Clara Pons-Mesman, divulgadora del juego libre: ¡°Los parques infantiles con suelo de caucho son un sinsentido, en ellos no hay nada que hacer¡±
La autora de ¡®?Sal a jugar!¡¯, tambi¨¦n creadora del proyecto Tierra en las manos, destaca la importancia de dar m¨¢s libertad a los ni?os para jugar, explorar, descubrir e investigar: ¡°Les ponemos demasiados l¨ªmites¡±
En Adaptarse, la novela de la autora francesa Clara Dupont-Monod recientemente publicada en Espa?a por la editorial Salamandra, las originales narradoras de la historia son las piedras del jard¨ªn de la familia protagonista. En un momento dado, esas piedras afirman: ¡°Los ni?os son siempre los olvidados de las historias. Se los conduce como a borregos, se los aparta m¨¢s de lo que se los protege. Pero los ni?os son los ¨²nicos que se toman las piedras como juguetes (¡) Los adultos nos utili...
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En Adaptarse, la novela de la autora francesa Clara Dupont-Monod recientemente publicada en Espa?a por la editorial Salamandra, las originales narradoras de la historia son las piedras del jard¨ªn de la familia protagonista. En un momento dado, esas piedras afirman: ¡°Los ni?os son siempre los olvidados de las historias. Se los conduce como a borregos, se los aparta m¨¢s de lo que se los protege. Pero los ni?os son los ¨²nicos que se toman las piedras como juguetes (¡) Los adultos nos utilizan, los ni?os nos resignifican¡±. Muchos menores hoy en d¨ªa, sin embargo, y a diferencia de los de la familia a la que da vida Dupont-Monod, apenas encuentran ocasiones para jugar con piedras y resignificarlas. Atrapados en grandes ciudades, sin apenas acceso a la naturaleza, en muchas ocasiones el ¨²nico espacio de juego al aire libre que tienen a su disposici¨®n son los peque?os parques infantiles vallados y con suelo de caucho incrustados con calzador entre hileras infinitas de bloques de ladrillo y hormig¨®n.
¡°Los parques de caucho son un sinsentido. Nos han dicho que son los m¨¢s seguros y no es as¨ª. Pero es que, adem¨¢s, en ellos no hay nada que hacer m¨¢s all¨¢ de lo que la propia estructura ofrece: un tobog¨¢n, un columpio, etc¨¦tera¡±, afirma Clara Pons-Mesman (Barcelona, 41 a?os), escritora y divulgadora del juego libre. ¡°Esos mismos espacios, con un suelo de arena, con piedrecitas, con virutas de madera, ser¨ªan mucho m¨¢s ricos y permitir¨ªan a los ni?os dar rienda suelta a su imaginaci¨®n y hacer infinidad de cosas. No hay punto de comparaci¨®n¡±, prosigue. Su proyecto Tierra en las manos naci¨® en gran medida empujado por la visi¨®n de parques de su entorno que iban acolch¨¢ndose a la misma velocidad a la que perd¨ªan elementos naturales y vegetaci¨®n. Ahora Pons-Mesman acaba de publicar ?Sal a jugar! (Larousse, 2024), una gu¨ªa de actividades para jugar al aire libre, que es tambi¨¦n una llamada de atenci¨®n sobre la necesidad que tienen los ni?os y ni?as de hoy de jugar al aire libre y en contacto con la naturaleza.
PREGUNTA. Arranca el libro rememorando pasajes de su infancia, cuando pasaba gran parte del tiempo al aire libre, con otros iguales de edades diferentes. ?Ese mundo ya no existe?
RESPUESTA. Los ni?os apenas juegan ya en la calle, salvo en zonas m¨¢s rurales. Y para m¨ª hay dos grandes explicaciones para esto: la primera son los cambios arquitect¨®nicos y urban¨ªsticos que han experimentado las ciudades. La segunda es el miedo de los padres.
P. El ensayista estadounidense Richard Louv habla del ¡°s¨ªndrome del hombre del saco revisitado¡±, miedo a dejar a los ni?os en la calle y venga un hombre a llev¨¢rselos.
R. S¨ª. Y es curioso, porque el ¨ªndice de criminalidad de pa¨ªses como Espa?a se mantiene bastante estable, aparentemente no hay m¨¢s violencia con relaci¨®n a los ni?os al aire libre en la ¨²ltima d¨¦cada, pero s¨ª que ha aumentado nuestro miedo. Quiz¨¢s hoy estamos m¨¢s informados y nos llegan m¨¢s sucesos, lo que no quiere decir que haya m¨¢s.
P. Como no hay ni?os en la calle, tambi¨¦n est¨¢ la sensaci¨®n de que los padres van a ser se?alados si dejan a sus hijos jugar solos en ella.
R. Puede ser. Pero Tonucci ya explicaba en su libro La ciudad de los ni?os que las ciudades son m¨¢s seguras cuando hay m¨¢s ni?os en la calle. Cuantos menos hay, menos al tanto estamos de ellos. Y viceversa.
P. ?Qu¨¦ se les est¨¢ robando a los ni?os y ni?as con esa falta de calle y de libertad para jugar entre iguales?
R. Les est¨¢ faltando tiempo de juego y calidad de juego, porque al aire libre el juego es mucho m¨¢s creativo, permite el encuentro con el otro, algo importante en un contexto como el actual, en el que muchos ni?os son hijos ¨²nicos. Pero tambi¨¦n es una cuesti¨®n de salud: el juego al aire libre fortalece el sistema inmune, es un juego m¨¢s activo en tiempos de sedentarismo, y el contacto con el verde relaja, desestresa.
P. Hablando de contacto con el verde... ?Se deber¨ªa obligar a acercar a los menores m¨¢s a la naturaleza?
R. Lo primero que tenemos que hacer los adultos es estar convencidos de que esto es importante y esencial. Desde ese convencimiento es como te obligas a salir; porque si no est¨¢s convencido, a la primera queja del ni?o o no vas o te vuelves para casa. Hay que hacer el esfuerzo de salir y ver qu¨¦ pasa. Muchas veces es cuesti¨®n de tiempo. Yo tengo la sensaci¨®n de que tiramos la toalla r¨¢pido. Salimos al campo, estamos un rato, y a la primera que nos dicen que se aburren ya nos volvemos. No, a veces hay que estar un largo rato para que ellos puedan explorar y conectar con algo interesante de juego. Y cuando lo hacen pasa justo lo contrario, que no quieren volver a casa.
P. No s¨¦ si el hecho de que cada vez se tengan menos hijos provoca tambi¨¦n que se sobrevuele mucho m¨¢s sobre ellos, que a los padres y madres les cueste dejarles jugar libremente.
R. Es cierto. Por eso soy muy partidaria del juego libre, de que ellos puedan desplegarse sin nuestra intervenci¨®n. Les ponemos l¨ªmites constantemente, demasiados. Y es justo lo contrario, tendr¨ªamos que darles m¨¢s libertad para explorar, para descubrir, para investigar qu¨¦ hacer. Cuando se les da la oportunidad, hacen cosas incre¨ªbles, pero para eso necesitan tiempo. Muchas veces, adem¨¢s de estar encima de ellos, vamos con prisa, el juego tiene que salir ya, pero ellos necesitan tiempo.
P. Ese sobrevolar tambi¨¦n provoca, por ejemplo, que muchas veces se ayude a los peque?os a trepar a lugares a los que no pueden llegar por s¨ª mismos. Usted recomienda no hacerlo.
R. No es recomendable porque les da una falsa sensaci¨®n de capacidad y seguridad que luego no les beneficia. Si estoy acostumbrado a que me suban a determinados lugares, puedo pensar que soy capaz de hacerlo y quiz¨¢s no estoy preparado para ello. Y, adem¨¢s, hacer las cosas por s¨ª mismos, desde lo sencillo a lo complicado, siendo ellos quienes gu¨ªan su propio proceso de aprendizaje, les va a dar todas las habilidades necesarias para, por ejemplo, llegar a escalar un ¨¢rbol, pero tambi¨¦n para bajar luego con seguridad. Y luego est¨¢ la sensaci¨®n de capacidad, ese ¡°lo he logrado, yo¡± es muy empoderador y les anima a seguir avanzando. Si no les permitimos eso, les estamos quitando la posibilidad de desarrollar confianza en s¨ª mismos. En el fondo, si yo estoy, por un lado, constantemente supervisando y, por el otro, ayudando al ni?o a llegar a determinados sitios para los que a¨²n no est¨¢ preparado, el mensaje que estoy transmiti¨¦ndole es que no conf¨ªo en sus capacidades.
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