Los adolescentes empiezan a dejar de leer a los 15 a?os, pero hay formas de evitarlo
Miguel Salas, doctor en Teor¨ªa de la Literatura, acaba de publicar ¡®(En) plan lector: sobrevivir a la adolescencia sin dejar de leer¡¯, un libro en el que aconseja a padres y madres ser ejemplo, leyendo en casa y en voz alta
Los datos de tiempo de lectura en Espa?a no mienten y aunque son esperanzadores hasta los 14 a?os, las cifras caen en picado a partir de los 15. Exactamente, seg¨²n el Bar¨®metro de H¨¢bitos de Lectura y Compra de Libros en Espa?a 2022, del Ministerio de Cultura y Deporte, el 78,2% de los ni?os y ni?as de entre 10 y 14 a?os leen en su tiempo libre de forma frecuente. Estas ratios descienden m¨¢s de 10 puntos en la franja de edad entre los 15 y los 18 a?os (67,7%) y siguen en ca¨ªda libre entre los 18 y los 24. ¡°En cuesti¨®n de 10 a?os ¡ªlos que van de la preadolescencia a la edad adulta¡ª perdemos un 25% de lectores frecuentes y ganamos un 21% de no lectores¡±, lamenta Miguel Salas D¨ªaz (Madrid, 46 a?os), doctor en Teor¨ªa de la Literatura y Literatura Comparada, que acaba de publicar (En) plan lector: sobrevivir a la adolescencia sin dejar de leer (Plataforma Actual). La pregunta evidente es qu¨¦ pasa en la adolescencia, qu¨¦ factores entran en juego en esta etapa vital, para que se produzca semejante baj¨®n en las cifras de lectores frecuentes.
¡°La adolescencia es una edad muy dif¨ªcil. En ese momento todo se pone en cuesti¨®n y la propia identidad entra en crisis. El joven se suele volcar en su grupo de amigos y da prioridad a las actividades que realiza con ellos, y estas les ocupan una gran cantidad de su tiempo. Por el contrario, en casa se vuelven m¨¢s reservados y, a veces, reh¨²yen momentos en familia, como podr¨ªa ser la lectura¡±, argumenta Salas, que tambi¨¦n apunta a la mayor exigencia acad¨¦mica que hace que los chavales lleguen cansados a casa y tiendan m¨¢s a buscar un ocio f¨¢cil y que no les exija demasiada concentraci¨®n.
Y ah¨ª, claro, entran en juego las pantallas. Aunque seg¨²n los datos del bar¨®metro de h¨¢bitos de lectura, entre los 15 y los 18 a?os el n¨²mero de lectores frecuentes y ocasionales se ha incrementado en casi 12 puntos desde 2018, para el experto los m¨®viles (y las pantallas en su conjunto) influyen en que los j¨®venes dejen de leer de una manera definitiva y evidente: ¡°Es mucho m¨¢s dif¨ªcil llegar al libro desde que los smartphones nos ofrecen decenas de posibilidades de ocio f¨¢cil, que no exige esfuerzo. La lectura, en cambio, s¨ª que exige esfuerzo, serenidad y silencio, as¨ª que pierde la batalla. ?No nos pasa lo mismo a los adultos? Creo que casi todos leemos menos y miramos m¨¢s el m¨®vil que hace 10 a?os¡±.
A todos estos condicionantes, para Salas se unen otros de ¨ªndole m¨¢s acad¨¦mico, entre ellos el hecho de que Lengua y Literatura aparezcan juntas en el curr¨ªculo acad¨¦mico. ¡°Unir Lengua y Literatura fue una mala idea¡±, prosigue el experto, para quien la literatura se ha convertido en ¡°una nota a pie de p¨¢gina del temario que muchos alumnos se limitan a estudiar de memoria¡±. Para Salas, no hay tiempo apenas para leer, para comentar con los alumnos las lecturas, para exprimirlas en el aula: ¡°En todos los centros deber¨ªa existir un buen plan lector en el que los profesores lean a los alumnos en voz alta, tanto obras completas (cuentos, poemas, novelas) como fragmentos bien contextualizados de los cl¨¢sicos a los que los estudiantes dif¨ªcilmente podr¨ªan acceder por s¨ª mismos¡±. Y a?ade: ¡°Con un buen trabajo previo del docente, La Celestina, El libro del buen amor o El Quijote se pueden leer en clase, y conseguir que los alumnos disfruten y relacionen dichas obras con su propia experiencia vital¡±.
La importancia del ejemplo
?C¨®mo salvar esos escollos y conseguir que los adolescentes se centren en la lectura? Para Salas la respuesta est¨¢ clara: mediante el ejemplo. ¡°Tenemos que mostrarles que hemos de elegir de manera pausada nuestras actividades de ocio; que, a pesar de la demagogia imperante, hay actividades mejores que otras, que nos dan m¨¢s, que nos enriquecen y nos forman¡±, sostiene. El tambi¨¦n sostiene que es importante hacer comprender a ni?os y ni?as que desarrollar la voluntad y la capacidad de concentraci¨®n es fundamental, porque sin ellas ¡°vivir¨¢n siempre condenados a una superficialidad que tiene consecuencias graves, ya que, entre otras cosas, nos hace mucho m¨¢s manipulables¡±.
En ese sentido de ser ejemplo, el autor lanza al aire en las p¨¢ginas de su libro una pregunta que da mucho que pensar: ?Qu¨¦ hacemos delante de los ni?os? Muchas veces, seguramente m¨¢s de las necesarias, los progenitores caen en la tentaci¨®n de usar mucho las pantallas: ¡°Los ni?os aprenden por imitaci¨®n, es as¨ª c¨®mo se adaptan al entorno. Por eso en casa de padres deportistas, o aficionados al cine, es mucho m¨¢s f¨¢cil encontrar hijos deportistas o aficionados al cine¡±, argumenta el experto, que no obstante reconoce que no existe una f¨®rmula m¨¢gica que consiga que los hijos lean con frecuencia. ¡°De hecho, hay hogares con padres muy lectores en los que los ni?os no se enganchan a los libros. En estos casos los progenitores no deben culparse ni presionarlos. Los h¨¢bitos de lectura en la infancia y adolescencia son a veces muy cambiantes, no hay que perder la esperanza. En ¨²ltima instancia, la lectura no es obligatoria para ser una buena persona, tener una vida plena o ser feliz¡±, a?ade.
En todo caso, Salas destaca la importancia de que haya libros en casa, de que la lectura est¨¦ presente en la conversaci¨®n diaria igual que lo est¨¢n las series o lo que ha sucedido en el colegio o en el trabajo: ¡°Preguntar a los hijos por lo que est¨¢n leyendo, que se les regale libros, que se hagan visitas a librer¨ªas y bibliotecas con frecuencia. Tambi¨¦n la necesidad de leerles y leer con ellos, un h¨¢bito muy instaurado en la primera infancia, pero que luego se va perdiendo conforme los ni?os aprenden a leer y empiezan a llevar a cabo esta actividad en solitario¡±.
¡°A mis alumnos les gusta mucho que les lea en clase¡±, incide el experto. Salas explica que antes de que existiera la radio, muchas familias se reun¨ªan alrededor de un libro, de una revista o de un peri¨®dico que se le¨ªan en voz alta: ¡°Es una costumbre que se perdi¨®, y hoy consideramos que la lectura es un h¨¢bito individual y silencioso, pero hist¨®ricamente no lo ha sido¡±. Al final, un libro funciona igual que el anciano de la tribu contando historias junto a una hoguera: ¡°Entiendo que ponerse a leer en voz alta para unos adolescentes pueda dar cierta verg¨¹enza, pero si funciona en el aula, ?por qu¨¦ no iba a funcionar en casa?¡±.
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