Almudena Garc¨ªa: ¡°Se confunde conciliar con disponer de guarder¨ªas abiertas de sol a sol¡±
La fundadora del proyecto pedag¨®gico Ludus es autora de ¡®Otra educaci¨®n es posible¡¯, que acaba de estrenar su novena edici¨®n y en el que recoge reflexiones, informaci¨®n y ejemplos de proyectos que buscan poner al ni?o en el centro
Para Almudena Garc¨ªa (Madrid, 1973) descubrir que exist¨ªa otro tipo de educaci¨®n fue ¡°un aut¨¦ntico deslumbramiento¡±. Aquello fue lo que la llev¨® a crear en 2013 Ludus, un directorio que recoge los proyectos de pedagog¨ªas activas y alternativas que se pueden encontrar en Espa?a, y a publicar cuatro a?os despu¨¦s, en 2017, Otra educaci¨®n es posible (Litera), un libro que acaba de estrenar su novena edici¨®n y en el que recoge reflexiones, informaci¨®n y ejemplos de proyectos que buscan poner al ni?o en el centro para no matar su curiosidad y su entusiasmo. Proyectos en muchos casos imperfectos y poco abiertos a la autocr¨ªtica, pero en muchos otros, proyectos que no escapan de la precariedad y de las trabas administrativas y cuya supervivencia depende en gran parte de las familias que forman parte de ellos.
PREGUNTA. En la ¨²ltima d¨¦cada hemos asistido al surgimiento de much¨ªsimas alternativas educativas al sistema tradicional. ?En qu¨¦ punto estamos?
RESPUESTA. Pues en un punto extra?o, la verdad. Por una parte, ha habido avances: la imagen que ten¨ªamos de la infancia est¨¢ cambiando poco a poco. Cada vez se concede m¨¢s valor al juego libre, a la experimentaci¨®n y al contacto con la naturaleza. La participaci¨®n de las familias en las escuelas va creciendo. Tambi¨¦n se est¨¢ cuestionando cada vez m¨¢s que la escuela deba limitarse a preparar para el mundo laboral. Pero todo esto contrasta con una sociedad en la que las necesidades de las personas, sobre todo de las que no son productivas, quedan siempre en un segundo plano. Y as¨ª nos acabamos encontrando con que se confunde conciliar con disponer de guarder¨ªas abiertas de sol a sol, con ciudades pensadas para los coches en las que es peligroso jugar o con criaturas con agendas de ejecutivo.
P. ?Es posible integrar esa educaci¨®n para la vida y no solo para lo laboral en la escuela p¨²blica?
R. Claro que es posible. De hecho, hay escuelas p¨²blicas que llevan demostrando desde hace a?os que se puede, aunque, por supuesto, es m¨¢s complicado hacerlo cuando hay m¨¢s ganas que medios. Por ejemplo, algo similar ocurre con el control de esf¨ªnteres: hay escuelas que piden a los padres que los ni?os que van a comenzar en septiembre con dos o tres a?os lleguen ya sin pa?al. Muchas personas ponen el grito en el cielo porque dejar el pa?al depende del momento madurativo de cada uno y no conviene forzarlo. Pero una maestra que tenga 25 criaturas en el aula te dir¨¢ que es imposible. De modo que, si alzamos la voz para defender que los ritmos sean respetados, deber¨ªamos alzarla a la vez por la bajada de ratios, porque si no, acaba pareciendo que todo esto es algo elitista e irreal.
P. Usted defiende que las pedagog¨ªas alternativas no son elitistas, pero no todas las familias pueden permitirse este tipo de educaci¨®n.
R. Cuando escrib¨ª esto acababa de aparecer en prensa un art¨ªculo que se hac¨ªa eco del bum de estas pedagog¨ªas pintando a las familias que optaban por ellas de esnobs que se aburr¨ªan y decid¨ªan experimentar con sus hijos. Me llam¨® mucho la atenci¨®n porque yo por aquel entonces formaba parte de un proyecto de educaci¨®n libre donde nadie iba sobrado de dinero y que sal¨ªa adelante gracias al esfuerzo de todos. Hab¨ªa familias que no se pod¨ªan permitir salir de vacaciones, pero su prioridad era que sus criaturas no se pasaran el d¨ªa haciendo fichas. Conoc¨ªa otras que hab¨ªan tenido que irse de escuelas donde se hac¨ªa la vista gorda frente al acoso escolar. En fin, creo que hay de todo.
P. ?Tambi¨¦n hay precariedad y dificultades detr¨¢s de quienes trabajan en algunas de esas escuelas?
R. S¨ª, no es f¨¢cil sacar un proyecto as¨ª adelante. Desde la Administraci¨®n se ponen toda clase de trabas y no se da ninguna ayuda. Sin subvenciones, algunos proyectos optan por establecer cuotas elevadas, una decisi¨®n que se traduce en que queden fuera muchas familias. Otros intentan mantener las cuotas bajas, pero eso implica mayor inestabilidad y peores condiciones para los trabajadores. A veces se plantea que las cuotas se ajusten al nivel de ingresos de las familias, pero es algo que a menudo deriva en fricciones. Al final, algunos proyectos peque?itos viven tan al d¨ªa que cuando llega un contratiempo tienen muchas dificultades para continuar.
P. ?Han surgido tambi¨¦n proyectos que venden m¨¢s humo que pedagog¨ªa?
R. Es cierto que en algunos colegios se han dado cambios que han sido puro maquillaje para conseguir m¨¢s matr¨ªculas. Por ejemplo, est¨¢ muy de moda adquirir materiales Montessori para matem¨¢ticas. Esto es positivo porque son muy ¨²tiles para comprender visualmente ciertos conceptos, pero si luego ocurre que cuando un ni?o se confunde us¨¢ndolos se le dice que es un desastre, entonces se desconoce totalmente lo que significa Montessori.
P. En la cr¨ªtica que suele hacerse a las pedagog¨ªas alternativas se incluye la segregaci¨®n. Tambi¨¦n hay segregaci¨®n en la escuela p¨²blica, con la libre elecci¨®n de centro o con el escal¨®n social que ya otorga el propio barrio. ?Puede la escuela compensar desigualdades?
R. Compensar desigualdades deber¨ªa ser una de las funciones principales de la escuela, pero es imposible que esta, por s¨ª sola, pueda cambiar la sociedad. Se habla mucho de Reggio Emilia o del modelo finland¨¦s como si fueran cuentos de hadas, pero detr¨¢s hay una apuesta decidida por crear una sociedad m¨¢s justa. En Finlandia no hay pobreza infantil y en Reggio Emilia la inversi¨®n en educaci¨®n infantil duplica la de muchas comunidades aut¨®nomas. Sobre la segregaci¨®n, est¨¢ claro que a menudo se segrega dentro de las propias escuelas, cuando a los chavales que cuentan con menos apoyo en casa o que tienen mayores dificultades acad¨¦micas se les estigmatiza en lugar de ayudarles.
P. ?Se pueden reconciliar las dos Espa?as pedag¨®gicas?
R. Lo veo muy dif¨ªcil porque las posturas est¨¢n muy enconadas. Tampoco ayuda que nos hayamos cre¨ªdo que las redes sociales eran espacios para el debate, cuando lo que hay detr¨¢s son empresas de publicidad. Al final, el clima de continua crispaci¨®n no permite unirse para abordar reivindicaciones compartidas como bajar las ratios o acabar con el exceso de burocracia. Que unos y otros se sientan continuamente atacados les lleva a la vez a estar siempre a la defensiva, de modo que ni est¨¢n dispuestos a escuchar otras ideas ni mucho menos a hacer autocr¨ªtica en p¨²blico. El debate sosegado contin¨²a siendo la eterna asignatura pendiente.
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