Responsabilidad de proteger
La comunidad internacional est¨¢ obligada a ocuparse de los 40 millones de afganos que est¨¢n hoy al borde del abismo
La paz puede ser a veces peor que la guerra. Este es el peligro que acecha ahora a Afganist¨¢n, cuando ha terminado una contienda de 20 a?os con el regreso al poder de los talibanes y la retirada de los aliados occidentales. M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n se halla en situaci¨®n de extrema necesidad, de forma que, si se cuentan los refugiados en los pa¨ªses vecinos, son 28 los millones de afganos que necesitan ayuda humanitaria urgente. Naciones Unidas ha lanzado un llamamiento para organizar un plan de respuesta humanitaria por valor de 4.400 millones de euros, el mayor jam¨¢s acordado en la historia de la organizaci¨®n, para rescatar un pa¨ªs que sufre todos los males imaginables y se halla al borde del colapso, con su econom¨ªa en ca¨ªda libre, la hambruna que pende sobre al menos la mitad de la poblaci¨®n, una aut¨¦ntica epidemia de malnutrici¨®n infantil que se suma a la brutal marginaci¨®n que sufren mujeres y ni?as, los sistemas sanitario y escolar en gran parte clausurados, y la peor sequ¨ªa de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
De no actuar con urgencia, para mediados de a?o la casi totalidad de los afganos, el 97%, se hallar¨¢n por debajo del umbral de la pobreza. El nuevo poder talib¨¢n, sin reconocimiento internacional ni acceso a las cuentas del Estado afgano en el extranjero, ha hecho escasos esfuerzos para obtener el m¨ªnimo de credibilidad para canalizar la ayuda internacional. La composici¨®n del Gobierno, en el que hay incluso ministros vinculados a Al Qaeda, garantiza su inclusi¨®n en todas las listas internacionales de organizaciones terroristas. No es extra?o que hayan proseguido las peores pr¨¢cticas que han caracterizado al r¨¦gimen talib¨¢n, como son las ejecuciones sumarias, el encarcelamiento y maltrato a las mujeres y el acaparamiento de los cargos por parte de los pastunes, la primera etnia del pa¨ªs que siempre ha sido la componente mayoritaria de los talibanes.
Las necesidades de ayuda abarcan todos los ¨¢mbitos: suministro de alimentos, servicios de salud, construcci¨®n de campos de refugiados, suministro de agua y saneamiento, reconstrucci¨®n del sistema escolar y, por supuesto, la seguridad personal. A pesar de la ambici¨®n de Naciones Unidas, el plan de ayuda puede f¨¢cilmente quedarse corto y en todo caso demorarse excesivamente en relaci¨®n con la gravedad de la emergencia. El mayor peligro se cierne sobre Afganist¨¢n, castigado ahora con una cat¨¢strofe de dimensiones in¨¦ditas, despu¨¦s de una larga guerra que se sucedi¨® a otras guerras en cadena que se remontan a diciembre de 1979, cuando el pa¨ªs fue invadido y ocupado por la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero los pa¨ªses vecinos est¨¢n sufriendo tambi¨¦n los efectos del desastre, con la llegada de millones de refugiados, y pronto ser¨¢ la propia Europa la que deber¨¢ acoger a quienes huyen del hambre, de la inseguridad y de la muerte. La comunidad internacional, y m¨¢s concretamente los gobiernos que han participado en los 20 a?os de guerra y ocupaci¨®n, no pueden quedar exentos de la responsabilidad de proteger a los 40 millones de afganos ni lavarse las manos del destino de un pa¨ªs al que han dejado al borde del abismo.
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