Una forma muy pol¨ªtica de escurrir el bulto
En cuanto empieza a gobernar, el candidato comienza a disiparse en la sintaxis y a trav¨¦s de la forma impersonal del verbo deja de estar presente en lo que acomete
Las lenguas suelen estar configuradas sobre una base fuertemente antropoc¨¦ntrica, en ellas todo se configura a partir del tiempo y del espacio de quien habla, y quien habla puede decidir hacer irrelevante o vaga la presencia de otros. La impersonalidad no es solo un rasgo que apliquemos a edificios, al trato humano o a la decoraci¨®n de algunas habitaciones: es tambi¨¦n un rasgo ling¨¹¨ªstico. Son impersonales las frases que construimos evitando la menci¨®n a qui¨¦n es el responsable de la acci¨®n que se narra. Hay impersonalidades inevitables: la de llover por ejemplo, que en espa?ol no tiene sujeto; pero hay impersonalidades completamente deliberadas y buscadas, nacidas porque no queremos se?alar qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la acci¨®n, sea porque no lo sabemos, sea porque no queremos que lo sepan los dem¨¢s. Las clases de gram¨¢tica nos ense?aban que exist¨ªan sujetos el¨ªpticos (dicen cosas) o gen¨¦ricos (la gente habla) pero tambi¨¦n estructuras impersonales (se come bien aqu¨ª). A veces diluimos el sujeto en la masa, otras veces, normalmente con el pronombre se, lo escondemos.
En la pol¨ªtica, el protagonismo del agente o su disoluci¨®n es tambi¨¦n opcional: en los carteles electorales sale un candidato con nombre y apellidos, y la personalizaci¨®n de la ideolog¨ªa en su figura es tan abusiva a veces que se nos convence de que es esa persona, con su mascota, su matrimonio o su historia de vida la que representa antonom¨¢sticamente el ideal de sociedad que queremos. La paradoja es que en cuanto empieza a gobernar y a decidir sobre cuestiones dif¨ªciles, esa persona comienza a disiparse en la sintaxis y ya deja de estar presente en lo que acomete. Comienza a decir se ha tomado la determinaci¨®n y no yo he tomado la determinaci¨®n. Quienes usan estas frases y funden su figura con el fondo saben tambi¨¦n volver al primer plano de manera oportunista para decir, cuando conviene: he alcanzado esto, he logrado aquello.
Nada hay m¨¢s sibilino que el intento de sacudirse ling¨¹¨ªsticamente una responsabilidad pol¨ªtica. Unos y otros se van esquinando h¨¢bilmente a la sombra que les da la sintaxis de la impersonalidad: se incrementan los precios (?ellos solos?), se produce una subida de la luz (?qui¨¦n la produce?), suben los mercados (como si tuvieran vida propia). Es invisibilizar lo humano y humanizar lo que no lo ha sido nunca. La fertilidad en ocurrencias del lenguaje pol¨ªtico es legendaria (aquel viejo ajuste fino, la unidad habitacional de la ¨¦poca de la burbuja de la vivienda, el ya m¨ªtico crecimiento negativo), pero casi prefiero esas ocurrencias, tan visibles, a estos usos de sintaxis que se escabullen tanto como quienes los manejan.
Nuestros primitivos antepasados eran animistas, cre¨ªan que las piedras y las monta?as ten¨ªan alma, pero nosotros estamos en la civilizaci¨®n contraria, la del impersonalismo; aqu¨ª nadie es agente, todos son observadores, no participa nadie, ni siquiera quien regula y gobierna. Por eso, cuando un periodista en una rueda de prensa levanta la mano y pregunta ¡°qui¨¦n¡±, qui¨¦n con todas las letras, cuando un periodista pide el sujeto o rebusca entre papeles hasta encontrarlo, ayuda a conjugar verbos cuyos sujetos no deben ser el¨ªpticos ni omitidos a la sociedad: defraudar, abusar, esconder. Cuando un periodista arrastra desde el fondo a quienes deben ser valorados como figuras que son, est¨¢ desenmascarando la impersonalidad, y en ese periodismo creo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.