Honestidad brutal, con m¨¢s de lo segundo que de lo primero
Macron fue reelegido con un programa que inclu¨ªa la reforma de las pensiones, por lo que no hay enga?o. Lo que est¨¢ en cuesti¨®n no es el fondo, sino la forma
Lord Kilmorey, Richard Needham en el mundo real, ocup¨® distintos ministerios brit¨¢nicos entre 1985 y 1995 y fue de los pocos diputados conservadores que nunca admiraron a Margaret Thatcher. Ella lo despreciaba por ser uno de esos ¡°h¨²medos¡± que se preocupaban por las cifras de desempleo y la desigualdad creciente. ?l dej¨® para la posteridad una frase que defin¨ªa perfectamente a Thatcher, sin necesidad de mencionarla: ¡°Las personas que son brutalmente honestas disfrutan de la brutalidad tanto como de la honestidad, o posiblemente m¨¢s¡±.
Emmanuel Macron fue reelegido como presidente el a?o pasado con un programa que inclu¨ªa la reforma de las pensiones. Quienes lo votaron conoc¨ªan su prop¨®sito de retrasar la edad de jubilaci¨®n. Nadie puede declararse enga?ado. Lo que est¨¢ en cuesti¨®n no es tanto el fondo de la reforma (sobre el que el Consejo Constitucional dif¨ªcilmente pod¨ªa oponer reparos) como la forma en que se ha llevado a cabo: por decreto, con la oposici¨®n de la Asamblea Nacional y con una cierta fruici¨®n cruel por parte del presidente.
A Macron, el gran destructor del paisaje pol¨ªtico franc¨¦s (un paisaje que, ciertamente, llevaba a?os en estado ruinoso), se ha embarcado ahora en una batalla contra los sindicatos, quiz¨¢ a vida o muerte. Igual que Thatcher hace 40 a?os. Y lo ha hecho, como Thatcher, con una honestidad brutal en la que, apelando a Lord Kilmorey, parece haber disfrutado especialmente de la brutalidad. Con m¨¢s de cuatro a?os de mandato por delante.
Desde hoy hasta 2027, las pensiones marcar¨¢n la actividad pol¨ªtica. Marine Le Pen y Jean-Luc M¨¦lenchon, dirigentes de los dos movimientos ¨Dno quedan grandes partidos en Francia¨D que flanquean el macronismo por la extrema derecha y la extrema izquierda, ya han pedido el voto de quienes quieren recuperar la jubilaci¨®n a los 62 a?os. Para la ultraderechista Le Pen, que encabeza los sondeos ahora mismo, la impopular reforma constituye un fuerte empuj¨®n, quiz¨¢ suficiente para alcanzar esa mayor¨ªa que por dos veces, ambas frente a Macron, le han negado los electores.
Conviene tener en cuenta varios factores importantes. Uno, que no hay elecciones de gran relevancia a la vista (senatoriales parciales en oto?o, europeas el a?o pr¨®ximo) y Macron dispone, por tanto, de un cierto margen. Dos, que no toda Francia rechaza la reforma: en las ciudades, donde abundan los trabajos de oficina, no se ve tan mal como en las zonas industriales y rurales. Y tres: que cualquier promesa de revocar la reforma, como la formulada por Marine Le Pen, tiene una credibilidad escasa. La heredera de la dinast¨ªa Le Pen ha cambiado suficientes veces de posici¨®n en cuestiones fundamentales (euro no, euro s¨ª, por ejemplo) como para estimular la duda.
Volvamos a la honestidad y recordemos que Macron no ha sido del todo honesto: hace pocos meses a¨²n descartaba por completo la opci¨®n de sacar adelante la reforma por la v¨ªa del art¨ªculo 49, apartado 3, de la Constituci¨®n, es decir, por decreto. Y eso fue lo que hizo. En cuanto a brutalidad, por el contrario, no puede pon¨¦rsele ning¨²n reparo. Ha sido tan brutal en los salones como la polic¨ªa lo ha sido, y sigue si¨¦ndolo, en la calle.
Es posible que la protesta sindical y ciudadana no hubiera sido tan vehemente si el presidente fuera otro. Media Francia detesta a Macron de forma visceral. La otra media no lo vota por convicci¨®n, sino por conveniencia: hacen falta reformas y la ¨²nica alternativa a Macron, de momento, es la ultraderecha. Cabe esperar grandes dosis de brutalidad, de un lado y de otro, en el futuro pr¨®ximo.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.