Terremoto, despistado, llorica¡: c¨®mo afectan las etiquetas a los ni?os
Las palabras que eligen los padres para describir a su hijo pueden esconder mensajes ocultos que lleven a da?ar la autoestima del menor o romper el v¨ªnculo de afecto, adem¨¢s de crearle conflictos internos y complejos
Terremoto, intenso, pesado, torpe, vago, despistado, retador, irresponsable, desastre, llorica, malo o caprichoso, es probable que estos sean algunos de los adjetivos que aparecer¨ªan en la respuesta de un ni?o al preguntarle c¨®mo cree que sus padres le describir¨ªan si tuvieran que hacer una redacci¨®n sobre ¨¦l. Las palabras que emplean sobre nosotros los dem¨¢s no le dejan a uno indiferente y generan unas conversaciones internas que pueden perjudicarnos seriamente. Unas palabras que construyen los pensamientos y que pueden llegar a determinar si merecemos o no ser felices, si somos lo suficiente buenos para conseguir lo que pensamos necesitar o si merecemos el cari?o de los dem¨¢s.
La imagen que una persona construye sobre s¨ª misma, es decir, su autoconcepto, se edifica a trav¨¦s de la informaci¨®n que recibe de las personas con las que convive o se relaciona. Si estas palabras generalmente son negativas o amenazadoras ser¨¢ muy dif¨ªcil que el individuo pueda moldear adecuadamente la imagen que tiene sobre s¨ª mismo. Las palabras tienen un gran poder sobre nuestras emociones y condicionan directamente nuestras conductas y decisiones. Las personas son capaces de cambiar su estado de ¨¢nimo, modificar sus h¨¢bitos o condicionar sus decisiones o futuro. Forjan la memoria, la manera de ver el mundo y la forma en la que uno se relaciona con los dem¨¢s.
Al educar, los adjetivos que los padres y madres utilizan para describir o referirse a su hijo influir¨¢n notablemente sobre ¨¦l. Las palabras que se eligen para valorar, reconocer, referir o corregirle esconden mensajes ocultos que le pueden llevar a afectar mucho. Por esta raz¨®n, igual de importante es que los ni?os hablen bien a sus padres como que estos hablen bien a sus hijos.
En ocasiones, las familias presas por el enojo, el estr¨¦s o cansadas de las malas conductas emplean palabras de las que despu¨¦s acaban arrepinti¨¦ndose. Si el adulto usa un lenguaje que se?ala con dureza los defectos del ni?o, juzga violentamente su comportamiento o sentencia sus decisiones este influir¨¢ muy negativamente en su desarrollo. Unas palabras que da?ar¨¢n seriamente la autoestima, que romper¨¢n el v¨ªnculo de afecto y dejar¨¢n una huella profunda en la personalidad. Que crear¨¢n conflictos internos, complejos y un alto grado de vulnerabilidad provocando en el ni?o ansiedad, frustraci¨®n y niveles altos de agresividad.
El abuso verbal, las palabras con dobles sentidos, las connotaciones despectivas y los eufemismos imposibilitan educar desde la calma y el respeto. Un ni?o necesita crecer sin etiquetas ni sobrenombres que le condicionen o empeque?ezcan. Siendo libre para comportarse tal y como es y sintiendo que los adultos que le cuidan y se preocupan por ¨¦l dan respuesta a todas sus necesidades y aspiraciones, especialmente a sus emociones. Con palabras que le tocan el coraz¨®n cuando siente miedo o tristeza, que acarician sus inseguridades cuando las cosas se complican, curan sus cicatrices con suavidad y paciencia y le muestran el afecto y la comprensi¨®n que tanto necesita para crecer en un entorno seguro. Una buena comunicaci¨®n llevar¨¢ a las familias a tener una adecuada calidad en sus relaciones y a establecer en casa un clima de confianza y empat¨ªa.
Cuatro claves para utilizar correctamente el lenguaje en la educaci¨®n de un ni?o
- Evitar palabras que juzguen, eval¨²en, chantajeen y etiqueten con dureza el comportamiento o la personalidad del menor. Unas palabras que influir¨¢n de manera muy negativa en la construcci¨®n de su identidad, autoconcepto y autoestima y condicionar¨¢n sus conductas haci¨¦ndole sentir que no es demasiado bueno para los dem¨¢s.
- Utilizar palabras que alienten, que reconozcan el esfuerzo y el proceso y no ¨²nicamente el resultado. Que motiven a esforzarse y trabajar con ilusi¨®n aunque en el camino se encuentren dificultades, a ser constante y marcar peque?os retos diarios. Un ni?o no debe creer que sus padres le quieren ¨²nicamente cuando es capaz de obtener muy buenas notas, hace caso a la primera o es el m¨¢ximo anotador en un partido de baloncesto.
- Emplear palabras que transmitan al ni?o afecto y un amor incondicional que le haga sentir ¨²nico. Que le recuerden que sus adultos de referencia est¨¢n a su lado sin condiciones y muestran inter¨¦s por ayudarle en todo aquello que necesite independiente de las cualidades o defectos que pueda poseer.
- No caer en elogios excesivos que conduzcan al ni?o o joven a no querer esforzarse por suponer que ya lo hace todo bien. Aplaudir siempre la conducta llevar¨¢ a la construcci¨®n de una personalidad narcisista y a no ser capaz de aceptar los propios errores pensando que siempre se tiene la raz¨®n absoluta.
La forma en la que los padres y madres hablan a los ni?os tiene un efecto en ellos m¨¢s poderoso de lo que muchos se imaginan. Las palabras tienen el poder de crear, mimar, reparar y alentar. Les ense?an a ver y a encontrar el lado favorable de las cosas. Les inyectan energ¨ªa y creatividad. Les permiten saber todo lo que hay que mejorar. Es primordial que las familias utilicen el lenguaje como una herramienta para forjar lazos, cuidar las emociones, regalar oportunidades y descubrir talentos. Ya lo dec¨ªa el escritor estadunidense Francis Scott Fitzgerald: ¡°Se puede acariciar a la gente con palabras¡±.
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