Siete estrategias que reducir¨¢n las peleas entre hermanos
Estas discusiones son una gran fuente de aprendizaje que facilita la pr¨¢ctica de la negociaci¨®n, el autocontrol y la autonom¨ªa en la b¨²squeda de soluciones
Por fin ha llegado el verano y con ¨¦l las vacaciones. Por delante, se nos presentan unos meses para romper algunas rutinas, las prisas y las tareas. Atr¨¢s quedan para nuestros hijos las largas jornadas escolares, las extraescolares y las faenas por presentar. Ahora toca disfrutar de la playa o la monta?a, de las actividades al aire libre, de la familia y los amigos. De los helados, las colchonetas y los parques de atracciones. Compartir mucho tiempo juntos en familia trae a menudo muchos conflictos entre hermanos. Pelear por un juguete, por la atenci¨®n de pap¨¢ o mam¨¢ o por el mejor sitio del sill¨®n llena nuestros hogares de rencillas, gritos y malestar. Todos podemos recordar las veces que cuando ¨¦ramos peque?os cualquier excusa era buena para iniciar una pelea con el peque?o o mayor y sentir siempre que el culpable era ¨¦l. Como nos chinch¨¢bamos constantemente y nuestros padres estaban cansados de llamarnos la atenci¨®n.
Los hermanos son confidentes infalibles, compa?eros de aventuras y apoyos incondicionales. Pero eso no quita que, en determinadas etapas, tambi¨¦n haya rivalidad y muchas tensiones entre ellos. Los celos, la demanda de atenci¨®n por parte de los adultos y el sentimiento de posesi¨®n son los motivos principales que provocan habitualmente las disputas. Las peleas entre ellos son normales, sanas y favorecen el crecimiento personal y emocional. Son una gran fuente de aprendizaje que facilita la pr¨¢ctica de la negociaci¨®n, el autocontrol y la autonom¨ªa en la b¨²squeda de soluciones. Las disputas llevan asociadas unas vivencias que van a influir directamente en el desarrollo emocional y social del ni?o. Es una forma de aprender a comunicar, negociar y ejercitar habilidades tan importantes como la escucha activa, la tolerancia a la frustraci¨®n y la empat¨ªa. En el conflicto siempre hay crecimiento, sin ¨¦l no podr¨ªamos evolucionar, desarrollarnos plenamente, conocernos y entender a los dem¨¢s.
Nuestros hijos, a trav¨¦s de las discusiones, comparten y ceden, exponen puntos de vista y analizan c¨®mo reacciona su interlocutor. Aprenden a tener en cuenta los sentimientos del otro y los efectos de su comportamiento sobre ¨¦l. A conocer los l¨ªmites de la fuerza y la resistencia, a saber pedir disculpas desde el coraz¨®n y a aceptar el error. Los conflictos entre hermanos son muy comunes en los hogares y m¨¢s cuando hay mucho tiempo libre y de convivencia, no siempre ¡°el roce hace el cari?o¡±. La dificultad de modular correctamente las emociones, el control de la impulsividad y la poca tolerancia a la frustraci¨®n hace que la convivencia entre hermanos, en ocasiones, se haga muy complicada.
Las peleas entre hermanos es una de las preocupaciones m¨¢s comunes entre las familias. Es muy normal que las disputas, en temporadas casi constantes, nos consuman la paciencia y creen un ambiente hostil en casa. Pero debemos entender que nuestros hijos necesitan que les ense?emos a llegar a acuerdos sin llegar a las manos, los gritos o los insultos. Que les eduquemos en valores tan importantes como el respeto, la generosidad y la bondad. Que les ayudemos en la gesti¨®n de emociones har¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil que nuestros hijos sepan encontrar mejores desenlaces a sus ri?as.
?C¨®mo podemos ayudar a nuestros hijos a que no se peleen en tantas ocasiones?
- Aceptar que las peleas entre hermanos son normales y necesarias para el desarrollo y el aprendizaje. Nuestra actitud de calma ante ellas determinar¨¢ la forma en la que nuestros hijos solucionar¨¢n las ri?as.
- No hacer comparaciones entre hermanos y ser equitativos con nuestro cari?o. Deberemos evitar siempre las etiquetas que coartan, las interrogaciones o la b¨²squeda de culpables. Los ratos especiales con cada hijo y las reuniones familiares ayudar¨¢n a conseguir que el hogar no sea un terreno tan f¨¦rtil para las refriegas.
- Crear en casa un ambiente familiar positivo donde se hable sin gritos y reproches, evitando que los ni?os vean discusiones entre sus progenitores. Deberemos convertirnos en el mejor modelo de resoluci¨®n de conflictos que puedan tener.
- Intentar intervenir lo m¨ªnimo en los conflictos para evitar favoritismos. Cuando intervenimos en una pelea, habitualmente, lo ¨²nico que conseguimos es aumentar la rivalidad entre nuestros hijos e incentivar los celos entre ellos. Solo intervendremos en una pelea si la seguridad est¨¢ en riesgo: si hay agresi¨®n f¨ªsica, si se est¨¢n insultando con palabras feas o se est¨¢n diciendo cosas que hieran sus sentimientos.
- Ante el conflicto, el adulto debe mostrarse objetivo y no mediar (siempre que no se rebasen l¨ªmites). Esto evitar¨¢ que alcemos la voz, que caigamos en la tentaci¨®n de defender al que consideramos m¨¢s d¨¦bil o que le exijamos solo la responsabilidad al mayor.
- Acompa?ar y validar las emociones que sienten nuestros hijos ante los conflictos: la ira, la tristeza, la rabia o los celos.
- Utilizar el ¡°m¨¦todo consciente¡±. El objetivo del m¨¦todo es encontrar una soluci¨®n al problema y no el encontrar culpables. La t¨¦cnica nos permitir¨¢ exponer los motivos de la disputa, aprender a tener en cuentas los argumentos y los sentimientos del otro y los efectos que tiene nuestro comportamiento sobre ¨¦l. El m¨¦todo consciente consiste en que cada hermano expone su punto de vista ante el conflicto y el adulto ayuda a sintonizar las emociones expresando en todo momento la confianza en la habilidad para solucionarlo. En el siguiente paso, ambos exponen sugerencias para solucionar el problema. Si vemos que les resulta dif¨ªcil, podemos ayudarles a buscar posibles alternativas y, por ¨²ltimo, ambos eligen un desenlace que satisfaga a todos y de esa manera se da por finalizado el conflicto.
Deberemos confiar siempre en la capacidad que tienen nuestros hijos de llegar a un acuerdo de forma aut¨®noma ante una pelea. Cada conflicto les empoderar¨¢, les ayudar¨¢ a desarrollar el autoconocimiento y a identificar la familia como un sistema y una unidad. Como dec¨ªa Cicer¨®n ¡°las discusiones fortalecen la agudeza¡±. Acompa?¨¦mosles de forma correcta, neutra y sin juicios.
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