Esto ya no es una c¨¢rcel: dentro del rehabilitado ¡°centro de retenci¨®n¡± de migrantes en Tapachula
Tras el incendio que mat¨® a 40 personas en un centro del Instituto Nacional de Migraci¨®n en Ciudad Ju¨¢rez, el organismo intenta reformarse y dejar atr¨¢s las denuncias por abusos a los derechos humanos. EL PA?S visita la estaci¨®n m¨¢s importante, en la frontera de Chiapas con Guatemala, que ser¨¢ presentada el 2 de julio como s¨ªmbolo de los nuevos tiempos de la instituci¨®n
Lo m¨¢s importante es dejar claro que esto ya no es una c¨¢rcel. Por m¨¢s que el alambre de espino corone los altos muros; que el comedor tenga un semblante patibulario con mesas de cemento ancladas al suelo y cubiertos de pl¨¢stico ¡°antivand¨¢licos¡±, in¨²tiles para apu?alar a alguien; que entre las cercas que separan el edificio blanco de la verde selva haya un corredor custodiado d¨ªa y noche por guardas de uniforme azul; que el uso de celulares est¨¦ prohibido; que aunque ya no queden tantos barrotes, sigan estando ah¨ª. Y, a pesar de todo, el centro del Instituto Nacional de Migraci¨®n (INM) en Tapachula, la puerta de entrada en Chiapas de la rebosante frontera sur mexicana, ya no parece el de antes.
Aqu¨ª los eufemismos son importantes. No se arresta, se rescata. No se deporta, se ejecutan retornos asistidos. ¡°Es un centro de retenci¨®n, no detenci¨®n. No hay nada que pueda decir que esto es una c¨¢rcel¡±, insiste el vicealmirante de la Marina Roberto Gonz¨¢lez L¨®pez, director de la Estaci¨®n Migratoria Siglo XXI. Naci¨® como una prisi¨®n para migrantes hace 17 a?os y, aunque ahora se est¨¢ maquillando, es dif¨ªcil librarse del aire triste de penal de toda una vida. La migra, esa pesadilla con uniforme para aquellos que cruzan M¨¦xico en su viaje hacia el norte, quiere reformarse. Humanizarse en medio de una crisis humanitaria.
EL PA?S ha visitado el centro en exclusiva, cuyo nuevo rostro ser¨¢ presentado p¨²blicamente el 2 de julio. El INM no ha permitido a los reporteros hablar con los internos, todas las entrevistas con migrantes fueron realizadas en el exterior. Una comitiva con una decena de personas entre polic¨ªas y trabajadores del organismo, una de ellas encargada de grabar cada paso, acompa?¨® a los periodistas durante el recorrido.
¡ª?Por qu¨¦ ha decidido venir ac¨¢?
¡ªDecid¨ª migrar porque si no salgo de Colombia me matan. Tristemente, ten¨ªa un negocio, me empezaron a extorsionar y no alcanzaba para comer, pagar arriendo, y mucho menos para pagar vacuna [extorsiones]. Me dijeron: ¡®O sales en 24 horas o te metemos una bomba y te explotamos¡¯. Me toc¨® huir y ahora me toca avanzar. Si vuelvo a Colombia me matan, si me quedo aqu¨ª me muero de hambre.
A los 23 a?os, Marlys Marin ya ha dejado atr¨¢s su casa en Santa Marta, el caribe colombiano, escapado de la violencia de las pandillas y cruzado Centroam¨¦rica. Llueve a mares sobre Tapachula esta tarde de jueves de junio y ella abandona el ¡°centro de retenci¨®n¡± donde ha pasado unas pocas horas, protegida del chaparr¨®n por una manta t¨¦rmica. Se refugia bajo un techo de chapa sostenido por tres listones raqu¨ªticos junto a una veintena de personas que vienen del mismo lugar. Las mochilas y los ni?os descansan en el suelo de tierra. Hace cinco d¨ªas que cruz¨® el Suchiate y ya odia M¨¦xico. En menos de una semana, un grupo armado la secuestr¨® en Huixtla, a unas pocas decenas de kil¨®metros de la frontera, y la liber¨® despu¨¦s de que ella y su marido pagaran 100 d¨®lares por cabeza.
¡ªAqu¨ª en Migraci¨®n me trataron superbi¨¦n, mejor que en todos los lados. Me dieron medicamentos, porque yo ven¨ªa con dolor de cabeza. Me dieron de comer porque desde ayer no hab¨ªa comido. Desde que me met¨ª a la selva ha sido un trato de mierda. Estuve tres d¨ªas por el Dari¨¦n [la jungla que une Colombia con Panam¨¢] y volver¨ªa a repetirlo antes que entrar a M¨¦xico, esto es m¨¢s duro.
El testimonio de Marin ser¨ªa impensable hace no demasiado tiempo. ¡°La polic¨ªa y migraci¨®n nos han tratado como animales¡±, protestaba un cubano en una caravana migratoria en 2021. Para el INM, ca¨ªdo en desgracia tras d¨¦cadas de denuncias por violaciones a los derechos humanos, la rehabilitaci¨®n del centro de Tapachula es el s¨ªmbolo de los nuevos tiempos. Antes, un migrante pod¨ªa pasar meses encerrado. Hubo casos de maltrato a los internos, muertes poco transparentes entre sus muros, denunciadas por la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos.
Ahora, el m¨¢ximo tiempo que se retiene a alguien es de 36 horas, aunque Gonz¨¢lez L¨®pez intenta que no sea m¨¢s de medio d¨ªa: se les procesa, son registrados en el sistema para dejar constancia de que est¨¢n en M¨¦xico y, si no est¨¢n buscados por la ley en sus pa¨ªses de origen, pueden marchar, aunque con un permiso para circular solo en el interior de Chiapas (para lograr transitar libremente por todo el territorio, tendr¨¢n que acudir a la Comisi¨®n Mexicana de Ayuda a Refugiados, la Comar). El marino presume de no tener denuncias desde hace m¨¢s de un a?o, a pesar de que un haitiano muri¨® este enero interno. ¡°No es un hecho aislado¡±, se?al¨® el Centro de Derechos Humanos Fray Mat¨ªas de C¨®rdova, que sostuvo que exist¨ªan ¡°condiciones de hacinamiento, insalubridad, falta de servicios m¨¦dicos, alimentaci¨®n precarizada, malos tratos f¨ªsicos y psicol¨®gicos, abusos sexuales¡±.
La estaci¨®n Siglo XXI, con capacidad para 590 internos y 150 trabajadores, es una de las m¨¢s importantes de las 17 que tiene la instituci¨®n en todo el pa¨ªs por su ubicaci¨®n estrat¨¦gica en la frontera con Guatemala, m¨¢s de 600 kil¨®metros de tierra compartida. La vanguardia de la contenci¨®n migratoria en el Estado m¨¢s pobre de M¨¦xico, donde cada d¨ªa unas 5.000 personas son procesadas por el INM.
Es una regi¨®n selv¨¢tica, con un r¨ªo retorcido lleno de puntos ciegos que hace las veces de l¨ªnea divisoria entre dos pa¨ªses sacudidos por la guerra de las drogas, f¨¦rtil para el cruce ¡ªy el tr¨¢fico¡ª de los seres humanos que huyen de la violencia y la miseria que devora el sur del continente. ¡°Hablar de migrantes aqu¨ª es hablar de negocio¡±, sintetiza Gonz¨¢lez L¨®pez, un hombre que se expresa en aforismos y frases hechas. Por ejemplo: ¡°Soy de origen militar, s¨¦ mandar y obedecer, no voy a cuestionar una orden¡±. En 21 de los 32 Estados de M¨¦xico, el responsable del INM pertenece o ha pertenecido a las Fuerzas Armadas.
Los cuerpos calcinados de 40 hombres del sur que ya rozaban Estados Unidos tras miles de kil¨®metros de camino, en una c¨¢rcel del INM en Ciudad Ju¨¢rez en marzo de 2023, bajo la custodia del Estado mexicano, marcaron el fin de una era, defendi¨® entonces la instituci¨®n. Los agentes huyeron sin tratar de ayudar a los presos mientras el fuego consum¨ªa los colchones de las celdas, que los migrantes hab¨ªan incendiado como protesta y se propag¨® incontrolable. Un pu?ado de responsables de no demasiada jerarqu¨ªa fueron detenidos. Francisco Gardu?o, director del organismo, est¨¢ siendo investigado por la justicia. Desde ah¨ª, la migra prometi¨® una reforma humanitaria de su estrategia, un muro humano y burocr¨¢tico dictado desde Washington, asediado a su vez por las presiones republicanas para repeler a los miles de personas que cada d¨ªa saltan la frontera por Texas, Arizona, Nuevo M¨¦xico y California.
¡°La migraci¨®n es natural. Los muros los hicimos los hombres¡±
Hace d¨ªas que diluvia con sa?a sobre Tapachula. El aire huele a tierra mojada, a calor, a viento del tr¨®pico. Un grupo de personas que el INM ha ¡°rescatado¡± en la carretera desciende de una furgoneta blanca en la estaci¨®n, bajo la mirada de los polic¨ªas que custodian el patio. ¡°Mira, no van armados¡±, presume el vicealmirante Gonz¨¢lez L¨®pez, aunque unos metros m¨¢s all¨¢ un fusil cuelga del hombro de otro guardia. Los migrantes, uno a uno, entran al pabell¨®n principal.
Primero pasan por el registro, donde un funcionario toma sus datos biom¨¦tricos. Reciben un kit de limpieza, una peque?a bolsa de pl¨¢stico con jab¨®n, champ¨², pasta y cepillo de dientes. Antes, en la carretera, otro agente les ha dado un refresco con az¨²car, una chocolatina, galletas saladas, un paquete de at¨²n, un sobre de mayonesa, una servilleta. Al centro no se puede ingresar con posesiones personales, as¨ª que las mochilas se almacenan con todo su contenido inventariado para evitar robos. Despu¨¦s, los migrantes ser¨¢n atendidos por abogados de oficio, representantes de su consulado cuando se pueda y un traductor de ser necesario ¡ªsi no se consigue uno f¨ªsico, se recurrir¨¢ a una peque?a m¨¢quina negra capaz de entender todos los idiomas registrados, una especie de torre de Babel en miniatura¡ª.
La traducci¨®n inmediata es uno de los cambios significativos. ¡°Son peque?as cosas, pero impactantes¡±, dice Eunice Rend¨®n, coordinadora de Agenda Migrante, una coalici¨®n de oeneg¨¦s. Ella, como una suerte de asesora externa, es una de las principales responsables de la reforma: ha trabajado en ella, dise?ado los proyectos y conseguido la financiaci¨®n sin cobrar un peso del INM. Otra de las grandes apuestas para rehabilitar los centros es cambiar el gris penitenciario por colores que recuerden m¨¢s a la vida, volverlos ¡°m¨¢s limpios y dignos, con menos barrotes, menos puertas y candados que dificultan, por ejemplo, en caso de incendio¡±.
En el pasillo central las baldosas son naranjas, rosas y azules; los muros son murales que muestran a gente migrando en tonos vivos. Frente a la puerta, una pared recibe a los reci¨¦n llegados con un sol naciente sobre las v¨ªas de un tren por el que caminan de espaldas dos personas y el lema ¡°migrar es humano¡±. El azul oscuro de los polic¨ªas, sus caras tensas, sus cuerpos r¨ªgidos, chocan con el arco¨ªris del edificio.
Hombres y mujeres son separados en distintos pabellones, aunque sean pareja. Las familias con ni?os y los menores no acompa?ados se alojan en otro edificio. Las habitaciones tienen literas y colchonetas azules en vez de colchones. No hay cobijas, reparten mantas t¨¦rmicas desechables de color plata que relucen bajo los focos blancos. ¡°Buscamos ser lo m¨¢s pr¨¢cticos posible¡±, justifica Gonz¨¢lez L¨®pez.
El m¨®dulo de los varones es m¨¢s grande. Todos tienen un consultorio m¨¦dico, zonas de recreo al aire libre con canchas de f¨²tbol y baloncesto. El lado de las mujeres tiene m¨¢quinas para hacer ejercicio con las que no cuentan los hombres. Fue una donaci¨®n ¡°y priorizamos a las mujeres¡±, dice el director. Hay un mural con animales migratorios: p¨¢jaros, mariposas monarcas, tortugas, ballenas. ¡°Para nosotros representa que la migraci¨®n es natural. Los muros los hicimos los hombres¡±, recita el vicealmirante.
Fernando Vegas, de 36 a?os, y Jes¨²s Gonz¨¢lez, de 40, son los culpables de la mano de pintura que ha lavado la cara del centro. Son de Oaxaca, pertenecen al colectivo Pelota mixteca y han remodelado los muros durante la ¨²ltima semana, a veces con ayuda de los internos. Antes, han maquillado las estaciones del INM de su Estado natal, Tabasco y Veracruz. Dice Vega:
¡ªComemos la misma comida que les dan a ellos, el espacio tiene mucha higiene, hemos visto buenos tratos. Ahora tenemos una visi¨®n m¨¢s humana de la migraci¨®n. Ellos nos preguntan que por qu¨¦ no intentamos migrar a Estados Unidos si tenemos tan cerca la frontera. Les decimos que porque no tenemos valor.
Hay carteles que informan de los derechos de los migrantes en distintos idiomas, de los n¨²meros de contactos de las embajadas m¨¢s comunes, otros en los que se leen mensajes del estilo ¡°?c¨®mo saber si eres v¨ªctima de trata?¡±. Tambi¨¦n hay servicios m¨¦dicos, psicol¨®gicos, asistentes sociales y jur¨ªdicos a disposici¨®n de los internos y de los empleados. Ingrid, una de las doctoras, cuenta que sobre todo atiende ¡°infecciones respiratorias de tipo viral por los distintos tipos de climas por los que pasan, ampollas en los pies, anemias, hipertensos, diabetes¡±. Gente que llega con los pies machacados con el polvo de muchos pa¨ªses en las suelas y el est¨®mago vac¨ªo. Mujeres maltratadas.
Dentro del pabell¨®n masculino hay un espacio para ¡°vulnerables¡±: la comunidad LGBTIQ+. Tener un ¨¢rea separada es otro de los grandes triunfos de la reforma, explica Rend¨®n, algo que no exist¨ªa antes. ¡°Si los metes a la sala de hombres, los destrozan¡±, afirma el vicealmirante. La experta destaca tambi¨¦n, adem¨¢s de los cambios ya mencionados, la potabilizaci¨®n del agua del grifo o las capacitaciones en derechos humanos para los trabajadores, presenciales para evitar que la gente se conecte por internet y no preste atenci¨®n.
¡ª?F¨®rmense!
Un polic¨ªa da la orden y una decena de hombres se pone en fila para recibir la comida. De la cocina sale el mismo men¨² para agentes que para internos ¡ªaunque la porci¨®n es mayor para los trabajadores¡ª. Aunque en otros centros del INM todav¨ªa hay protecci¨®n privada, como en el de Ciudad Ju¨¢rez cuando ocurri¨® el incendio, aqu¨ª todos son trabajadores del Gobierno. El objetivo es que en un tiempo en todas las estaciones sea igual. Fomentar protocolos m¨¢s duros para evitar nuevas tragedias. El sistema de c¨¢maras de todo el recinto es controlado desde Ciudad de M¨¦xico para evitar que sea manipulado.
Una frontera blindada
Yoendry Alejandro Ortigosa es poco m¨¢s de un adolescente de 21 a?os que quiere llegar a Estados Unidos, ¡°trabajar duro, tener lo m¨ªo¡±. Acaba de salir del centro tras unas horas interno y capea la lluvia mientras espera un autob¨²s que lo lleve al centro de Tapachula. Cansado de tener los bolsillos vac¨ªos, huy¨® de Venezuela con toda su familia. Vio muertos, robos y violaciones en el Dari¨¦n.
¡ªEn M¨¦xico por el momento nos han tratado bien. [El INM] nos ha ayudado bastante con la comida, nos ha avanzado un poquito m¨¢s. Seguimos en ruta, poco a poco, cada d¨ªa, gracias a Dios. Luchando para poder pagar pasaje, comer, pagar una habitaci¨®n. Es peligroso, hay muchas mafias, mucho c¨¢rtel, hay que tener mucho cuidado. En Guatemala los mismos polic¨ªas te roban.
M¨¦xico eligi¨® a su primera presidenta el 2 de junio. Claudia Sheinbaum, sucesora en Morena del mandatario en funciones, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, todav¨ªa tiene que delinear su pol¨ªtica migratoria, aunque todo apunta al continuismo (tras el incendio de Ju¨¢rez se prometi¨® un nuevo enfoque que no se ha materializado), una estrategia que sigue los pasos marcados por un exigente vecino: el mandatario estadounidense, Joe Biden, ha blindado la frontera, un gesto en el que las asociaciones humanitarias ven el caldo de cultivo para el colapso. En noviembre, Estados Unidos decidir¨¢ entre el dem¨®crata o el expresidente Donald Trump, con un xen¨®fobo discurso antiinmigraci¨®n y la promesa de levantar un muro infranqueable.
Las decisiones de Sheinbaum ser¨¢n clave tambi¨¦n en los comicios del pa¨ªs del norte. Muchos ojos mirar¨¢n al INM y Tapachula, el primer muro.
Carla sabe mucho de saltar muros. Como todos, sue?a con Estados Unidos. Tiene 36 a?os y viene de Machala, Ecuador, con su marido, su hijo y otra familia que conoci¨® en el Dari¨¦n. Abandon¨® su pa¨ªs v¨ªctima de la guerra cruzada entre pandillas. ¡°Las bandas delictivas agarran a menores de edad, los amenazan para que vendan droga dentro del colegio. Nosotros ten¨ªamos una peque?a tienda y si no les d¨¢bamos la cantidad necesaria nos amenazaban. Nos vinimos para ver si podemos traer a la familia completa¡±.
Despu¨¦s del infierno del Dari¨¦n, de que los trataran ¡°como perros¡± en Panam¨¢, del robo y los abusos de la polic¨ªa de Guatemala, el centro del INM ha sido una experiencia casi agradable, anecd¨®tica. Aunque ahora les hayan dejado ir bajo la lluvia con un permiso que solo les permite moverse por Chiapas. Carla est¨¢ perdida en medio de la nada, no sabe d¨®nde ir. Todo lo que quiere es un papel que le deje atravesar M¨¦xico. Ma?ana lo intentar¨¢ con la Comar, una instituci¨®n desbordada, con pocos recursos y mucha demanda. Otra barrera.
Por hoy, el objetivo es el centro de Tapachula, alg¨²n hotel barato, descansar. Un microb¨²s llega y Carla corre para no perderlo. El viaje al norte acaba de empezar. Quedan muros por delante.
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