Vivir entre las ruinas del terremoto en Turqu¨ªa un a?o despu¨¦s
El manejo de millones de toneladas de escombros y los da?os a la infraestructura y la agricultura producidos por el se¨ªsmo que sacudi¨® el sur del pa¨ªs y el norte de Siria en febrero de 2023 amenazan la salud de los supervivientes
Cuando llueve en Antioqu¨ªa, las calles se llenan de barro y sobre las carreteras se forman inmensos charcos que impiden avistar los enormes socavones en el asfalto, da?ado por el terremoto y el trasiego de camiones y excavadoras que trabajan en la demolici¨®n y desescombro de la ciudad. Cuando no llueve, es peor. Las part¨ªculas de lo que una vez fueron casas, negocios, monumentos flotan en el ambiente, cubriendo todo de una capa de polvo. Las plantas y los ¨¢rboles que adornaban la ciudad adquieren un tono gris¨¢ceo. Hay d¨ªas en que, desde las monta?as que la rodean, es posible percibir una nube artificial flotando sobre la capital de la provincia de Hatay, la m¨¢s afectada por el se¨ªsmo, que, este martes hace un a?o, dej¨® m¨¢s de 60.000 muertos y m¨¢s de tres millones de personas sin hogar en el sur de Turqu¨ªa y el norte de Siria.
¡°Ahora con las lluvias estamos mejor, si no, el aire arrastra mucho polvo¡±, se queja Baris, un adolescente que habita en una casa-contenedor de un campamento creado por el Gobierno en Samandag, localidad al sur de Antioqu¨ªa, en la desembocadura del Orontes. All¨ª, justo donde las aguas del r¨ªo se abren al mar Mediterr¨¢neo, hay una inmensa escombrera donde se han depositado los restos de los edificios derrumbados durante el terremoto y demolidos tras este. Son colinas de m¨¢s de 10 metros de altura, formadas por cascotes de cemento, varillas de metal, trozos de madera y hasta algunas prendas de ropa. En su cima, apelmazados por el paso de la maquinaria, los restos de antiguos hogares son apenas arenilla que las r¨¢fagas de aire se llevan f¨¢cilmente. En la parte baja, dos excavadoras y varios operarios remueven de nuevo los escombros, pues las autoridades les han dado una concesi¨®n para encontrar metal que luego venden como chatarra.
La normativa de seguridad indica que, antes de demoler un edificio, se deben retirar los materiales que pueden contener sustancias t¨®xicas: amianto en tejados antiguos y material de aislamiento, plomo en ca?er¨ªas, mercurio en fluorescentes y aparatos electr¨®nicos... Pero el ¨¢rea afectada por el terremoto es tan vasta (mayor que todo Portugal), la destrucci¨®n tan grande (680.000 viviendas y 170.000 locales comerciales, industriales y agr¨ªcolas) y la necesidad de construir nuevas viviendas tan perentoria que las autoridades han dado prioridad a la rapidez frente a la seguridad.
Seg¨²n el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el terremoto ha originado 100 millones de metros c¨²bicos de escombros, 10 veces m¨¢s que el terremoto de Hait¨ª de 2010. Y para su manejo apenas se utilizan mangueras ni sistema de riego ¡ªque reducir¨ªan la elevaci¨®n de part¨ªculas al aire¡ª ni los operarios usan las preceptivas mascarillas, ¡°lo que supone un riesgo para la salud p¨²blica¡±, seg¨²n un informe de la ONG Support to Life.
El Gobierno asegura que ya se ha completado el 91% de las demoliciones y la retirada de escombros, pero ¡°la exposici¨®n [a materiales peligrosos] no ha concluido¡±, se queja Sevdar Yilmaz, presidente del Colegio de M¨¦dicos de Hatay: ¡°Los desechos se est¨¢n vertiendo cerca de fuentes de agua, de cultivos, de zonas habitadas. En cuanto sople un poco de viento, volver¨¢ a levantarse polvo¡±.
Durante el oto?o, la Uni¨®n de M¨¦dicos de Turqu¨ªa (TTB) junto a la Plataforma por el Derecho al Aire Limpio llev¨® a cabo mediciones en varios puntos de las provincias afectadas por el terremoto (ciudades formadas por contenedores, campos de cultivo, centros de las localidades). En m¨¢s de un tercio de las muestras recogidas en Antioqu¨ªa y Kahramanmaras, y en una d¨¦cima parte de las recogidas en Elbistan y Adiyaman, se hall¨® amianto, un material cuya inhalaci¨®n puede provocar diversos c¨¢nceres de pulm¨®n. ¡°A medio plazo, veremos un incremento en las enfermedades respiratorias y los c¨¢nceres, y se reducir¨¢ la esperanza de vida de la gente de la regi¨®n¡±, sentencia Yilmaz.
La huerta de Turqu¨ªa
El terremoto y los escombros no han da?ado ¨²nicamente la salud de las personas. Las provincias afectadas son responsables del 20% de la producci¨®n de alimentos en Turqu¨ªa, especialmente la llanura de la provincia de Hatay, cuyos suelos de aluvi¨®n ¡ªtan peligrosos para asentar edificios¡ª son muy f¨¦rtiles para la agricultura. ¡°M¨¢s de un tercio de la poblaci¨®n de estas provincias vive de la agricultura¡±, se?al¨® la Agencia de la ONU para la Alimentaci¨®n y Agricultura (FAO): ¡°Un balance inicial indica que la agricultura ha sufrido un duro impacto, valorado en 1.300 millones de d¨®lares en da?os [a la infraestructura agr¨ªcola] y 5.100 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas [por la p¨¦rdida de cosechas y el aumento de precios de alimentos que supone]¡±.
¡°Este a?o la producci¨®n ha sido menor, porque el terremoto ha da?ado los pozos y los acu¨ªferos¡±, afirma Mehmet, un vendedor de sal?a (pasta de tomate o pimiento concentrado) del mercado de Antioqu¨ªa. ¡°Los olivos tambi¨¦n han producido menos, por el polvo¡±, apunta Orhan, que vende aceitunas. Tambi¨¦n se han visto afectadas por el terremoto la producci¨®n de tabaco y la de albaricoques, principales productos agr¨ªcolas de las provincias de Adiyaman y Malatya, respectivamente.
M¨¢s al sur, en Samandag, la producci¨®n de c¨ªtricos ha sido apabullante. Y, sin embargo, la mayor¨ªa de las mandarinas se pudre en los ¨¢rboles o sobre el suelo de los huertos. ¡°Es la ruina¡±, lamenta Hussein, un productor. Le ofrecen tan poco dinero por sus c¨ªtricos que no le renta pagar por recogerlos. La raz¨®n, explica Trifon Yumurta, un p¨¢rroco local, es que las empresas que les compraban para exportar a Rusia, Rumania y otros pa¨ªses no han aparecido este a?o: ¡°Quiz¨¢s tienen miedo a venir a la zona del terremoto¡±.
La imagen de ¨¢rboles pre?ados de fruta sin recoger en Samandag contrasta con la situaci¨®n en los campamentos de damnificados pocas decenas de kil¨®metros al norte. Seg¨²n un estudio de TTB, la mayor parte de los ni?os no tienen acceso a una alimentaci¨®n adecuada en las ciudades-contenedor, consumen menos fruta y mucha menos carne y pescado de lo recomendable. La consecuencia es que m¨¢s de un 10% de los ni?os menores de dos a?os presentan s¨ªntomas de malnutrici¨®n, con pesos y alturas sensiblemente menores a la media. Esto se debe a que, m¨¢s all¨¢ de las ayudas de entre 100 y 150 euros al mes que reciben del Estado, m¨¢s de la mitad de las familias carecen de ingresos regulares y tres cuartas partes no cuentan con un empleo estable, as¨ª como a las dificultades para acceder a los alimentos en una ciudad como Antioqu¨ªa, donde muchos establecimientos contin¨²an cerrados.
En los campamentos son habituales problemas cut¨¢neos como la sarna y afecciones estomacales, todos ellos derivados del hacinamiento y de la dificultad para mantener la higiene. La TTB asegura haber encontrado E. coli y otras bacterias que pueden resultar da?inas en el agua corriente de Antioqu¨ªa. El Gobierno central y municipal han desmentido este punto, si bien no se han atrevido a decir con claridad si el agua de la ciudad se puede consumir o no. ¡°Tanto el terremoto como los trabajos de las excavadoras y m¨¢quinas pesadas han da?ado los sistemas de canalizaci¨®n y alcantarillado, y eso puede provocar la mezcla de agua potable con aguas fecales¡±, explica Yilmaz.
Los m¨¦dicos que quedan en la zona no dan abasto. El sistema de salud se desmoron¨® durante el se¨ªsmo y, aunque tres hospitales de Antioqu¨ªa han sido reconstruidos, el n¨²mero de camas disponibles es de 1.300, la mitad que antes del se¨ªsmo. Tampoco se ha podido reconstituir la atenci¨®n primaria: los 66 centros de que dispon¨ªa la ciudad siguen cerrados y falta casi la mitad del personal m¨¦dico porque muri¨®, result¨® herido o ha emigrado. ¡°Los niveles de vacunaci¨®n entre los ni?os se han desplomado del 98% a menos de la mitad. Y lo que tem¨ªamos desde hace tiempo ha comenzado a suceder: en Kirikhan [otra localidad de la provincia de Hatay] hemos detectado un brote de hepatitis A con al menos 40 casos¡±, lamenta el jefe del colegio de m¨¦dicos.
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