Mano dura con la inmigraci¨®n: ?victoria de la extrema derecha o ant¨ªdoto?
El pacto de la UE, la nueva ley francesa y los debates en Reino Unido y Estados Unidos marcan un 2024 electoral en el que los nacionalpopulistas avanzan posiciones en Occidente
Todo est¨¢ listo en el instituto Suzanne Valadon para acoger a 120 personas que duermen en la calle, muchas de ellas inmigrantes. Ya est¨¢n instaladas las camas plegables en las aulas y duchas desmontables. Es un viernes gris y lluvioso en Par¨ªs. A este viejo edificio, hasta ahora desocupado, han acudido l¨ªderes vecinales y pol¨ªticos con un mensaje: hay que proteger a los inmigrantes. Sea como sea. Diga lo que diga la ley, adoptada esta semana con los votos de la extrema derecha, que endurece el acceso de los extranjeros a algunos beneficios del robusto Estado del bienestar franc¨¦s. Hay, entre los presentes, alguien para quien estas medidas tocan una fibra ¨ªntima.
¡°Les hablo con emoci¨®n, porque, un poco, esta tambi¨¦n es mi historia¡±, dice a la prensa la alcaldesa, Anne Hidalgo. Ella, que naci¨® en C¨¢diz y lleg¨® a Francia con dos a?os, pertenece a este tercio de franceses que tiene al menos un progenitor o un abuelo inmigrante. Ve en la ley, impulsada por el presidente, Emmanuel Macron, una deriva peligrosa. ¡°Francia no puede seguir este camino, no es el camino de sus valores¡±, dir¨¢ despu¨¦s la socialista Hidalgo a EL PA?S. El presidente, denuncia, ¡°est¨¢ preparando el acceso al poder de Marine Le Pen¡±.
Lo cree Hidalgo. Lo dijo Le Pen, l¨ªder del partido del Reagrupamiento Nacional: ¡°Podemos alegrarnos de un avance ideol¨®gico, incluso de una victoria ideol¨®gica.¡± Algunos, en la izquierda, sostienen que, al endurecer la legislaci¨®n migratoria, Macron normaliza la ideolog¨ªa de Le Pen. Aunque la haya derrotado dos veces en las presidenciales, y aunque sean rivales feroces, la estar¨ªa ayudando a conquistar el El¨ªseo en las elecciones presidenciales de 2027. A este argumento, Macron y otros en el campo moderado contraponen que, para frenar el voto extremista, hay que abordar de frente lo que nutre este voto, como el miedo a la inmigraci¨®n. No habr¨ªa mejor ant¨ªdoto.
De Washington a Par¨ªs, de Estocolmo a Berl¨ªn, y hasta Australia, la inmigraci¨®n ocupa, en este oto?o e inicio de invierno, un lugar central, que no ocupaba desde hac¨ªa tiempo. La Uni¨®n Europea acaba de acordar, tras a?os de negociaciones, un pacto de migraci¨®n y asilo.
En pa¨ªses de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®micos (OCDE), hubo m¨¢s de seis millones de inmigrantes permanentes en 2022, un r¨¦cord, y un r¨¦cord en el n¨²mero de demandantes de asilo, m¨¢s de dos millones. En la UE, esta cifra va en camino de alcanzar en 2023 el nivel m¨¢s alto desde la crisis de 2015 y 2016, sin contar a los ucranios. El n¨²mero de migrantes irregulares que llegan por el Mediterr¨¢neo ¡ªy a pa¨ªses como Espa?a, donde el debate no polariza con la misma intensidad que en el resto de Europa¡ª tambi¨¦n ser¨¢ el mayor en a?os recientes.
Pero de aqu¨ª a hablar, como hace la extrema derecha, de ¡°inundaci¨®n migratoria¡± o ¡°gran reemplazo¡± de aut¨®ctonos por extranjeros, hay, sin embargo, un trecho.
¡°Se usa un vocabulario muy ofendido: estar¨ªamos inundados y la inmigraci¨®n estar¨ªa fuera de control¡±, lamenta Fran?ois H¨¦ran, titular de la c¨¢tedra Migraciones y Sociedades en el Colegio de Francia, instituci¨®n que, desde el Renacimiento, ocupa la c¨²spide de la ciencia y el saber franceses. Y a?ade: ¡°S¨ª, hay una progresi¨®n. Pero no es una explosi¨®n de las demandas de asilo y la inmigraci¨®n.¡±
Elecciones en 2024
Se avecina, en este contexto, un 2024 de elecciones en Europa (al Parlamento Europeo, en varios Estados federados alemanes, quiz¨¢ en el Reino Unido) y en Estados Unidos. Los moderados ¡ªel espectro amplio que va de la izquierda socialdem¨®crata a la derecha de ra¨ªz democristiana¡ª observan con inquietud la consolidaci¨®n de la derecha populista, nacionalista o extrema, y victorias recientes como la de Geert Wilders en Pa¨ªses Bajos. Y responden con nuevas leyes migratorias.
No solo en Francia. En Alemania, el canciller socialdem¨®crata Olaf Scholz ha anunciado: ¡°Tenemos que empezar a deportar a gran escala¡±. En Suecia, en plena ola de violencia relacionada con el tr¨¢fico de drogas, el primer ministro, Ulf Kristersson, declar¨® en septiembre: ¡°Nos ha llevado aqu¨ª una pol¨ªtica de inmigraci¨®n irresponsable¡±. En el Reino Unido se tramita en el Parlamento la ley para deportar a migrantes a Ruanda, mientras que en Estados Unidos la derecha supedita la ayuda a Ucrania a m¨¢s fondos para blindar la frontera con M¨¦xico. Este es el ambiente.
Al tel¨¦fono, Patrick Vignal, diputado del partido de Macron por un distrito del sur de Francia. ¡°Al Reagrupamiento Nacional no se lo combate solo con palabras¡±, dice. ¡°?Por qu¨¦ yo lo hago recular? Piso el terreno¡±. En los pueblos cerca de Montpellier, Vignal escucha las inquietudes por el incivismo, la delincuencia, el islamismo. Es un terreno abonado para Le Pen. ?l vot¨® s¨ª a la pol¨¦mica ley.
Macron lo dijo de otra manera: ¡°Si cerramos los ojos, si decimos que no hay problema de inmigraci¨®n, hacemos el juego del Reagrupamiento Nacional¡±. Es una discusi¨®n, tambi¨¦n, en la izquierda que desde hace a?os ve c¨®mo una parte de las clases populares, hist¨®ricamente su vivero electoral, se pasan en masa al populismo nacionalista o a la extrema derecha. Sucedi¨® en EE UU con Trump. O en Francia con Le Pen. En regiones desindustrializadas, los votantes dem¨®cratas, o comunistas y socialistas en el caso franc¨¦s, se sintieron abandonados, incluso despreciados por las ¨¦lites progresistas, urbanas y multiculturales.
¡°La inmigraci¨®n act¨²a como una especie de revelador fotogr¨¢fico de los problemas sociales de un pa¨ªs¡±, explica Didier Leschi, director general de la Oficina francesa de la inmigraci¨®n y de integraci¨®n. Para este antiguo trotskista que se sigue considerando ¡°un muchacho de izquierdas¡±, hay que pensar la inmigraci¨®n como una cuesti¨®n social con un impacto en nuestras democracias.
¡°Una parte de los ciudadanos europeos se pregunta si este sistema puede ampliarse hasta el infinito, y si puede permitir acoger a todos los que desean beneficiarse de ¨¦l sin haber contribuido¡±, dice Leschi en un caf¨¦ de la plaza de la Bastilla. ¡°Los que poseen bienes inmobiliarios, los que han heredado o los que viven en una situaci¨®n acomodada, no se preocupan por ello. Pero, para aquellos para quienes el Estado social es el ¨²nico bien, es un temor que no se debe despreciar¡±. Y avisa: ¡°La extrema derecha europea tiene el viento en popa porque da la impresi¨®n de interesarse por la cuesti¨®n social, lo que hace olvidar su peligrosa xenofobia¡±. En otras palabras: o las fuerzas democr¨¢ticas se ocupan de esta cuesti¨®n, o se ocupar¨¢n los extremistas.
Leschi se refiere, durante la conversaci¨®n, al caso de Escandinavia. Modelo por excelencia de la socialdemocracia m¨¢s abierta al mundo y del Estado del bienestar m¨¢s desarrollado, en un pa¨ªs como Suecia gobierna hoy una coalici¨®n apoyada por la extrema derecha. En Dinamarca, los socialdem¨®cratas se han impuesto con pol¨ªticas de mano dura con la inmigraci¨®n.
¡°Si solo la extrema derecha habla de los problemas, entonces la gente buscar¨¢ las soluciones solo en la extrema derecha¡±, dec¨ªa en 2019 al diario brit¨¢nico Financial Times el socialdem¨®crata Mattias Tesfaye, hijo de un et¨ªope y una danesa y actual ministro de Educaci¨®n. ¡°Si yo fuese un liberal de derechas o si estuviese en un pa¨ªs anglosaj¨®n, entonces las fronteras abiertas no ser¨ªan un problema para m¨ª, pero en un Estado del bienestar escandinavo, la inmigraci¨®n debe estar controlada¡±.
Tambi¨¦n se refiere a Dinamarca en sus discursos Sahra Wagenknecht, la pol¨ªtica de moda en Alemania. Wagenknecht ha roto con Die Linke, formaci¨®n hermana de Podemos, para formar su propio partido. Con una defensa de la mano dura con la inmigraci¨®n, corteja sin complejos al votante de Alternativa para Alemania, el pujante partido de la extrema derecha. ¡°Naturalmente, hay muchas personas que votan a la AfD no porque sean de derechas, sino porque est¨¢n enfadadas y desesperadas¡±, dijo en una entrevista con la cadena ZDF. ¡°Queremos hacer a estas personas una oferta seria¡±.
Miedo
Es un mensaje que se escucha en sectores de la izquierda de todo Occidente. En Estados Unidos, el senador John Fetterman apoy¨® al candidato presidencial Bernie Sanders en 2016 frente a la centrista Hillary Clinton, y tiene su feudo en una zona industrial y obrera de Pensilvania. Ahora ha declarado, a prop¨®sito de las demandas del Partido Republicano para frenar la inmigraci¨®n: ¡°No me parece irrazonable tener una frontera segura¡±.
El peligro, seg¨²n quienes discrepan de esta l¨ªnea, es acabar haciendo el juego a la extrema derecha. Lo ha dicho a Le Monde, en referencia a la nueva ley, el expresidente socialista Fran?ois Hollande: ¡°El presidente Macron y el Gobierno no han tomado los votos del Frente Nacional [nombre anterior del Reagrupamiento Nacional], han tomado sus ideas¡±. Y as¨ª, si se sigue este razonamiento, no se frenar¨¢ a la extrema derecha. Al contrario.
¡°Hay un argumento intuitivo seg¨²n el cual la extrema derecha defiende restringir la inmigraci¨®n y as¨ª, cuando partidos centrales promueven pol¨ªticas migratorias m¨¢s duras, los votantes de la extrema derecha deber¨ªan volver al centro¡±, explica Werner Krause, polit¨®logo en la Universidad de Potsdam y coautor del estudio ?Funciona el acomodamiento? Las estrategias de los partidos mayoritarios y el ¨¦xito de los partidos de la derecha radical. Pero a?ade: ¡°Lo hemos puesto a prueba con una muestra de una docena de pa¨ªses desde los a?os setenta y hemos descubierto que no ocurre as¨ª. Lo que hemos observado es que todav¨ªa m¨¢s votantes tienden a pasarse a la extrema derecha. El problema es que, al promover estas ideas, puede legitimarse¡±.
Avisa el dem¨®grafo Herv¨¦ Le Bras: ¡°?Acaso ir en el sentido de los miedos de los franceses los tranquiliza? Yo creo que, al contrario, todav¨ªa les da m¨¢s razones para tener miedo¡±. Le Bras observa que, en pa¨ªses como Francia, Alemania o Estados Unidos, el voto para la derecha populista suele ser mayor en las zonas donde menos inmigrantes hay. ¡°La inmigraci¨®n¡±, explica, ¡°es una palabra maleta¡±. Cuando se habla de inmigraci¨®n, a menudo no se habla de experiencias vividas sino de otras cosas, como la identidad, la inseguridad o el sentimiento de desprotecci¨®n y p¨¦rdida de control.
¡°Esta inquietud se cultiva y se formatea, pues, cuando se habla de inmigraci¨®n, el discurso va en un sentido ¨²nico¡±, dice el profesor H¨¦ran, del Colegio de Francia, mientras despliega, en una pantalla, una bater¨ªa de datos para desmentir la supuesta ola migratoria en su pa¨ªs. ¡°Cuando se habla de inmigraci¨®n¡±, lamenta, ¡°siempre es para decir que hay que protegerse de ella y siempre se percibe como una amenaza ante la que hay que poner un escudo, seg¨²n la expresi¨®n del presidente Macron. No se ponen en valor los ¨¦xitos de la integraci¨®n y del acercamiento de las poblaciones, que son realidades¡±.
¡°Siempre hay que escuchar, pero escuchar no quiere decir sumarse a ello¡±, afirmaba hace un tiempo, en una entrevista con El PA?S, Fran?ois Ruffin, valor en alza de la izquierda radical francesa y diputado de La Francia Insumisa. ¡°Yo nunca me tapar¨¦ los o¨ªdos. La pregunta es, pol¨ªticamente, ?qu¨¦ hacemos con esto?¡±. ?l, que representa un distrito obrero en el norte de Francia parecido al de Fetterman en Pensilvania, se opone a la ley de Macron.
Es fina la l¨ªnea entre escuchar las demandas del votante de la extrema derecha sin asumirlas, y empatizar y responder a miedos reales sin caer en las respuestas simplistas. Lo sabe Ruffin. Lo saben Macron, quien, por primera vez desde que lleg¨® al poder en 2017, ha afrontado una rebeli¨®n en sus filas: una cuarta parte de sus diputados se abstuvo o vot¨® en contra de la ley, y el ministro de Sanidad dimiti¨®. Y lo saben los dirigentes ¡°moderados¡± de la UE, el amplio centro en el que caben socialdem¨®cratas, liberales y democristianos.
El pacto europeo de inmigraci¨®n y asilo contiene medidas restrictivas y otras que responden en parte al declive demogr¨¢fico y la necesidad econ¨®mica de mano de obra y contribuyentes extranjeros. La Italia de Giorgia Meloni ¡ªheredera del neofascismo, aliada de Vox y abanderada de las pol¨ªticas m¨¢s represivas contra la inmigraci¨®n¡ª ha abierto la puerta a 452.000 trabajadores hasta 2025 para los sectores en dificultad. Macron defiende que su acuerdo facilitar¨¢ la regularizaci¨®n de sin papeles en sectores donde falta mano de obra. En todo caso, ha pedido al Consejo Constitucional que verifique si hay art¨ªculos que, como cree el propio presidente, vulneran la ley fundamental.
¡°Es falso que Europa est¨¦ inundada, esto es falso¡±, insiste el diputado macronista Vignal. ¡°Pero hay una Europa que rechaza abrir las fronteras a otras personas¡±. Y no hay que ignorarla, seg¨²n ¨¦l, antiguo judoka y exsocialista, y habituado a lidiar con votantes de Le Pen en su distrito. ¡°Los franceses esperan firmeza. A la vez, somos un pueblo humanista. La firmeza no basta¡±, dice. ¡°Necesitaremos trabajadores, pero quiero que respeten la Rep¨²blica y las leyes. Si no las respetan, no hay regalos, que vuelvan a casa¡±.
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