Sheinbaum hereda la desconfianza de Estados Unidos que sembr¨® L¨®pez Obrador
Aunque Sheinbaum repite el paso que marca el discurso del presidente en funciones, su posici¨®n es diametralmente opuesta: ella apenas llega, ¨¦l ya se va
Cuando el Gobierno de Estados Unidos emiti¨® una alerta de viaje sobre Sinaloa la semana pasada, el anuncio rebosaba una iron¨ªa nunca mencionada: ellos eran, en buena medida, responsables de la ¨²ltima ola de violencia en esa regi¨®n de M¨¦xico.
Fueron las maquinaciones de autoridades estadounidenses para capturar a los l¨ªderes del C¨¢rtel de Sinaloa a finales de julio lo que ha desatado una pugna entre las dos facciones del grupo criminal, los Guzm¨¢n y los Zambada.
Las balaceras, la presencia de civiles fuertemente armados en las calles, los bloqueos de vialidades y carreteras, los homicidios y las desapariciones que han azotado principalmente a Culiac¨¢n, pero se han extendido a otras zonas de Sinaloa se atribuyen directamente a la a supuesta traici¨®n de Joaqu¨ªn Guzm¨¢n L¨®pez para entregar a Ismael El Mayo Zambada a Estados Unidos.
El mismo presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, aludi¨® a esta relaci¨®n causa-efecto en su conferencia Ma?anera del 19 de septiembre, cuando 10 d¨ªas de violencia recrudecida en Sinaloa dejaban al descubierto la incapacidad de su Gobierno para contener a los criminales. L¨®pez Obrador dijo que los acuerdos en torno a las detenciones de Guzm¨¢n L¨®pez y Zambada fueron el detonante y que su Gobierno estuvo al margen.
El presidente dijo esto como si fuera un simple observador y no como lo que sugiere su mismo lamento de que ¨¦l fue apartado de cualquier decisi¨®n sobre las capturas de los capos de Sinaloa: el Gobierno de Estados Unidos le ha perdido totalmente la confianza, lo minimiza y no tiene empacho en crearle problemas dom¨¦sticos como el de Sinaloa.
La presidenta electa, Claudia Sheinbaum, replic¨® la postura de L¨®pez Obrador al cuestionar tambi¨¦n la actitud de Estados Unidos y la falta de cooperaci¨®n. Pero, aunque Sheinbaum repite el paso que marca el discurso del presidente en funciones, su posici¨®n es diametralmente opuesta: ella apenas llega, ¨¦l ya se va.
El desd¨¦n y las humillaciones de Estados Unidos ser¨¢n una de las principales herencias que deja L¨®pez Obrador a su sucesora. Una relaci¨®n con los vecinos que, al menos en materia de seguridad, es m¨¢s de adversarios que de aliados. Porque la marginaci¨®n del Gobierno mexicano en las capturas de Guzm¨¢n L¨®pez y El Mayo Zambada solo se explica a partir de una percepci¨®n de complicidades.
Sheinbaum odiar¨ªa la comparaci¨®n, pero en cierto sentido est¨¢ en la misma situaci¨®n que Carlos Salinas de Gortari cuando lleg¨® a la Presidencia en 1988. En esa ¨¦poca, la relaci¨®n del Gobierno mexicano con Estados Unidos en el combate al narcotr¨¢fico estaba en su nadir. Dos a?os antes, el agente de la DEA Enrique Kiki Camarena hab¨ªa sido torturado y asesinado por Rafael Caro Quintero, uno de los jefes del C¨¢rtel de Guadalajara, en ese entonces el c¨¢rtel que concentraba el tr¨¢fico de drogas a Estados Unidos.
La certeza que ten¨ªa Estados Unidos de una colusi¨®n del poderoso c¨¢rtel con el Gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid era total. Una de las sospechas m¨¢s poderosas se centraba en el entonces secretario de Gobernaci¨®n, Manuel Bartlett, hoy director de la Comisi¨®n Federal de Electricidad.
Aunque Caro Quintero fue detenido d¨ªas despu¨¦s del asesinato de Camarena, ante la presi¨®n de Estados Unidos, no fue extraditado, pese a que hab¨ªa una solicitud. La cooperaci¨®n con el Gobierno mexicano se desplom¨® en el cierre del sexenio de De la Madrid.
Ese era el panorama en diciembre de 1988 cuando Salinas de Gortari lleg¨® al poder. Urgido de legitimidad y de reparar la relaci¨®n con Estados Unidos, a cuatro meses de tomar posesi¨®n, en abril de 1989, su Gobierno detuvo al Miguel ?ngel F¨¦lix Gallardo, el ¡°jefe de jefes¡± del C¨¢rtel de Guadalajara. Incluso la forma en que fue detenido revela la complicidad que hab¨ªa entre F¨¦lix Gallardo y las autoridades, que se acab¨® cuando se impusieron necesidades pol¨ªticas.
F¨¦lix Gallardo viv¨ªa a la vista de todo Guadalajara y participaba en actividades sociales y empresariales. Quien lo detuvo fue Guillermo Gonz¨¢lez Calderoni, corrupto agente de la Polic¨ªa Judicial Federal que hab¨ªa tendido el manto de protecci¨®n de F¨¦lix Gallardo hasta que la orden fue retirarlo. (Se dice que cuando el polic¨ªa lleg¨® con el capo, este lo recibi¨® diciendo: ¡°?Qu¨¦ pas¨®, Memo?¡±, y Calderoni respondi¨®: ¡°No te conozco¡±.
Es cierto que Salinas de Gortari nunca extradit¨® a F¨¦lix Gallardo ni a Caro Quintero y aunque durante su Gobierno la legislaci¨®n prohib¨ªa la extradici¨®n de ciudadanos mexicanos, esta tampoco se cambi¨®. Es decir, el gesto de Salinas fue limitado, pero sirvi¨® para ganarse algo de buena voluntad para afianzar la relaci¨®n con Estados Unidos e iniciar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio.
A final, fue solo eso, un gesto que nunca signific¨® un compromiso con el combate a los c¨¢rteles del narco. Por el contrario, la decapitaci¨®n del C¨¢rtel de Guadalajara fragment¨® el mapa y el control del narcotr¨¢fico se reparti¨® entre grupos basados en Sinaloa, Ciudad Ju¨¢rez y Tijuana, adem¨¢s de Tamaulipas, donde el C¨¢rtel del Golfo operaba aparte.
El Mayo Zambada era precisamente el ¨²ltimo protagonista de esa geograf¨ªa. Ahora, ¨¦l mismo apunta, desde Estados Unidos, a la complicidad del partido en el Gobierno con su grupo criminal, al se?alar que el gobernador morenista de Sinaloa, Rub¨¦n Rocha Moya, iba a estar presente en la reuni¨®n donde fue secuestrado.
Sheinbaum tendr¨¢ la misma necesidad pol¨ªtica para aplacar a Estados Unidos, con m¨¢s raz¨®n ahora que el tema del narcotr¨¢fico tiene mayor atenci¨®n en la agenda p¨²blica de ese pa¨ªs, con el aumento de muertes causadas por el fentanilo, y es asunto central en las campa?as por la Casa Blanca. El tono de reclamo no le servir¨¢ a la presidenta electa, porque se expone a que contin¨²e el desd¨¦n de los vecinos, cuyos recursos para operar en M¨¦xico al margen del Gobierno ya son bien conocidos.
Pero las capturas de Zambada y Guzm¨¢n L¨®pez son solo el ¨²ltimo eslab¨®n de una cadena de humillaciones que el Gobierno norteamericano ha infligido al presidente L¨®pez Obrador este a?o, empezando con la revelaci¨®n de investigaciones que hizo la agencia antidrogas (DEA) hace varios a?os sobre la supuesta entrega de dinero del narco a sus campa?as.
Una serie de reportajes en varios medios resquebrajaron el barniz de honestidad que L¨®pez Obrador hab¨ªa cuidado tanto y que tuvieron eco debido a la pasividad del Gobierno frente a los grupos criminales, particularmente en Sinaloa.
Sheinbaum recibe esa pol¨ªtica de pasividad frente al narcotr¨¢fico, que ya le muestra la primera prueba de fuego a su sexenio: la violencia desatada en Sinaloa y la incapacidad de las autoridades para contenerla. No pasar¨¢ mucho tiempo antes de que los criminales le tomen la medida a su Gobierno si opta por seguir la misma ruta.
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