Mar¨ªa Couso, pedagoga: ¡°Muchos docentes siguen creyendo que se pierde el tiempo jugando, cuando es justo lo contrario¡±
En tiempos de pantallas, la tambi¨¦n maestra publica su primer libro, en el que reivindica el potencial de los juegos de mesa como herramienta para el desarrollo de muchas de las funciones m¨¢s importantes del cerebro as¨ª como un modo de entrenar la atenci¨®n y la frustraci¨®n
El fil¨®sofo alem¨¢n Wolfram Eilenberger afirmaba en una entrevista reciente publicada en EL PA?S que no estaba de acuerdo con la idea de recuperar al ni?o que llevamos dentro. En su opini¨®n, lo importante es abandonar la infancia manteniendo vivas las preguntas de los ni?os. La pedagoga y maestra Mar¨ªa Couso (Vigo, 37 a?os) da una vuelta de tuerca a la m¨¢xima de Eilenberger en su primer libro Cerebro, infancia y juego (Destino), publicado en enero: se trata de abandonar la infancia manteniendo vivas las ganas de jugar de los ni?os.
¡°La infancia es un periodo gen¨¦tico, as¨ª que no est¨¢ en nuestras manos controlar cu¨¢ndo viene y cu¨¢ndo se va, pero s¨ª deber¨ªamos mantener determinadas ideas y actividades que son propias de esta etapa vital¡±, explica Couso por tel¨¦fono. ¡°El objetivo es ser capaces de mezclar y encontrar el equilibrio entre los procesos propios de los adultos y los procesos y actividades propios de los ni?os¡±, a?ade la tambi¨¦n creadora del proyecto PlayFunLearning, cuyo objetivo es aprender jugando y nace de la necesidad de divulgar contenido pedag¨®gico de calidad compartiendo tips que ayuden a mejorar las pr¨¢cticas educativas tanto dentro como fuera del aula. En tiempos de pantallas, la pedagoga, que cuenta con m¨¢s de 80.000 seguidores en Instagram, reivindica el potencial de los juegos de mesa como herramienta para el desarrollo de muchas de las funciones m¨¢s importantes del cerebro.
PREGUNTA. ¡°El hombre no deja de jugar porque se vuelve viejo. Se vuelve viejo porque deja de jugar¡±, dec¨ªa el dramaturgo irland¨¦s George Bernard Shaw. ?Por qu¨¦ dejamos de jugar?
RESPUESTA. Porque siempre tendemos a observar el juego como algo propio de la infancia y, por tanto, lo oponemos a todo aquello que entendemos por crecer y madurar. Y en muchos casos, tambi¨¦n oponemos los t¨¦rminos trabajar o estudiar a jugar. Lamentablemente, casi nadie en su cabeza dibuja la figura de un ni?o jugando m¨¢s all¨¢ de los ocho o nueve a?os. Tendemos a presionar a la infancia para que abandone ese ¨¢mbito del juego.
P. ?Ejercemos esa presi¨®n cada vez antes?
R. S¨ª. A principios del siglo XXI pens¨¢bamos que el desarrollo del cerebro se conclu¨ªa a los 17-18 a?os. Hoy la evidencia internacional aceptada se?ala que el t¨¦rmino del desarrollo cerebral se produce en torno a los 25 a?os, pero ya hay investigaciones realizadas en Estados Unidos durante el a?o 2020 que muestran que podr¨ªamos tener un desarrollo cerebral m¨¢s tard¨ªo, cercano a los 34 a?os. En contraposici¨®n a esta evidencia, tendemos a hacer crecer muy r¨¢pido a los ni?os. En Occidente, por ejemplo, cada vez estamos entrando de forma m¨¢s temprana en la adolescencia, lo que significa que estamos acortando la infancia.
P. Si cada vez alejamos antes a los ni?os del juego, ?corremos el riesgo de crear una generaci¨®n de ni?os viejos?
R. Totalmente. Cada vez m¨¢s las pantallas est¨¢n invadiendo nuestras vidas. Creemos que ver un v¨ªdeo en YouTube o jugar a un videojuego es tiempo de ocio y de calidad, cuando en realidad un videojuego no se puede comparar con jugar al aire libre, pero tampoco con un juego de mesa en el que est¨¢s presente, constantemente interaccionando con otros, compartiendo el momento, tocando, oliendo a los dem¨¢s¡ Todo esto es muy importante. Los ni?os necesitan moverse, estar activos, porque eso tiene una gran implicaci¨®n en el desarrollo del cerebro. De hecho, la construcci¨®n del cerebro nace del movimiento. Uno aprende mejor cuando se mueve, por eso es tan relevante que desde la m¨¢s tierna infancia respetemos los tiempos de ocio y, sobre todo, de juego.
P. ?Qu¨¦ pueden aportar concretamente los juegos de mesa al desarrollo de los ni?os?
R. Los juegos de mesa, para empezar, son un canal maravilloso de socializaci¨®n en entornos familiares. Son una forma estupenda de acercar familias, de acercar generaciones y, al mismo tiempo, desarrollar toda una serie de habilidades cognitivas, desde procesos de atenci¨®n hasta el control de impulsos, pasando por el desarrollo de lenguaje a nivel oral, de estructuraci¨®n, de narrativa, etc¨¦tera. Adem¨¢s, el juego tambi¨¦n nos ayuda a desarrollar y entrenar una funci¨®n cognitiva muy importante: la memoria de trabajo. Un juego de mesa es una herramienta con la que puedes poner en marcha al mismo tiempo y en un corto periodo de tiempo todas las habilidades cognitivas necesarias para tu d¨ªa a d¨ªa.
P. Partiendo de esta base, ?dir¨ªa que es un recurso infrautilizado?
R. Totalmente. S¨ª que es verdad que desde hace un par de a?os hay una introducci¨®n bastante interesante de los juegos a nivel educativo, pero falta todav¨ªa mucha concienciaci¨®n sobre el poder y las habilidades cognitivas que trabajan los juegos de mesa. Muchos docentes siguen creyendo que se pierde el tiempo jugando, cuando es justo lo contrario. Y es que no solo se pueden trabajar todas esas habilidades cognitivas que he citado antes y que para muchos docentes son invisibles, sino que, adem¨¢s, los juegos pueden servir como recurso de implementaci¨®n de temas a nivel curricular.
P. Lleva muchos a?os trabajando con ni?os con problemas de atenci¨®n. ?Pueden ser los juegos de mesa una herramienta para trabajar esa capacidad?
R. Totalmente. Uno no nace atento, uno se hace atento. Esa es la clave. Como dec¨ªa antes, cada vez a m¨¢s temprana edad se est¨¢n introduciendo las pantallas en la vida de los ni?os, unas pantallas que ofrecen un nivel de sobreestimulaci¨®n que ning¨²n cerebro en la infancia puede soportar, as¨ª que estamos alterando la v¨ªa de desarrollo atencional. Los juegos de mesa, en ese sentido, son un potente canal de mejora de esas rutas atencionales a las que no estamos favoreciendo nada con una temprana y abusiva utilizaci¨®n de las pantallas.
P. Define los juegos de mesa como una herramienta emocional sin l¨ªmite generadora de emociones agradables.
R. As¨ª es.
P. Mis hijos, sin embargo, el 90% de las veces que jug¨¢bamos a juegos de mesa acaban discutiendo o enfadados.
R. (Risas) Es que a nadie nos gusta perder, pero a los ni?os todav¨ªa menos. Pero cuando pasa esto, no vale con esconder el juego porque genera conflicto, porque de esta forma lo ¨²nico que estamos haciendo es dejando de entrenar a los hijos en la gesti¨®n de esa frustraci¨®n y de las emociones que les despierta. Por tanto, no se trata tanto de evitar este tipo de juegos, sino de medir el tiempo de exposici¨®n a los mismos para que puedan ir de alguna manera entrenando esa capacidad de frustraci¨®n, algo que en ¨²ltima instancia les permitir¨¢ disfrutar del proceso de juego sin necesidad de que ellos sean los ganadores.
P. ?Pueden ser tambi¨¦n los juegos cooperativos una soluci¨®n para entrenar esa frustraci¨®n?
R. La gente desconoce que, antes de los cinco a?os, el cerebro humano no puede sentir ning¨²n tipo de expectativa o de placer cuando no conoce lo que va a pasar. Es decir, necesitamos saber siempre de antemano lo que va a pasar para poder disfrutarlo, por eso los ni?os antes de cinco a?os hacen tareas en bucle o piden leer una y otra vez los mismos cuentos. Se aferran a lo que conocen, a la certidumbre. Cuando algo se trastoca e implica una flexibilidad cognitiva es cuando empieza a aparecer la frustraci¨®n, que tiene que ser trabajada. Por eso los juegos de ni?os muy peque?os, entre los dos y los cinco a?os, mayoritariamente tienen un car¨¢cter colaborativo, para ir entrenando en grupo, como parte de la familia, esa posibilidad de ganar o perder.
Puedes seguir Mamas & Papas en Facebook, Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter quincenal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.