Ganaderos, agricultores y obreros: las v¨ªctimas del ¨²ltimo golpe del narco al pueblo yaqui
La desaparici¨®n y asesinato de al menos cinco miembros de la comunidad ind¨ªgena supone una escalada ins¨®lita de la violencia: ¡°Esto se trata de un ataque a la comunidad, no eran activistas¡±
Ahora est¨¢n muertos. Antes, eran vaqueros, ganaderos, jornaleros, maquileros y administrativos en el rancho de Agua Caliente, en Loma de B¨¢cum. Y, sobre todo, eran yaquis, un pueblo ind¨ªgena atravesado por una historia de violencia desde hace d¨¦cadas que habita los desiertos de Sonora, en el norte de M¨¦xico, uno de los territorios con mayor presencia del crimen organizado. Cinco miembros de la tribu, desaparecidos desde el 15 de julio, han sido identificados este lunes en una fosa com¨²n por la Fiscal¨ªa General de Justicia del Estado de Sonora. Sus nombres eran Fabi¨¢n Sombra Miranda, Braulio P¨¦rez Sol, Heladio Molina Zavala, Mart¨ªn Hurtado Flores y Fabi¨¢n Valencia Romero. Otros cinco contin¨²an en paradero desconocido. Decenas de activistas yaquis han sido asesinados o desaparecidos en la ¨²ltima d¨¦cada, debido a su lucha en defensa de su territorio, en oposici¨®n a macroproyectos de miner¨ªa, gaseoductos y acueductos. Pero este nuevo golpe tiene algo distinto: no se trata de un ataque a militantes de primera l¨ªnea, sino a civiles.
La semana de la desaparici¨®n se celebraba la fiesta tradicional de la Virgen del Carmen, en la comunidad de Bataconcica, perteneciente a B¨¢cum. El grupo ¡ªoriginariamente 16 personas, aunque seis consiguieron escapar o fueron puestas en libertad¡ª se dirig¨ªa al rancho de Agua Caliente a recoger ganado para sacrificar. Seg¨²n las versiones de la propia comunidad, en el camino de regreso al municipio, fueron interceptados por miembros del crimen organizado. Cuando, alertados por el retraso, sus familiares y vecinos salieron en su b¨²squeda, se encontraron el ganado suelto y sus camionetas vac¨ªas y abandonadas a mitad de camino.
Anabela Carl¨®n, abogada y parte de la tribu, ofrece estos d¨ªas asesor¨ªa legal a los familiares de los asesinados, adem¨¢s de realizar labores de int¨¦rprete, ya que muchos no hablan castellano. ¡°Esto se trata de un golpe a la comunidad, no eran activistas¡±, defiende. Sin embargo, a?ade que los padres de alguno de ellos ejercen puestos importantes dentro de la organizaci¨®n yaqui, son autoridades tradicionales o participan de una u otra manera en la toma de decisiones. Adem¨¢s, las v¨ªctimas formaban parte de una brigada de vigilancia comunitaria. ¡°Para nosotros esto es un mensaje de poder hacia nuestro pueblo¡±, sintetiza la letrada.
Un activista yaqui que prefiere conservar el anonimato ¡ªya que se encuentra escondido al haber recibido amenazas de muerte¡ª, plantea un escenario diferente, y sit¨²a a este grupo en la ¨®rbita del crimen organizado. Los diez desaparecidos pertenec¨ªan a un sector que se hab¨ªa separado del resto de la comunidad y habitaba una tierra que este pueblo considera sagrada. Por ello, no permiten el paso al Ej¨¦rcito ni a la polic¨ªa, algo de lo que se aprovechan los narcos. ¡°Es un secreto a voces que en territorio sagrado est¨¢ escondida gente del crimen organizado que tiene su centro de operaci¨®n en esa parte de la sierra. Pensamos que amenazaron a dirigentes yaquis para que les dejaran entrar¡±.
Seg¨²n esta hip¨®tesis, los desaparecidos se ganaban un dinero extra ejerciendo de halcones (vigilantes) para el crimen organizado. Debido a las fiestas, los trabajadores del rancho descuidaron su labor, y no avisaron de una incursi¨®n del Ej¨¦rcito en territorio sagrado por la parte oriental de la sierra. En la zona hab¨ªa laboratorios de metanfetamina, e incautaron media tonelada de drogas, seg¨²n un comunicado de la Guardia Nacional. En represalia, los narcos les secuestraron. ¡°Como ind¨ªgenas nos duele y nos indignan las formas, parece que fueron fusilados en un pared¨®n en el rancho de Chichiquelites. Se ve claramente como quieren diezmar a un pueblo. Primero trataron de dominar a la tribu con otras creencias religiosas para que olvidaran su cultura y sus costumbres. Ahora, metieron el caos, el miedo la droga. Se est¨¢n viendo cosas que hace diez a?os no se ve¨ªan aqu¨ª¡±, a?ade la misma fuente an¨®nima.
Para la abogada Anabela Carl¨®n, algo no cuadra en esa historia: ¡°S¨ª, podr¨ªa ser un ajuste de cuentas, pero de esa cantidad de gente igual uno podr¨ªa estar vinculado con el crimen organizado, no creo que todos est¨¦n inmiscuidos. Que maten a diez personas es grav¨ªsimo, no es el patr¨®n que suelen utilizar¡±. Acostumbrada ya a la violencia en el d¨ªa a d¨ªa, Carl¨®n explica que, normalmente, si alguien se relaciona con el narco y tiene un problema, ¡°se lo levantan y aparece muerto en alg¨²n lado, pero a esa persona, no se llevan a un grupo tan grande. Para nosotros eso no es posible de creer¡±. Aunque es incapaz de explicar por qu¨¦ desaparecieron, en concreto, a los trabajadores del rancho: ¡°Estaban esperando en espec¨ªfico a este grupo. No queda clara la raz¨®n a menos que sea una manifestaci¨®n de poder¡±.
Tampoco comparte la tesis del ajuste de cuentas Guadalupe Flores Maldonado, portavoz de la Guardia Tradicional ¡ªla polic¨ªa yaqui¡ª de la comunidad de B¨¢cum: ¡°No les conviene una matanza as¨ª a los del crimen organizado porque se les calienta la plaza y se llena de soldados¡±. Flores reconoce la presencia del narco en sus tierras, ruta de paso para el trasiego de droga hacia la frontera oste de EE UU, pero niega la hip¨®tesis de que hayan penetrado tan dentro de la comunidad. Organizaciones sociales comprometidas tradicionalmente con la lucha medioambiental de los yaquis, como el Movimiento Ciudadano por el Agua de Sonora, han decidido no implicarse con este caso en concreto.
Los yaquis son una tribu muy herm¨¦tica, recelosa de su intimidad. Ahora mismo, Sergi Pedro Ros es una de las personas externas a la comunidad que mejor los conoce. Cineasta, trabaj¨® durante cinco a?os en Laberinto Yo?eme, un documental donde narra los problemas de este pueblo en la defensa de su agua y su territorio contra la violencia del narco y el abandono institucional, lo que le permiti¨® ser un testigo privilegiado de su realidad: ¡°Lo que est¨¢ pasando con los yaquis es un genocidio. Ya no es solo que ataquen a activistas y l¨ªderes sociales. Ahora van a por la sociedad civil. Cualquier persona por el mero hecho de ser yaqui hoy corre peligro¡±.
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