Safo y la anatom¨ªa de las putas
El espect¨¢culo teatral estrenado en M¨¦rida y Barcelona apunta a los silencios y omisiones de las mujeres y de aquellas voces que desaf¨ªan, a menudo con su mera existencia, el discurso imperante
Cuenta Ana Mar¨ªa Shua, gran cuentista argentina, que tras la publicaci¨®n de su primer poemario, El Sol y yo (1967), un poeta mayor que ella la incluy¨® en una conferencia, Las tres Anas de la poes¨ªa argentina. Tres autoras j¨®venes que, por aparente casualidad, compart¨ªan nombre. ¡°Imag¨ªnense¡±, exclama la escritora, ¡°yo con 16 a?os y un se?or grande, de cincuenta y pico, poeta, un hombre, iba a dar una conferencia sobre m¨ª¡±. Invit¨® a amigos y familiares y acudi¨®, expectante, a la ponencia. No recuerda casi nada de lo que dijo el tipo; lo olvid¨® todo excepto las primeras palabras: ¡°Estando presentes estas tres Anas en la poes¨ªa argentina, tengo que decir que hay una cuarta Ana: la Ana-tom¨ªa¡±. Tres poetas convertidas en el cuerpo de un chiste malo. Shua no volvi¨® a publicar poes¨ªa.
¡°Bajo tierra estar¨¢s, / nunca de ti, / muerta, / memoria habr¨¢¡±. La primera vez que le¨ª estos versos de Safo, los malinterpret¨¦. Fue un error feliz; cre¨ª leer: nunca morir¨¢s, no del todo, pues quedar¨¢ tu memoria. Poeta l¨ªrica de la Grecia antigua, Safo de Lesbos se ha convertido en un vac¨ªo pre?ado de mito. Su figura ha engendrado trabajos de arqueolog¨ªa literaria como el de la autora canadiense Anne Carson If not, Winter (2002), donde recoge fragmentos de la poeta e hilvana una narrativa propia. Confiando en el poder de la reiteraci¨®n y la permanencia, viv¨ª un tiempo arropada en la lectura err¨®nea de los versos anteriores. Hasta que me di cuenta de que encerraban una verdad m¨¢s sombr¨ªa: nunca habr¨¢ memoria. ?Qu¨¦ sabemos de Safo? Nos queda muy poco de su obra, unos 200 versos de los 10.000 que se estima que escribi¨®. Apenas una certeza: la imposibilidad de saber hasta d¨®nde lleg¨® su palabra.
El t¨¦rmino pornograf¨ªa encadena dos vocablos griegos: porn¨¦ (prostituta) y graphein (escribir). El texto de la puta, la palabra sexual. Sin embargo, no nace en la Grecia cl¨¢sica, sino en la Francia de finales del siglo XVIII. Tampoco lo firma ninguna porn¨¦, sino el escritor libertino Nicol¨¢s Edme Restif de la Bretonne. En Le Pornograph (1769), Restif de la Bretonne reflexiona sobre la moralidad, la salud de la poblaci¨®n y la cartograf¨ªa urbana de la prostituci¨®n, proponiendo un modelo de control estatal sobre el trabajo sexual. Aunque combina el an¨¢lisis con la s¨¢tira y la provocaci¨®n, Le Pornograph no es en s¨ª mismo un texto er¨®tico; es, b¨¢sicamente, un escrito sobre prostitutas. No hay una mujer tras la palabra, sino un hombre que las escribe a ambas. La escritura es un juego de m¨¢scaras, y un campo minado. El autor persigue a su objeto literario y trata de afianzar su autoridad sobre ¨¦l. Las palabras no son la nada flotando en el aire, son proyectiles y son g¨¦rmenes, nos impactan y nos engendran. Qui¨¦n cuenta una historia, sobre qui¨¦n la cuenta, qu¨¦ historias pueden ser contadas, qu¨¦ autores son v¨¢lidos. Nuestra imaginaci¨®n se moldea con el lenguaje. Aquello que creemos posible o leg¨ªtimo ¡ªla identidad, la justicia, la verdad¡ª no es universal ni un¨ªvoco, sino que depende de c¨®mo se construyen las narrativas colectivas.
En Safo, impresionante espect¨¢culo musical estrenado este verano en el Teatro Cl¨¢sico de M¨¦rida y el Grec de Barcelona, las cocreadoras Christina Rosenvinge, Marta Pazos y Mar¨ªa Folguera, junto con las siete int¨¦rpretes, conjuran un exorcismo plet¨®rico y abrumador. El escenario es un aquelarre, ah¨ª se encuentran todas: la porn¨¦, la poeta, la autora borrada, la puta imaginaria. Safo es a la vez un resarcimiento o, mejor dicho, un acto de justicia po¨¦tica, y una estocada directa al presente. Con unos desnudos que no buscan ser simplemente hermosos ¡ªpues esa es una cualidad limitada a la contemplaci¨®n y al juicio del ojo externo¡ª, sino potentes y emocionantes; con una descarga kitsch que rompe con la invisibilidad, el decoro y la sutileza impuestas sobre la feminidad, y con una iron¨ªa m¨¢s que afilada, la obra apunta a los vac¨ªos que horadan la historia de la palabra, a los silencios y omisiones de las mujeres y de aquellas voces que desaf¨ªan, a menudo con su mera existencia, el discurso imperante.
¡°Alguien nos recordar¨¢¡±, canta Rosenvinge y corea el elenco sobre el escenario. ¡°Alguien nos recordar¨¢¡±, insisten, en varios momentos. ¡°Alguien nos recordar¨¢ / lo afirmo / incluso en otro tiempo¡±, escribi¨® la propia Safo, luego Carson lo tradujo y no hemos dejado de repetirlo. Con esta m¨¢xima se rompe el hechizo, de una forma brutal e irreversible. Rescatar la palabra perdida, la palabra negada, bucear en los mares infinitos de la ausencia, llenar los huecos con nuevas historias, avanzar y retroceder y mutar a trav¨¦s del tiempo. Sin perder nunca el hilo, ese lazo invisible hecho a partes iguales de silencio y de palabra, de olvido ¡ª¡±bajo tierra estar¨¢s¡±¡ª y de memoria ¡ª¡±alguien nos recordar¨¢¡±¡ª.
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