La regla de las cuatro erres para criar a los ni?os sin castigos
Mejor que reprender a los peque?os, es recomendable aplicar la educaci¨®n respetuosa basada en las consecuencias: un m¨¦todo que responde a su conducta, tiene en cuenta sus necesidades y es m¨¢s constructivo
En los ¨²ltimos a?os, los estudios neurocient¨ªficos han demostrado las repercusiones que tienen los castigos sobre el cerebro y la salud mental de ni?os y adolescentes. No solamente lo demuestra la neurociencia, sino que el sentido com¨²n y las pr¨¢cticas educativas, democr¨¢ticas y respetuosas tambi¨¦n lo apoyan, adem¨¢s de suponer una alternativa muy eficaz.
La educaci¨®n tradicional, la que ha recibido la mayor¨ªa, se basa en la rigidez, el respeto impuesto, el chantaje, las relaciones de poder, la amenaza y el castigo. Sin embargo, la educaci¨®n respetuosa se caracteriza por la comunicaci¨®n, el amor incondicional, la empat¨ªa, la flexibilidad y el respeto mutuo. Se acepta al ni?o tal y como es, adem¨¢s de entender que los ni?os no se portan mal, sino que solamente expresan sus necesidades. Es cierto que lo m¨¢s efectivo a corto plazo para modificar la conducta de los m¨¢s peque?os es el grito, la amenaza y el castigo. Pero, ?es tambi¨¦n lo m¨¢s respetuoso? Desde luego que no.
Lo m¨¢s recomendable es la educaci¨®n respetuosa que sustituye los castigos por las consecuencias. No se consiguen resultados de manera inmediata, pero s¨ª a medio-largo plazo de una manera m¨¢s consistente y teniendo en cuenta el desarrollo y las necesidades del menor. Dado que el castigo se ha ido ejerciendo y transmitiendo de generaci¨®n en generaci¨®n, aunque ahora seamos conscientes de sus repercusiones, resulta dif¨ªcil desinstalarlo de nuestro cerebro. Para reconocer cu¨¢ndo lo aplicamos, veamos algunas de sus caracter¨ªsticas b¨¢sicas:
- Revancha: cuando un ni?o es castigado, aparece de manera innata las ganas de devolver lo que le han hecho. Si me pegaste por hacer algo mal, tendr¨¦ ganas de devolverte el golpe que me diste. Ojo, porque esto mismo tambi¨¦n les pasa a los adultos cuando son castigados o sienten que otras personas les castigan.
- Retraimiento: si un ni?o est¨¢ correteando por el pasillo de su casa y no cesa su juego a pesar de que su padre le est¨¢ diciendo que deje de correr, en el momento en que el padre d¨¦ un grito, el ni?o sentir¨¢ miedo y dejar¨¢ de correr de inmediato. Recordemos que el miedo intenso paraliza y afecta a la autoestima del ni?o.
- Resentimiento: aunque el menor no sea consciente, en lo m¨¢s profundo de su ser siente que el adulto que castiga le est¨¢ tratando de manera irrespetuosa y que no es merecedor de ser tratado as¨ª. Est¨¢ resentido porque se siente injustamente tratado.
- Rebeld¨ªa: ante el castigo, a veces, el menor se rebela contra la autoridad pegando, insultando o agrediendo. La rabia que siente por ser tratado de esa manera le invita a desobedecer. Basta que el padre diga ¡°A¡± para que el ni?o diga ¡°B¡±.
En el castigo, el adulto interviene aplicando al menor una consecuencia artificial e irrespetuosa. El objetivo es instaurar el miedo en el cuerpo del menor para que deje de portarse mal y haga, de una vez por todas, aquello que desea y ordena el adulto. El castigo impuesto no est¨¢ relacionado con la conducta que pretendemos corregir. Por ejemplo, si mi alumno de cinco a?os empuja a un compa?ero de clase y le castigo sin recreo, estar¨¦ poniendo en marcha una consecuencia artificial que nada tiene que ver con la conducta desadaptativa que quiero verificar (empuj¨®n).
Una vez que hemos visto cu¨¢les son los pilares que caracterizan el castigo, veamos cu¨¢les son los dos tipos de consecuencias de las que solemos hablar los profesionales para poder sustituir las reprimendas por estas:
- Consecuencias naturales: este tipo se dan sin que los padres o maestros intervengan de alguna manera. Por ejemplo, la consecuencia natural de comerte una caja entera de bombones es que te puede sentar mal (dolor de est¨®mago, n¨¢useas, v¨®mitos, malestar general, etc¨¦tera).
- Consecuencias l¨®gicas: a diferencia de las anteriores, en estas s¨ª que interviene el adulto. Por ejemplo, si mi hijo de ocho a?os le rompe a prop¨®sito un coche a su hermana peque?a podemos aplicar una consecuencia l¨®gica que consista en que compre un coche para su hermana con su dinero. En este caso intervenimos los adultos, pero se pone en marcha una consecuencia sensata y respetuosa con los hijos.
Ahora bien, para que la consecuencia sea efectiva, se deben cumplir los cuatro requisitos siguientes:
- Respetuosa: la consecuencia debe respetar al menor y tenerle presente en todo momento. El objetivo es que aprenda, no inculcarle miedo para que deje de hacerlo.
- Razonable: toda consecuencia debe ser sensata y razonable. Aplicada en su justa medida. Debemos evitar tanto poner una consecuencia exagerada como pasar por alto lo sucedido.
- Revelada con anterioridad: la anticipaci¨®n es uno de los mejores recursos que los padres pueden utilizar con sus hijos. Contarles lo que viene a continuaci¨®n o lo que ocurrir¨¢ si no se lleva a cabo una determinada acci¨®n es fundamental. Les ayuda a planificarse y a anticiparse a las posibles consecuencias.
- Relacionada: la consecuencia debe tener una relaci¨®n con el acto que se ha llevado a cabo. Si no existe una continuidad entre la acci¨®n y la consecuencia, es posible que estemos en presencia de un castigo.
Si lo analizamos desde una perspectiva neurobiol¨®gica, los castigos activan la parte inferior del cerebro del ni?o, mientras que las consecuencias aplicadas de manera respetuosa lo activan entero, algo que permite un verdadero aprendizaje. Ya hemos visto que tanto las caracter¨ªsticas de la reprimenda como los requisitos de las consecuencias se basan en la regla de las cuatro erres. En el castigo, el menor no aprende que lo que ha hecho es peligroso o es una falta de respeto hacia los dem¨¢s, sino que aprende a obedecer y a sentir miedo hacia quien le castig¨®. Los ni?os castigados pueden sentir emociones de defensa tan dispares como la rabia, el miedo o la tristeza, lo que les dificulta tomar decisiones por ellos mismos, respetarse y exigir ser respetados por los dem¨¢s.
*Rafa Guerrero es psic¨®logo y doctor en Educaci¨®n. Director de Darwin Psic¨®logos. Autor de los libros ¡®Educaci¨®n emocional y apego¡¯ (2018) y ¡®El cerebro infantil y adolescente¡¯ (2021).
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