El punk es M¨¦xico: El Iti y un pu?ado de razones para romperlo todo
Un libro revive la memoria del baterista de Colectivo Ca¨®tico, m¨²sico legendario de los suburbios m¨¢s ruidosos de la capital. El movimiento se renueva en el pa¨ªs norteamericano aupado por las causas sociales
M¨¦xico amanece hoy con problemas que ya ten¨ªa en las d¨¦cadas de los ochenta y noventa: desempleo juvenil, violencia estatal, corrupci¨®n y hambre. Pu?ados de j¨®venes emergieron entonces de hoyos clandestinos en las m¨¢rgenes de las ciudades; vest¨ªan con cueros negros y remaches met¨¢licos, alfileres en la piel, cadenas al cuello; enormes crestas pintadas les crec¨ªan en la cabeza y sus botas militares retaban al asfalto. Los punks pusieron el grito en los cielos de todo el mundo, tronaron sus altavoces, se retorcieron en el escenario y estrellaron su consigna de spray contra los muros de aquellas ciudades imp¨ªas: ¡®No hay futuro, hag¨¢moslo nosotros¡¯. Algunos de aquellos rebeldes defienden hoy las mismas causas, se han convertido en m¨¦dicos, gestores culturales, artesanos o polic¨ªas. Otros, muchos, murieron j¨®venes, como El Iti, a los 37 a?os, un personajazo criado en Nezahualc¨®yotl, en calles de tierra donde la m¨²sica rebelde estaba prohibida por la censura. Un libro donde habla en primera persona, en entrevistas que le hizo Carles Feixa en 1991, recuerda hoy su vida y la de todo un movimiento que en M¨¦xico se ha transformado, pero sigue muy vivo: El Iti y su banda. Mierdas Punk, editado por NED. ¡°El pinche ruido¡±, como dec¨ªa ¨¦l, no ha muerto.
Francisco Valle Carre?o tocaba la bater¨ªa, compon¨ªa, escrib¨ªa poes¨ªa y vete a saber cu¨¢ntas cosas m¨¢s. Creaba. Le llamaban El Iti, el sonido de las siglas del extraterrestre m¨¢s famoso por entonces, el que se perdi¨® en la Tierra y buscaba un tel¨¦fono para llamar a casa: E. T., el fen¨®meno de Steven Spielberg que impact¨® en las pantallas de un planeta que comenzaba a globalizarse. Sin redes sociales, los punks supieron construir las suyas por todo el mundo, bastaba la televisi¨®n o el correo ordinario por el que se enviaban de un lado a otro del oc¨¦ano cintas de cassette. Al Iti, que ya padec¨ªa de diabetes juvenil, se lo llev¨® una negligencia m¨¦dica, a decir de su hermana Ver¨®nica: ¡°Le contagiaron una tuberculosis en el hospital y muri¨® en la nochebuena de 2004¡å. Que se jodan la Nochebuena y la Navidad, habr¨ªa dicho.
Su carisma creci¨® y los Mierdas de la ciudad insistieron en guardar su memoria: un peque?o foro con gradas de cemento luci¨® su imagen de grafiti en Nezahualc¨®yotl, y en 2014 se desvel¨® una placa que conmemoraba los 10 a?os del fallecimiento. Para entrar ah¨ª hay que apartar una trinchera de cachivaches, las aceras siguen levantando polvo y criando hierbajos espinosos. Y lo que es peor, el Ayuntamiento decidi¨® hace unos a?os que el mural con su imagen ya no ten¨ªa cuento, agarraron la brocha y lo taparon con un dibujo infantil. La placa cer¨¢mica con el nombre de Valle Carre?o se cubri¨® de negro. Pero hace falta m¨¢s que un bote de pintura para ocultar toda una leyenda local.
El antrop¨®logo catal¨¢n Carles Feixa recorre de nuevo aquellas calles de Nezahualc¨®yotl a las que llegaba en los noventa desde el DF despu¨¦s de varios metros y autobuses destartalados que costaban unos pocos pesos, pero El Iti y sus compa?eros de estudio no ten¨ªan ni para pagar eso, le ofrec¨ªan al chofer un precio m¨¢s barato sin que extendiera el boleto que dejaba constancia del pago: todos ganaban. Feixa grab¨® horas de conversaci¨®n con aquel chaval gre?udo, formal y brillante en los estudios, que empez¨® su historia por la vida de sus abuelos y las guerras cristeras de M¨¦xico, por Zapata y Pancho Villa, sigui¨® con un padre mec¨¢nico y una madre ama de casa que dieron cuatro hermanos, una camada que ¨¦l inaugur¨®. Despu¨¦s llegar¨ªa el ¡°pinche ruido¡±, las tocadas que ellos mismos organizaban a falta de apoyo oficial de ninguna clase, los tianguis (mercadillos en Espa?a) de vinilos y chinchetas (estoperoles en M¨¦xico), los alfileres imperdibles (seguritos en M¨¦xico).
Nezahualc¨®yotl era entonces la t¨ªpica ciudad dormitorio que crec¨ªa en la periferia de la capital mexicana sin m¨¢s orden que el que decid¨ªan los que llegaban a vivir all¨ª. Hoy se mantienen enormes bolsas de miseria y una delincuencia que imprime cap¨ªtulos de sangre y corrupci¨®n casi semanales. El centro cultural donde se presenta el libro de Feixa ha dispuesto el anfiteatro de sillas azules, pero no hay conexi¨®n para el sonido y la mesa del estrado ya no existe: ¡°Se la llevaron los de la anterior administraci¨®n cuando concluyeron su mandato, aqu¨ª las cosas son as¨ª¡±, dice Pablo Hern¨¢ndez, Podrido, uno de los colegas de El Iti. En los cuartos de ba?o, al plomero se le olvid¨® tapar el inmenso boquete que dej¨® en el techo cuando arregl¨® las tuber¨ªas y no hay papel higi¨¦nico. Sin ser punk dan ganas de poner el grito en el cielo.
Esta ciudad, que la sorna rebautiz¨® como Neza York, fue el coraz¨®n del movimiento punk mexicano. El campo estaba abonado: clase obrera, represi¨®n social, ausencia de ocio para los j¨®venes, falta de servicios, drogas y s¨®tanos que escond¨ªan la m¨²sica de la polic¨ªa. En aquellos antros se abr¨ªa la noche cada tarde y all¨ª recalaban todos los mierdas de la ciudad. Dice Pablo, Podrido, que los llamaban as¨ª porque iban al enorme tiradero que hab¨ªa en las afueras a recoger la ropa que les serv¨ªa de uniforme de guerra. Escarbando en aquella basura ellos crearon toda una est¨¦tica que adornaba a los Herej¨ªa, Los G¨¦rmenes y el Podrido, Afaxia, Ruido 7, Viuda Negra o el Colectivo Ca¨®tico, donde El Iti romp¨ªa la noche con sus baquetas. Tres pel¨ªculas dejaron constancia de aquella vida suburbial y contestataria: S¨¢bado de mierda, Nadie es inocente y La neta, no hay futuro.
¡°A los polic¨ªas no les gustaban nuestros atuendos, nos deten¨ªan a cada momento, pero fuimos muchos y cuando sal¨ªamos a las calles la gente se apartaba a nuestro paso, entonces nos sent¨ªamos empoderados, en esos momentos el miedo era de ellos¡±, resume con brillantez la que fue novia del baterista durante a?os, Margarita Mares, que hoy viste de negro todav¨ªa y tiene un hijo m¨²sico que da la clave de hacia ad¨®nde ha ido todo aquel movimiento: el pospunk, el trash core, el rock progresivo. Margarita escuchaba entonces La L¨ªnea del Frente, en Stereo Joven 101.7, puro punk. Conserva todav¨ªa la cinta que grab¨® cuando sonaron en la radio los Eskorbuto y conoce bien a los Kortatu, Siniestro Total o La Polla R¨¦cord, que tocaron en el teatro Blanquita con el grupo de El Iti como teloneros.
¡°El impacto social y cultural de todo aquello ha sido impresionante tanto en las zonas urbanas como rurales de M¨¦xico¡±, empieza la profesora de la Escuela Nacional de Antropolog¨ªa e Historia Maritza Urteaga. ¡°No se les ve, pero a¨²n se siente¡±. Quiz¨¢ ya no est¨¢ tan presente aquella est¨¦tica asustaviejas de cueros negros y pelos de colores, pero la actitud de los chavos persiste, asegura esta especialista cuya l¨ªnea de investigaci¨®n se ha centrado en los j¨®venes y las sociedades contempor¨¢neas. ¡°Hay en M¨¦xico todav¨ªa, una actitud contra el sistema pol¨ªtico hegem¨®nico, donde a¨²n se lucha por las necesidades b¨¢sicas. Se ve muy bien entre las j¨®venes feministas, por ejemplo, c¨®mo se organizan las colectivas y gritan en las calles, en las marchas, los campamentos de solidaridad, el movimiento zapatista, en la escena rockera subterr¨¢nea. Muchos de estos grupos se han convertido en movimiento culturales que van por los pueblos rurales, por las aldeas ind¨ªgenas, que les duele la migraci¨®n y reivindican su idioma prehisp¨¢nico. Son contestatarios. En Chiapas hay expresiones inequ¨ªvocas que parten de aquella semilla punk, con letras que hablan del desempleo, la informalidad laboral, la represi¨®n¡±.
Para Urteaga, el caldo de cultivo en el que se desarroll¨® el punk no ha cambiado en muchas zonas de M¨¦xico, ¡°que va de mal en peor¡±, y esa es la raz¨®n por la que goza de buena salud ese movimiento musical y social en este pa¨ªs, que ahora tiene manifestaciones culturales pioneras en un mundo que gobernaron los anglosajones en los ochenta. ¡°Incluso en algunos reguetones, solo en algunos, se dan esas letras de desaf¨ªo. Los punks que ya est¨¢n grandes siguen armando sus conciertos, sus cotorreos con los chavos, en ciudades o pueblos. Montan sus jornadas culturales y musicales y despu¨¦s recogen y se van. Pero all¨ª han dejado esa semilla, esa forma de ser de los punketas. Hay un contagio subterr¨¢neo, pero ya no son bandas ratoneras metidas en sus barrios, ahora se relacionan y se organizan de otra forma¡±, afirma.
Razones para dar una pedrada en el cristal no faltan en M¨¦xico y la misoginia es una de ellas, miles de muertes de mujeres al a?o. Imposible no atisbar entre las colectivas feministas y el tan denostado bloque negro la est¨¦tica y la rebeld¨ªa punks. ?D¨®nde est¨¢ el Estado?, siguen pregunt¨¢ndose. Y la respuesta no ha cambiado: hag¨¢moslo nosotros. ¡°Eso es el punk¡±, zanja Urteaga.
En las madrugadas de El Iti, Neza York todav¨ªa ol¨ªa a pescado y a limo que llegaba del lago de Texcoco, que despu¨¦s disecaron para construir el famoso aeropuerto que nunca fue. Se apagaba la noche y el muchacho prosegu¨ªa sus estudios. ¡°Era un maravilloso estudiante, cuando muri¨® estaba en la universidad estudiando creo que Psicolog¨ªa, por ah¨ª andan esos papeles¡¡±. Su hermana Ver¨®nica trata de describir cu¨¢l era aquel car¨¢cter que forj¨® el carisma del baterista, engrandecido con una muerte joven: ¡°Era sociable y noble, no le importaba lo monetario¡ los hermanos le ayud¨¢bamos a hacer aquellos recortes para sus collages, jug¨¢bamos a luchitas... siempre acab¨¢bamos madreados¡±. Un a?o antes de que muriera El Iti, que tambi¨¦n se hac¨ªa llamar Ome Tochtli, tan dios de los ni?os inteligentes como esp¨ªritu del pulque, su hermana Ver¨®nica se meti¨® a polic¨ªa. ¡°Qu¨¦ horror ver a mi hermanita en la polic¨ªa, pero si te gusta, estoy orgulloso de ti, me dijo¡±. Quer¨ªa escribir un libro con lo que ella le iba contando de sus vivencias en el cuerpo armado. ¡°Pero ya no se pudo, ya no pudimos hacerlo juntos¡±.
El Podrido llega hoy al foro dedicado a su amigo Francisco Valle, vandalizado por la Administraci¨®n con pintura negra. Aparece con una camisa azul de cuadros, pero dentro, junto a la piel, est¨¢ la playera punk. Por el d¨ªa es Pablo Hern¨¢ndez, por la noche, Podrido. Se queja de las condiciones de su pueblo, de la corrupci¨®n de los que gobiernan y de quienes los sustituyen, de los centros culturales que no tienen las condiciones m¨ªnimas. Debajo de la playera negra est¨¢ la playa. ¡°Creo que el punk sigue vivo, y se ha vuelto objeto de coleccionismo, tambi¨¦n. El rollo digital ha ayudado mucho, las nuevas generaciones arroparon el movimiento y lo han retomado con m¨¢s br¨ªo¡±. Podrido trabaja en una casa cultural y vende herramientas para mantenimiento en los tianguis, esos mercadillos que tambi¨¦n son espacios de empleo informal y protesta. En el del Chopo, cerca del museo que lleva ese mismo nombre en CDMX, se juntan todav¨ªa los s¨¢bados todos los Mierdas que quedan en la capital y sus alrededores. Es ¡°un foco de infecci¨®n¡±, como lo defini¨® el baterista buscando aunar acepciones. All¨ª venden vinilos y cueros con estoperoles, toda clase de ch¨¢charas; les re¨²ne la a?eja nostalgia y la rabia que no cesa en M¨¦xico.
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