CGPJ, la hora de la imparcialidad
Elegir por sorteo a los 20 vocales del gobierno de los jueces solucionar¨ªa un problema pol¨ªtico que no hace m¨¢s que desprestigiar a nuestra democracia
El implacable descr¨¦dito al que nuestra din¨¢mica pol¨ªtica viene sometiendo al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) parece no tener ya v¨ªas de soluci¨®n. Las proverbiales ¡°cuotas¡± de vocales constituyen un lamentable apa?o del todo inconstitucional si entendemos la Constituci¨®n como algo m¨¢s que mera letra maleable. Pero nos hemos asomado a abismos todav¨ªa peores: desde La Moncloa se plante¨® la posibilidad de elegir al Consejo por mayor¨ªa simple, una estrategia que pondr¨ªa al gobierno de los jueces bajo influjo directo del Ejecutivo y que acaba de retirarse de manera definitiva. Y tal cosa se bosquej¨® como alternativa al hecho, inaudito, de que fuera el partido de la oposici¨®n el que se llevara el gato al agua manteniendo el Consejo elegido bajo su mandato. Observemos la degradaci¨®n: o Consejo elegido por los partidos mediante cuotas; o Consejo elegido por el Gobierno mediante mayor¨ªa simple; o Consejo elegido por la oposici¨®n mediante bloqueo. La din¨¢mica parece ya un remolino desbocado que atrae hacia su centro, sumergi¨¦ndolo en un oscuro fondo iliberal, todo lo que toca, un poco como aquella nada de La historia interminable, ?se acuerdan?
En el interior de ese remolino giran dos elementos adictivos, y, aunque ambos configuran una suerte de ¡°politizaci¨®n¡± de la justicia, conviene distinguirlos. Tenemos, por un lado, la politizaci¨®n entendida como desnuda ventaja procesal. Cosid¨® lo expres¨® de modo descarnado en su inconcebible wasap: ¡°Controlaremos desde detr¨¢s la Sala Segunda del Supremo¡±. Es la politizaci¨®n caciquil, grosera, burda. La politizaci¨®n Corleone.
Pero existe otro tipo de politizaci¨®n. Acontece ante lo que podr¨ªamos denominar los elementos vac¨ªos del derecho. Cierta visi¨®n ingenua confunde el derecho con las leyes y asume, adem¨¢s, que las leyes son claras e incontestables. Pero ambas cosas son falsas. El derecho ha de llenar m¨²ltiples cavidades que las leyes escritas no cubren, y esas leyes no siempre dicen algo claro y concreto. En tales casos, la interpretaci¨®n de la ley ocupa el lugar del Parlamento. As¨ª que tambi¨¦n los jueces crean derecho o, lo que es lo mismo, tambi¨¦n hacen pol¨ªtica. En nuestro pa¨ªs, es la izquierda la que m¨¢s teme a este tipo de politizaci¨®n. La politizaci¨®n jur¨ªdica.
?Por qu¨¦ la izquierda? A la inercia de poderosas razones hist¨®ricas, ya periclitadas, se a?aden ahora razones socioecon¨®micas. Los jueces conforman un colectivo algo m¨¢s sesgado a la derecha que el conjunto del pa¨ªs. Si son ellos los que interpretan la ley, tal interpretaci¨®n no ser¨¢ representativa de la voluntad popular. El diagn¨®stico es seguramente irreprochable, pero est¨¢ por ver que la gran herramienta dise?ada anta?o para enfrentarse al problema ¡ªque sea el Parlamento el que elija al CGPJ¡ª siga siendo efectiva. Hay motivos para sospechar que, incluso bajo ese marco, resulta ya contraproducente: no solo el precio en t¨¦rminos de descr¨¦dito es brutal, es que, adem¨¢s, la estrategia parece acabar sesgando el sistema todav¨ªa m¨¢s a la derecha de lo que ser¨ªa, digamos, esperable. Todos perdemos.
Miremos al remolino. La fuerza que lo agita es de suma cero: si yo no coloco mis peones, los colocar¨¢ el adversario. Todo cent¨ªmetro no ganado es un espacio conquistado por el otro. Eso absorbe la mirada, la clava en el centro de la poza. Quiz¨¢s la izquierda deber¨ªa levantar los ojos de ese sumidero sin fondo. Si se mira en el ejemplo de Europa, ver¨¢ que el hecho de que socioecon¨®micamente los jueces sean un poco m¨¢s conservadores que la media no impide que ejecuten la ley con rigor e independencia. Un rigor e independencia que, como sab¨ªan los cl¨¢sicos del Estado de derecho, son per se elementos liberadores. Frente al inmenso desprestigio en el que estamos hundiendo al gobierno de los jueces, un CGPJ independiente ser¨ªa una bendici¨®n democr¨¢tica.
Hay una manera obvia ¡ªcada vez m¨¢s valorada por los estudiosos de las decisiones p¨²blicas, utilizada ya en Europa, y que entre nosotros vienen proponiendo colectivos como M¨¢s Democracia o Hay Derecho¡ª de solucionar el problema: el sorteo. Sortear los 20 vocales del CGPJ eliminar¨ªa de un plumazo la politizaci¨®n Corleone. Liberar¨ªa a los m¨¢s de 5.000 jueces de este pa¨ªs de una espada de Damocles que pende sobre toda la carrera judicial, una ley no escrita pero estad¨ªsticamente irrebatible que reza algo as¨ª como ¡°si quieres medrar laboralmente, posici¨®nate pol¨ªticamente¡±. Forzar¨ªa a los pol¨ªticos a dedicarse a lo que verdaderamente resulta ¨²til para atajar la politizaci¨®n jur¨ªdica: redactar leyes claras y precisas. Reforzar¨ªa nuestro Estado de derecho y nos pondr¨ªa de golpe en la l¨ªnea de las recomendaciones de Europa, una Europa que est¨¢ jugando un papel arbitral fundamental en todo este bochornoso espect¨¢culo que desde hace demasiado tiempo protagonizamos, y cuyas principales instituciones al respecto ¡ªel GRECO, la Comisi¨®n de Venecia y la pobre vicepresidenta Vera Jourov¨¢, b¨¢sicamente¡ª sin duda no merecen que les concedamos tanto trabajo. Y el Gobierno, en fin, se sumar¨ªa un tanto, uno adem¨¢s muy dif¨ªcil de derogar en el futuro. No parece poca cosa.
Jorge Urd¨¢noz Ganuza es profesor de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad P¨²blica de Navarra. @jurdanoz
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.