La vieja historia de los imperios vencidos: ¡°Los incas eran ni?os engre¨ªdos, en cambio, a los mexicas les dec¨ªan que iban a morir en batalla¡±
El antrop¨®logo peruano Luis Millones y el arque¨®logo mexicano Eduardo Matos discuten y reflexionan acerca de su nuevo libro, que trata las figuras de Moctezuma y Atahualpa, los ¨²ltimos grandes gobernantes precolombinos
En una mesa se han sentado dos se?ores muy sabios, siglo y medio de experiencia y reflexi¨®n. Entre ambos suman un conocimiento colosal, datos, discusiones y matices sobre grandes cuestiones de la historia continental, la vida de los antiguos, de aquellos que viv¨ªan en lo que hoy se llama Am¨¦rica, antes del desembarco espa?ol. De un lado, el peruano Luis Millones, uno de los antrop¨®logos m¨¢s reconocidos del cono sur. Millones ha analizado la vida de los incas, como los ni?os estudian a las hormigas, con devoci¨®n y desenfado. Del otro, el mexicano Eduardo Matos, una eminencia de la arqueolog¨ªa mesoamericana, responsable del rescate de los restos de la vieja capital azteca, de las entra?as de la moderna Ciudad de M¨¦xico.
Millones y Matos se han reunido estos d¨ªas en Guadalajara, cosa de la Feria Internacional del Libro, para presentar su ¨²ltimo libro juntos, Moctezuma y Atahualpa. Vida, pasi¨®n y muerte de dos gobernantes, un estudio comparado de la vida de los ¨²ltimos grandes jerarcas precolombinos. ¡°Ya hab¨ªamos hecho un libro previo, Mexicas e Incas¡±, dice Matos, ¡°motivado por ese inter¨¦s de conocer, de comparar las dos grandes civilizaciones que se hab¨ªan dado en Am¨¦rica. Y este libro en particular¡ Resulta que fuimos a una comida de una investigadora peruana que radica en M¨¦xico. Y le dije a Lucho, ¡®oye, ?c¨®mo ves que escribamos sobre Moctezuma y Atahualpa? Eso fue hace tres o cuatro a?os. Y, entonces, pues, ?a darle!¡±.
Le dieron, claro. Y acabaron forjando un texto riguroso, l¨²cido, y a la vez amable con el lector, alejado de las mordazas estil¨ªsticas de la academia, escondite de grandes ideas pendientes de germinar. No hay novedades sobre los personajes, Atahualpa y Moctezuma. Mucho de lo que se lee se sab¨ªa. Pero importa, y mucho, el esfuerzo de contraste de los autores, de imponer el uno al otro, el inca al mexica y viceversa, entender qui¨¦nes fueron, c¨®mo llegaron a liderar sus imperios y c¨®mo actuaron en situaciones que solo los dos debieron enfrentar. En las manos tuvieron el mundo de los suyos, el Tahuantinsuyo inca y el Tenochtitlan mexica. De las manos se les fue, una experiencia ¨²nica, irrepetible, que ahora queda fijada en las 200 p¨¢ginas del libro.
Fueron vidas distintas, las de Atahualpa y Moctezuma. El primero enfrent¨® la conquista casi sin darse cuenta, cuando a¨²n lavaba sus manos de sangre, de la guerra de sucesi¨®n que hab¨ªa librado contra su hermano, Huascar. Apenas pudo disfrutar de su victoria sobre los vastos terrenos del viejo imperio andino, cuando llegaron los europeos. En cambio, Moctezuma hab¨ªa reinado en Tenochtitlan por m¨¢s de 15 a?os, tiempo de esplendor en el imperio mexica, que derramaba su poder desde el lago de Texcoco hacia los oc¨¦anos Pac¨ªfico y Atl¨¢ntico. Es una gran diferencia entre ambos, una de las m¨¢s evidentes.
¡°El problema [para los incas] era la excesiva extensi¨®n del Tahuantinsuyo¡±, explica Millones. Se trataba de un territorio que incorporaba lo que hoy es Ecuador y Per¨², adem¨¢s de partes de Bolivia, Chile, Argentina... ¡°Hab¨ªa que buscar una f¨®rmula para gobernar eso, porque por supuesto hab¨ªa rebeliones por todas partes¡±, a?ade. ¡°Los incas hab¨ªan logrado establecer un cierto orden imperial, un idioma. Y Huayna Capac [padre de Huascar y Atahualpa] propuso entonces partir el imperio, en la frontera de lo que hoy ser¨ªa Per¨² y Ecuador. Un hijo gobierna uno, y el otro que se quede con el otro. Pero luego, antes de morir, a Huayna Capac, que estaba enfermo, le preguntan varias veces por la sucesi¨®n, y dice un nombre y otro. No resuelve nada¡±, contin¨²a.
La guerra se dio. ¡°El establecimiento de una f¨®rmula que permitiera convivir a los dos ambiciosos hermanos no funcion¨®¡±, sigue Millones. ¡°Y las noblezas que acompa?an a cada uno tiene sus intereses¡ En el fondo, el crecimiento del imperio se debi¨® a intereses personales¡±, reflexiona el experto. ¡°No hubo una filosof¨ªa de la guerra o la muerte detr¨¢s. En cambio, en Tenochtitlan, Sahag¨²n cuenta que de los j¨®venes mexicas, cuando nac¨ªan, se dec¨ªa, ¡®has nacido aqu¨ª, pero morir¨¢s en el campo de batalla, donde debes. O bien matando a tus enemigos, o bien siendo sacrificado a los dioses¡¯. En el imperio Incaico eran ni?os engre¨ªdos, ja, ja¡±, r¨ªe Millones.
Matos es algo m¨¢s cauto. ¡°Bueno, en las dos sociedades el aspecto guerrero es important¨ªsimo. Desde que nac¨ªa el mexica, si el ni?o era var¨®n, la comadrona hac¨ªa todo un ritual, tomaban el cord¨®n umbilical, hac¨ªa un bultito y se lo daba a un guerrero de la familia y lo iba a enterrar al campo de batalla, como una especia de liga m¨¢gica. Si era ni?a, no, se enterraba junto al fog¨®n¡ Como he dicho en algunas conferencias, nada de women liberation¡±, bromea el arque¨®logo. ¡°Las diferencias entre uno y otro pueden ser muchas, pero tambi¨¦n hay una serie de paralelismos muy importantes entre los dos personajes. Dentro de los l¨ªos familiares, el nombramiento del tlatoani revest¨ªa discusiones a ver a qui¨¦n iban a elegir. En general, buscaban a alguien profundamente religioso, por el control ideol¨®gico, y un buen militar. As¨ª eligieron a Moctezuma¡±.
El Sol, el culto al astro, enlaza ambos imperios. Millones escribe que ¡°en el mundo mexica [el Sol] nace para cambiar un mundo que exist¨ªa envuelto en tinieblas¡±. Y, luego, contrapone: ¡°Los incas se consideran hijos del sol¡±. Matos reflexiona: ¡°El Sol siempre ha sido fundamental en sociedades agr¨ªcolas, y ambas lo eran, adem¨¢s de militares. La principal deidad mexica, Huitzilopochtli, dirige a las fuerzas mexicas, pero es un dios solar, que nace d¨ªa a d¨ªa para combatir la oscuridad, la Luna, las tinieblas. En cierta forma, cuando mor¨ªa el tlatoani, se consideraba que hab¨ªa muerto el Sol, y hab¨ªa que buscar otro¡±.
La discusi¨®n sobre los ¨²ltimos gobernantes precolombinos llama a hablar de sus perseguidores, Hern¨¢n Cort¨¦s y Francisco Pizarro. ¡°Hay una diferencia brutal. Cort¨¦s, con todos los juicios que le hicieron, mantiene una relaci¨®n legal con Espa?a¡±, argumenta Millones. ¡°El trato general con la Corona permite que el tr¨¢nsito de la conquista al virreinato sea posible, sin mayores guerras. En el caso peruano, a Pizarro lo matan a los pocos d¨ªas de haber conquistado. Los planes de Pizarro no existen, desaparece r¨¢pido de la escena. Mientras que Cort¨¦s ah¨ª sigue por a?os. En Per¨², cost¨® hasta el quinto virrey, por los enfrentamientos entre los conquistadores y la Corona. Tan es as¨ª que el hermano de Pizarro se coron¨® por cuatro a?os como rey del Per¨², rompiendo toda relaci¨®n con Espa?a¡±, a?ade.
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