hacerlo¡±.
As¨ª luce un viernes por la noche la plaza de la Concordia, el mismo lugar donde el 21 de enero de 1793 los franceses guillotinaron a Luis XVI. As¨ª est¨¢n las cosas en la Francia de este fin de invierno de 2023, un pa¨ªs en c¨®lera contra el presidente Emmanuel Macron por haber impuesto el jueves, sin voto parlamentario y por la v¨ªa expeditiva del art¨ªculo 49.3 la Constituci¨®n, la reforma de las pensiones.
La reforma contempla aumentar de los 62 a los 64 a?os la edad legal de jubilaci¨®n y adelantar ocho a?os antes de lo previsto la exigencia de 43 a?os de cotizaciones para cobrar la pensi¨®n completa. Siete de cada 10 franceses se oponen a estas medidas.
El proyecto, una promesa electoral de Macron al ser reelegido en abril de 2022, tens¨® el pa¨ªs desde que la primera ministra, ?lisabeth Borne, lo present¨® en enero. Se han celebrado ocho jornadas de movilizaci¨®n nacional que han sacado masivamente a los franceses a las calles. Y estas semanas se han convocado paros en sectores clave como los transportes, la energ¨ªa o la limpieza p¨²blica en Par¨ªs. Las protestas espont¨¢neas y los altercados continuaron el s¨¢bado en Par¨ªs y otras ciudades por tercer d¨ªa consecutivo.
Hac¨ªa a?os que los sindicatos no se un¨ªan en bloque frente al Gobierno. Hac¨ªa d¨¦cadas ¨Dposiblemente desde las protestas y huelgas que en 1995 forzaron al presidente Jacques Chirac a dar marcha atr¨¢s en sus reformas¨D que una iniciativa presidencial no desataba un rechazo tan amplio.
La tensi¨®n se dispar¨® tras recurrir el Gobierno al art¨ªculo 49.3, que permite zanjar los debates en la Asamblea Nacional y adoptar una ley sin someterla a votaci¨®n. Macron opt¨® por esta v¨ªa tras constatar que lo ten¨ªa dif¨ªcil para obtener una mayor¨ªa de diputados a favor. En las legislativas de junio de 2022, los macronistas perdieron la mayor¨ªa absoluta de esca?os. Borne ya hab¨ªa usado 10 veces al 49.3, pero ninguna para una ley tan impopular.
El lunes, la oposici¨®n ¨Ddesde la izquierda radical a la extrema derecha y pasando por algunos centristas y conservadores¨D medir¨¢ sus fuerzas con dos mociones de censura. Si triunfan, derribar¨¢n a Borne y a su Gobierno y anular¨¢n la reforma.
Macron se enfrenta a la mayor crisis social desde la revuelta de los chalecos amarillos en 2018. Y a la mayor crisis pol¨ªtica desde que en 2017 conquist¨® el poder derrotando a los viejos partidos y a la extrema derecha, y prometiendo, como rezaba el t¨ªtulo del ensayo que public¨® entonces, una revoluci¨®n.
Ahora, ¡°revoluci¨®n¡± es uno de los esl¨®ganes que se lee en las pintadas de la plaza de la Concordia de Par¨ªs entre gases lacrim¨®genos y cargas policiales. Y el presidente joven y audaz que fren¨® a la extrema derecha en Francia cuando esta corriente ten¨ªa el viento a favor, y que iba a modernizar el pa¨ªs, se arriesga a quedar debilitado para los cuatro a?os restantes de su segundo mandato, aunque logre imponer la madre de todas las reformas. Y esto, en un ambiente de pesimismo y un malestar existencial ¨Dpese al desempleo m¨¢s bajo en m¨¢s de una d¨¦cada, pese a uno de los Estados del bienestar m¨¢s robustos del mundo, pese a una econom¨ªa todav¨ªa pr¨®spera¨D que hace bueno el diagn¨®stico que Jean-Paul Sartre formul¨® hace m¨¢s de 60 a?os: ¡°Francia fue anta?o el nombre de un pa¨ªs; cuid¨¦monos de que en 1961 no sea el nombre de una neurosis¡±.
Nadie defiende la reforma, aparte de los ministros y diputados macronistas, y muchos sin excesiva convicci¨®n. No hay tribunas de intelectuales a favor de su proyecto de las pensiones, aunque las medidas que plantea est¨¦n lejos de ser extremistas, como las pintan algunos detractores, y aunque se hayan aplicado en forma similar en los principales pa¨ªses del entorno, sin provocar una reacci¨®n comparable. Pocos defienden al presidente.
¡°Est¨¢ muy solo¡±. As¨ª lo resume alguien que trabaj¨® con Macron, entonces ministro de Econom¨ªa, en el Gobierno del socialista Fran?ois Hollande, alguien que particip¨® junto a ¨¦l ¨Dy a veces chocando con ¨¦l¨D en las batallas parlamentarias de aquella ¨¦poca. Manuel Valls, ex primer ministro franc¨¦s, exconcejal en su Barcelona natal y alejado de la primera l¨ªnea pol¨ªtica, se define, citando a Raymond Aron, como un ¡°espectador comprometido¡±. Lo que ve en Francia no le gusta: ¡°Estoy preocupado¡±.
A Valls no le cabe ninguna duda: si hubiese sido diputado ¨Dlo fue durante parte de la primera legislatura de Macron, como independiente en las filas macronistas¨D, habr¨ªa apoyado la reforma de las pensiones. Y si hubiese sido primer ministro, o presidente, hubiese activado, como hicieron Macron y Borne esta semana, el art¨ªculo 49.3. Cree que la alternativa, la derrota de la ley en la Asamblea, habr¨ªa sido peor. Pero expresa dudas de fondo no solo sobre el contenido de la reforma, sino la manera como Macron ha gobernado sin lograr, ni en su primer mandato ni tras la reelecci¨®n, reconciliar a los franceses, un pueblo eminentemente pol¨ªtico, donde el Estado es objeto de todas las iras y a la vez todo se espera de ¨¦l.
¡°En Espa?a no existe la misma relaci¨®n con la pol¨ªtica, no es un pa¨ªs centralizado como Francia, y los espa?oles no creen que la pol¨ªtica vaya a cambiarlo todo¡±, analiza Valls en un caf¨¦ del barrio de Saint-Germain-des-Pr¨¨s. ¡°En Francia, la pol¨ªtica sirve tanto para la bomba at¨®mica como para la recogida de basuras o para fijar la velocidad m¨¢xima en la carretera¡±. El ex primer ministro se refiere al poder del Estado y del presidente, que va desde tener a mano el bot¨®n nuclear hasta la seguridad viaria. Esto lo convierte en uno de los jefes de Estado m¨¢s poderosos de las democracias modernas. Y, a la vez, en un monarca, la figura en la que se proyectan todas las iras, las neurosis de la naci¨®n.
¡°Hay en Francia un sentimiento terrible de decadencia¡±, dice Valls. Y precisa: ¡°A m¨ª me parece exagerad¨ªsimo¡±. Que sea exagerado, sin embargo, no es obst¨¢culo para que exista. Es una impresi¨®n ampliamente compartida: este pa¨ªs ya no es el que fue, los servicios p¨²blicos se degradan, faltan m¨¦dicos o camas en los hospitales, la educaci¨®n p¨²blica pierde excelencia y, pese a ser una potencia nuclear con sill¨®n permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, de repente descubre que carece de suficientes tanques y municiones para ayudar a Ucrania. En este contexto, una reforma que se percibe como una agresi¨®n a los derechos sociales es la gota que colma el vaso.
A esto se a?ade que, despu¨¦s de unos a?os de continuas convocatorias electorales, los franceses no ir¨¢n a las urnas hasta 2024 con las elecciones europeas y, despu¨¦s, hasta 2026 con las municipales. Y otro problema, seg¨²n Valls: al contrario que en Alemania o Espa?a, donde sigue d¨¢ndose una alternancia entre los viejos partidos de centroizquierda y centroderecha, en Francia este sistema salt¨® por los aires con la llegada de Macron al poder, y hoy no existe una oposici¨®n moderada al presidente, o es muy d¨¦bil. ¡°Como no hay elecciones y no hay alternativa, la olla a presi¨®n est¨¢ al m¨¢ximo¡±, resume el ex primer ministro. ¡°No tener una soluci¨®n es peor¡±.
Si triunfa la moci¨®n de censura, Borne y su Gobierno dimitir¨¢n y Macron podr¨¢ nombrar uno nuevo o disolver la Asamblea y convocar nuevas elecciones legislativas. Si perdiese estos comicios, los efectos ser¨ªan incalculables. Un resultado posible ser¨ªa un hemiciclo todav¨ªa m¨¢s ingobernable que el actual, quiz¨¢ con el Reagrupamiento Nacional, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, como primer grupo. En septiembre, Alain Minc, asesor de varios presidentes y habitual de los salones del poder, aventuraba, en una conversaci¨®n en su despacho en el centro de la capital, qu¨¦ ocurrir¨ªa si Macron anticipase las legislativas: ¡°Si las perdiese, no excluyo en absoluto que se marche¡±.
El otro escenario es que la moci¨®n de censura fracase. Entonces, Macron puede intentar continuar con Borne como primera ministra. O nombrar a un sustituto para hacer visible un cambio de rumbo, quiz¨¢ con una coalici¨®n de gobierno con la derecha moderada.
El horizonte pol¨ªtico empezar¨¢ a despejarse el lunes. El horizonte social ser¨¢ m¨¢s complicado. Por primera vez desde el inicio de las protestas contra la reforma, desde el jueves se repiten episodios violentos, con enfrentamientos de manifestantes con la polic¨ªa e im¨¢genes de basuras ardiendo en Par¨ªs o en el asalto a un Ayuntamiento de barrio en Lyon.
¡°Existe, evidentemente, una posibilidad de radicalizaci¨®n y una tentaci¨®n de violencia¡±, observa Luc Rouban, polit¨®logo en Sciences Po. ¡°Pero la violencia tiene un alcance limitado en pol¨ªtica, quienes participan en ella son idiotas ¨²tiles del Gobierno. Quiz¨¢ divierta a los periodistas un par de d¨ªas, pero no a quienes viven en Par¨ªs o las grandes ciudades. Al cabo de un tiempo, esto refuerza la demanda de autoridad, la demanda de orden p¨²blico. ?Y cu¨¢l es el partido que dice: ¡®Haremos pol¨ªticas sociales, pero queremos m¨¢s autoridad¡¯? Es el Reagrupamiento Nacional y por eso hoy se encuentra en una posici¨®n de fuerza para instrumentalizar esta c¨®lera¡±.
El legado de Macron se perfila. Ha querido ser el presidente reformista, pero tambi¨¦n le definir¨¢ lo que venga despu¨¦s. Las elecciones presidenciales son en 2027. ¡°El legado negativo¡±, dice Fr¨¦d¨¦ric Dabi, del instituto demosc¨®pico Ifop, ¡°ser¨ªa que, como Barack Obama en Estados Unidos, que dio las llaves de la Casa Blanca a Donald Trump, ¨¦l se las diese a Marine Le Pen.¡±
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