Igualdad, diversidad e identidades
El feminismo y el ecologismo han demostrado ser dos movimientos globales, transversales y transformadores. El primero zozobra hoy en un debate virtual acerca de la identidad. Es el signo de los tiempos: la tensi¨®n entre igualdad y diversidad
Sud¨¢n acaba de prohibir la mutilaci¨®n genital femenina, esa pr¨¢ctica de origen preisl¨¢mico que cada a?o menoscaba la integridad f¨ªsica y la salud sexual de millones de mujeres en el mundo, mientras en Arabia Saud¨ª un tribunal fallaba a favor de una joven que se march¨® del domicilio familiar en abierto desaf¨ªo a sus padres. La sentencia, en la que los cortesanos ven la bondad del pr¨ªncipe heredero Mohamed bin Salm¨¢n y el resto un destello de su enga?osa apertura social, permitir¨¢ a las saud¨ªes viajar y vivir solas dentro del pa¨ªs, algo que tambi¨¦n podr¨¢n hacer las sudanesas.
Son dos se?ales de progreso subsumidas en el marasmo informativo de la pandemia y de la cumbre existencial de Europa. Ambas demuestran cu¨¢n importantes son cada uno de los pasos que a¨²n deben darse por la igualdad de las mujeres en el mundo. Y acontecen, precisamente, cuando la batalla ret¨®rica entre el feminismo cl¨¢sico y el activismo queer sobre el sentimiento ¨ªntimo de ser mujer alcanza su cota m¨¢s alta, casi un punto de ignici¨®n irrelevante para las mujeres comunes ¡ªcomo las sudanesas o las saud¨ªes¡ª, pero inquietante por su beligerancia.
El debate refleja esa tensi¨®n aparentemente irresoluble entre igualdad y diversidad, entre lo universal y lo particular, tan definitoria de las cuitas identitarias de nuestros d¨ªas. Si hay un movimiento transversal, transformador y que arrastra globalmente voluntades y pol¨ªticas, es, junto con el ecologista, el feminista: los ¨²nicos con altura de miras por encima de intereses de parte. Por eso esta v¨ªa de agua en forma de debate virtual entre feministas y activistas queer es el sue?o h¨²medo de cualquier ultraconservador, adem¨¢s de una discusi¨®n imposible de seguir por lo impostado de los t¨¦rminos. Un intelectualismo que etiqueta y reduce a taxonom¨ªas las experiencias y sensibilidades humanas.
Mientras, como escrib¨ªa el domingo Elvira Lindo en este peri¨®dico, las nadies siguen siendo legi¨®n. Millones de cuidadoras, trabajadoras dom¨¦sticas, esclavas sexuales en manos del ISIS o en un burdel de carretera, ni?as casadas a la fuerza, fetos de ni?as abortados para evitar bocas hambrientas, gestantes cosificadas, refugiadas doble y triplemente marginadas; v¨ªctimas de la violencia machista¡ todas ausentes de un debate te¨®rico constre?ido por el cors¨¦ de la correcci¨®n pol¨ªtica y los neologismos de una nueva epifan¨ªa, ?o un nuevo mercado?
Es dif¨ªcil imaginar la conclusi¨®n del debate: si acabar¨¢ en tablas o se desinflar¨¢ lastrado por su peso te¨®rico. Entretanto, algunos pa¨ªses dan peque?os pasos hacia un mundo mejor y m¨¢s justo. S¨®lo cabe esperar que al ecologismo no le suceda lo mismo, y se malogre ¡ªprecisamente cuando m¨¢s venturoso resulta a tenor de los resultados de las municipales francesas¡ª en una batalla entre mandarines y francotiradores. Dice el refr¨¢n que no hay peor cu?a que la de la propia madera, ojal¨¢ no la experimente tambi¨¦n el movimiento ecologista.
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