La trama pendiente o el nudo inventado
Ella camina entre nieblas que oscilan sobre un interminable prado en verde y ?l la espera en el reflejo de un espejo ovalado, vestido como la primera vez. Al abrazarse hay una mezcolanza sorda de adjetivos que elevan a los p¨¢rrafos
Hay un libro ¡ªin¨¦dito a¨²n¡ª cuya relectura revela que se trata de una obra inconclusa aunque poderosamente convincente o por lo menos, entretenida. Se trata de una novela sin t¨ªtulo que integra formas del ensayo personal con peque?os cuentos hilados al servicio de una trama que se bifurca constantemente en nudos inventados que se desbaratan al tiempo en que cualquier lector contribuye en el armado de sus propias prolongaciones como madr¨¦poras. Es una novela porque as¨ª ha decidido el autor considerarla, aunque habr¨¢ alg¨²n sesudo cr¨ªtico que ¡ªante la descarga de prosa convulsiva¡ª decida calificarla de ¡°in¨²til torrente desmadejado de inquietudes verbales irracionales sin m¨¦rito alguno¡±.
Desde la primera p¨¢gina se lee el retrato en s¨ªlabas de una pareja sin rostro (como recurso an¨®nimo a la posible invenci¨®n facial de cada lector). Ella parece rozar el hombro izquierdo del hombro (de menor estatura) que inclina levemente su cabeza hacia el lado opuesto, al tiempo que intenta ocultar su mano derecha tras su espalda. Ella viste un vestido sin colores que se muestra parcialmente tras el brazo izquierdo (e insignificante) de ?l¡ y durante las siguientes diecisiete p¨¢ginas nos internamos en un elaborado di¨¢logo interior a dos voces donde la pareja revela los entresijos de una profunda crisis emocional compartida y heredada casi gen¨¦ticamente desde dos o tres generaciones; su enredo se vierte en saliva (impalpable) en cada p¨¢rrafo y el desfile de nombres propios y circunstancias no iluminan ni una sola posible conclusi¨®n para el lector, a pesar de que es innegable el maravilloso potencial gr¨¢fico que toda la escena puede generar en la mente de alg¨²n acuarelista.
La novela boga entonces sobre borrosos recuerdos de una juventud ya perdida para siempre, envejecida por las canas del desgano y la desidia. Ambos parecen murmurar en los siguientes cap¨ªtulos sus personales evocaciones de viajes en ferrocarril y una navegaci¨®n trasatl¨¢ntica que merecer¨ªa m¨¢s p¨¢ginas. ?l insiste en asociar m¨²sicas diversas a los gestos que atesora de Ella, mientras que de retro s¨®lo recibe silencios y murmullos m¨¢s bien parecidos a los sabores de frutos secos y prote¨ªna pura. Al llegar a su cap¨ªtulo V, ambos abren como en ventana de palacio la verdadera magia de esta joya narrativa:
Ella camina entre nieblas que oscilan sobre un interminable prado en verde y ?l la espera en el reflejo de un espejo ovalado, vestido como la primera vez. Al abrazarse hay una mezcolanza sorda de adjetivos que elevan a los p¨¢rrafos a una suerte de sinfon¨ªa barbit¨²rica, coreografiada inexplicablemente con el espejismo de ciento veintitr¨¦s tortugas cuyos caparazones han sido pintados con colores chillantes y, al fondo, una cascada de agua lila. El lector apura entonces las ansias de pasar la p¨¢gina y lentamente leer setenta y cuatro p¨¢ginas ¡ªsin divisi¨®n de p¨¢rrafos¡ª que por s¨ª solas exigen y provocan la personal lectura en voz alta de una aventura extraordinaria que no deja de ser com¨²n y cotidiana: ambos van de compras a una verduler¨ªa y miran de lejos a un par de perros lanudos, ambos se enredan en un edred¨®n en casa mientras escuchan caer la enga?osa lluvia all¨¢ afuera y luego ¡ªen un entrelazamiento de voces en silencio¡ª el lector se vuelve testigo de la trama pendiente, la pulpa misma de lo que tiene entre manos.
Se trata de una novela que ha de volverse espejo de papel donde la sucesi¨®n de pasajes y posibles aventuras revelan no m¨¢s que la proyecci¨®n variable (y m¨¢s o menos predecible) del desfile de tragedias sangrientas y desastres inevitables que suelen edulcorar o atenazar la vida de millones de semejantes y lectores que al verificarse en dos personajes sin rostro, proyectados en el papel como pantalla alternativa a la de los televisores y tel¨¦fonos, conjugan el inofensivo y saludable ejercicio de evadirse enteramente de la realidad aplastante, huir de la confusi¨®n necia y tediosa entre la dignidad y el orgullo, la maledicencia y vulgaridad del imperio de la mentira y el oleaje incesante de traiciones avaladas por amnesias y falsas esperanzas¡ como quien recurre a la evocaci¨®n de una posible novela en potencia para librar a la columna semanal de opini¨®n del recurrente e inc¨®modo abismo de tirar la tinta sobre criminalidades incesantes. Es el recurso extraordinario ¡ªy quiz¨¢ irrepetible¡ª de cerrar estas l¨ªneas con una sensaci¨®n de distanciamiento y olvido, que aqu¨ª no hay que subrayar ausencias ni epitafios por hoy, que parecer¨ªa que la novela impalpable puede incluso alivianar el peso de las pesadillas y dejar congelados y fijos, por esta ¨²nica vez las verdaderas vidas que se merecen los personajes dibujados; dejarlos as¨ª sin rostro como salvoconducto en vilo en espera de una merecida felicidad¡ por ahora, pendiente.
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