Biden se planta ante la revoluci¨®n conservadora del Supremo de EE UU
El presidente busca la manera de sortear las sentencias con las que el tribunal est¨¢ acometiendo cambios de calado en pol¨ªticas asentadas durante d¨¦cadas
¡°Este tribunal no es normal¡±. Al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, le acababan de preguntar si consideraba que el Supremo era un tribunal corrupto, y Biden no lleg¨® a tanto. Durante esta semana, ha mostrado su indignaci¨®n ante las tres sentencias con las que la supermayor¨ªa conservadora del Supremo ha continuado la revoluci¨®n conservadora en la que se embarc¨® ya el a?o pasado con las sentencias sobre el aborto, las armas de fuego y la lucha contra el cambio clim¨¢tico, entre otras. Un Biden desafiante, adem¨¢s, busca la manera de enfrentarse al tribunal y sortear las decisiones de los jueces con medidas alternativas, aunque no es f¨¢cil contrarrestar su efecto.
El presidente compareci¨® el jueves para criticar la sentencia que elimina la discriminaci¨®n positiva racial en el acceso a la universidad y encarg¨® al Departamento de Educaci¨®n nuevas pautas de admisi¨®n para lograr campus m¨¢s inclusivos y diversos. ¡°No podemos permitir que esta decisi¨®n sea la ¨²ltima palabra¡±, dijo. El viernes se plant¨® de nuevo contra la sentencia que anulaba la condonaci¨®n parcial de la deuda estudiantil y anunci¨® que usar¨¢ otra v¨ªa legal para volver a aprobar esa quita: ¡°La decisi¨®n de hoy ha cerrado un camino. Ahora vamos a seguir otro. Nunca voy a dejar de luchar por vosotros¡°, afirm¨®.
En su intervenci¨®n, Biden atac¨® una y otra vez a los republicanos, a los que acus¨® de ¡°arrebatar la esperanza¡± a millones de estudiantes tras haberse beneficiado de quitas millonarias en los pr¨¦stamos de la pandemia. ¡°La hipocres¨ªa es impresionante¡±, sigui¨®, ¡°simplemente no pod¨ªan soportar la idea de proporcionar alivio a los estadounidenses de clase media y trabajadora¡±.
El presidente tambi¨¦n quiere plantar cara a la tercera decisi¨®n m¨¢s pol¨¦mica de la semana, la que respalda a la dise?adora que rechaza hacer webs para bodas entre homosexuales. Biden no solo ha criticado duramente la sentencia, sino que trata de reforzar las garant¨ªas federales contra la discriminaci¨®n y promueve una ley de igualdad (con pocos visos de prosperar, eso s¨ª) que blinde esos derechos.
La revoluci¨®n conservadora del Supremo marcar¨¢ la pol¨ªtica estadounidense durante a?os. Los dem¨®cratas conf¨ªan en que se repita la historia de las legislativas de 2022, cuando la sentencia del aborto provoc¨® una reacci¨®n que sirvi¨® para movilizar a su electorado. Las nuevas decisiones del Supremo pueden permitir a Biden movilizar la ira de los votantes latinos, negros y j¨®venes ante una reelecci¨®n de 2024 que se presenta complicada.
Hasta esta semana, el curso judicial parec¨ªa tranquilo. Varias decisiones un¨¢nimes y otras en que algunos jueces conservadores hab¨ªan unido fuerzas con los progresistas daban la imagen de un tribunal algo m¨¢s centrado y con voluntad de consenso. En las decisiones clave, el ultraconservador Clarence Thomas se hab¨ªa quedado en minor¨ªa m¨¢s veces que las juezas progresistas. Ten¨ªa algo de espejismo. El curso se ha cerrado con un volantazo a la derecha sin complejos y con agrias palabras cruzadas entre el sector conservador y el progresista del tribunal, en lo que en ocasiones ha parecido algo personal, como en el caso de los ataques cruzados entre los dos miembros negros del tribunal, Clarence Thomas y Ketanji Brown Jackson.
Las tres sentencias de esta semana que han dividido al tribunal en dos bloques ideol¨®gicos han sido la de la discriminaci¨®n positiva (que algunos progresistas y algunos abogados temen que tenga eco m¨¢s all¨¢ de la universidad y afecte a las pol¨ªticas de diversidad e inclusi¨®n de las empresas), la que anula la condonaci¨®n de 10.000 a 20.000 d¨®lares de la mayor¨ªa de pr¨¦stamos estudiantiles y la que concedi¨® a una dise?adora de p¨¢ginas web una ¡°licencia para discriminar¡° a parejas homosexuales, como la calificaron las juezas progresistas en su voto particular discrepante y Ben Olinsky, vicepresidente del Center for American Progress.
Batallas culturales
Este ¨²ltimo caso refleja el tipo de batallas culturales que la mayor¨ªa conservadora del tribunal est¨¢ dispuesta a dar. Ninguna pareja del mismo sexo le hab¨ªa pedido una web para su boda a la dise?adora. Ni siquiera hac¨ªa webs para bodas. Era todo un caso prefabricado a medida e impulsado por un grupo ultraconservador para ganar una batalla contra la comunidad LGTBI.
Antes de la traca final, en varios casos importantes, jueces conservadores y progresistas hab¨ªan unido fuerzas para rechazar las pretensiones m¨¢s extremas presentadas ante el tribunal por republicanos y grupos conservadores. Juntos validaron pol¨ªticas migratorias de deportaci¨®n del Gobierno de Biden. Tambi¨¦n rechazaron un agresivo mapa electoral de Alabama que perjudicaba al voto negro. Y asimismo hicieron o¨ªdos sordos a una a¨²n m¨¢s agresiva teor¨ªa electoral trumpista, la doctrina de la legislatura estatal independiente, que amenazaba con socavar los cimientos de la democracia al dejar sin control de los tribunales estatales las normas y decisiones electorales que dictasen sus parlamentos. Conservadores y progresistas juntos respaldaron tambi¨¦n una ley de bienestar infantil para los nativos americanos en una disputa sobre adopci¨®n.
Adem¨¢s, hubo unanimidad en otras decisiones importantes, como la que mantuvo el blindaje de las redes sociales por el contenido que publican sus usuarios o la que respald¨® (si no supone una carga excesiva para la empresa) los derechos religiosos de un repartidor que no quiere trabajar los domingos por su fe.
Han sido las tres ¨²ltimas sentencias las que han recordado que la mayor¨ªa conservadora ¡ªlograda con algo de juego sucio de los republicanos gracias a los tres nombramientos de Donald Trump durante su mandato¡ª est¨¢ ah¨ª para quedarse. Desde Richard Nixon, ning¨²n presidente hab¨ªa podido nombrar tantos magistrados del Supremo. Pese a que los republicanos solo han ganado en voto popular en unas elecciones presidenciales desde 1992 (las de 2004 con George W. Bush), el Supremo tiene seis jueces conservadores por tres progresistas.
¡°Despu¨¦s de un esfuerzo de varias d¨¦cadas, financiado por intereses especiales para remodelar el poder judicial federal, la derecha fan¨¢tica trumpista ha capturado el Tribunal Supremo y ha logrado pol¨ªticas peligrosas y regresivas que nunca podr¨ªan conseguir en las urnas¡±, ha dicho esta semana Chuck Schumer, l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en el Senado, mientras Trump y los republicanos celebraban cada sentencia pol¨¦mica.
El tribunal es relativamente joven (los magistrados conservadores de m¨¢s edad son Clarence Thomas, de 75 a?os, y Samuel Alito, de 73) y los puestos son vitalicios. Algunos congresistas dem¨®cratas han propuesto ampliar su composici¨®n o limitar los mandatos, pero Biden no tiene ni mayor¨ªa para aprobarlo ni ganas de hacerlo. Considera que solo servir¨ªa para politizar m¨¢s la justicia.
Las juezas progresistas han levantado su voz en los votos particulares. ¡°En todos los aspectos, el tribunal hoy excede su papel apropiado y limitado¡±, escribi¨® Elena Kagan sobre la sentencia de los pr¨¦stamos universitarios. La decisi¨®n ¡°hace retroceder d¨¦cadas de precedentes y progresos trascendentales¡±, dijo Sonia Sotomayor sobre la de la discriminaci¨®n positiva. ¡°Es err¨®neo, profundamente err¨®neo¡±, sostuvieron las tres juezas progresistas acerca del fallo de la dise?adora web.
¡°Creo que el tribunal ha malinterpretado la Constituci¨®n¡±, dijo Biden el viernes en una intervenci¨®n que sorprendi¨® a expertos como Noah Rosenblum, profesor asociado de la NYU School of Law. ¡°Es una confrontaci¨®n muy directa con el tribunal, mucho m¨¢s que despu¨¦s de Dobbs [la sentencia del aborto]. Algo salvaje¡±, sostiene Rosenblum.
Viajes escandalosos para jueces
El Tribunal Supremo no ha sido noticia este curso judicial solo por sus sentencias polémicas, sino también porque varios escándalos han puesto en cuestión la credibilidad ética de algunos de sus magistrados. Revelaciones periodísticas han mostrado que dos jueces del ala conservadora, Clarence Thomas y Samuel Alito, han recibido invitaciones y regalos de lujo que no declararon por parte de grandes donantes republicanos.
ProPublica desveló que Thomas se ha beneficiado durante 20 años junto a su esposa, Victoria Ginni Thomas, de estancias en hoteles de lujo, vuelos en avión privado y cruceros gracias a la generosidad de su multimillonario amigo Harlan Crow, un magnate inmobiliario y destacado donante republicano. En el caso de Alito, voló a Alaska para un viaje de pesca en un avión privado en 2008 que pertenecía a un gestor de fondos que litigó en repetidas ocasiones ante el Supremo. Alito no se abstuvo y alega ignorancia.
En mayo, el presidente del Supremo, John Roberts, dijo, sin ofrecer detalles concretos, que el tribunal puede hacer más para “adherirse a los más altos estándares” de conducta ética. Los demócratas pidieron en el Congreso más regulación y transparencia.
”Este Tribunal Supremo capturado por el movimiento MAGA [por el lema de Trump]se siente libre para aceptar lujosos regalos y vacaciones de sus poderosos y grandes amigos, mientras se niegan a ayudar a los estadounidenses de a pie”, denunciaba el viernes Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado.
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