?Por qu¨¦ es imposible reformar la Constituci¨®n?
La polarizaci¨®n no es una idea, sino la consecuencia de no contrastarlas. Hemos confundido el debate p¨²blico con el debate partidista, a los intelectuales con los expertos y a la realidad con las encuestas o los datos
Se han cumplido 109 a?os del nacimiento de Albert Camus y en las librer¨ªas se siguen vendiendo sus libros, que son de una vigencia que asombra y asusta. Camus era fil¨®sofo y escritor y dramaturgo e intelectual de los que polemizaban con Jean-Paul Sartre y con otros en art¨ªculos o en cartas abiertas en los peri¨®dicos franceses. Ocurr¨ªan antes cosas as¨ª, que ahora ocurren apenas porque el debate va por otros sitios o est¨¢ en otras partes. Existe en esto el riesgo de la nostalgia y sus sesgos, pero vale la pena asumirlo si es al precio de mirarnos en el espejo y preguntarnos si nuestro pa¨ªs afronta o declina discusiones que trasciendan a una generaci¨®n, que nos remuevan y contrar¨ªen: si nos atrevemos a afrontarlas nosotros mismos, dejando al aire nuestras contradicciones. No todo puede ser culpa de las redes sociales, si los llamados a entendernos somos nosotros, no el Twitter.
?Es posible que en la sociedad m¨¢s ideologizada se hable poco de ideolog¨ªas, que nos aislemos en burbujas de opiniones en que las cr¨ªticas suenan como ruido de fondo? La La polarizaci¨®n no es una idea, sino la consecuencia de no contrastarlas, y hemos acabado en una realidad que el fil¨®sofo Byung-Chul Han describe con una pregunta, lo que supone en s¨ª mismo una afirmaci¨®n: ¡°?Por qu¨¦ no es posible la revoluci¨®n?¡±. Lo que pasa, y parte de la culpa es nuestra, es que hemos confundido el debate p¨²blico con el debate partidista, a los intelectuales con los expertos y a la realidad con las encuestas o los datos: para saber del tiempo miramos antes al m¨®vil que al cielo.
Me dir¨¢n y con raz¨®n que no todos los Camus murieron con Camus y que por supuesto quedan intelectuales. Solo faltaba. Pero en la agenda actual los partidos mantienen una posici¨®n preeminente. Sabemos antes lo que opinan el PSOE o el PP de tal asunto que los pensadores m¨¢s brillantes, que dan menos audiencia. S¨ª, ya lo s¨¦. Los periodistas no somos ajenos y nos corresponde enfocar el inter¨¦s hacia las ideas, para que se distinga bien que la libertad, por poner un caso, no es un eslogan sino una conquista. Pero el esfuerzo habr¨¢ de ser compartido: el debate general no est¨¢ solo en aquello que se publica, sino en aquello que una sociedad civil articulada logra situar como su preocupaci¨®n. La calidad de la democracia y del Estado de bienestar es el ejemplo m¨¢s urgente.
Existe el riesgo de la nostalgia y los complejos por admitir, sin idealizar nada, que hubo una generaci¨®n capaz de construir una idea de pa¨ªs y hablar de la comunidad sin apriorismos de partido. Por eso, antes de que venga el 6 de diciembre y sean los partidos los que propongan la cantinela, adelant¨¦monos a la cuesti¨®n: ?podr¨ªamos reformar o elaborar una nueva Constituci¨®n en este momento? ?Ser¨ªa posible hacerlo en Espa?a si algunos han decidido renunciar a los consensos? ?Est¨¢ nuestro debate en eso?
La respuesta es clave, porque si se acaban los consensos b¨¢sicos significa que incluso la democracia se podr¨¢ presentar como una opci¨®n, de lo que resultar¨¢ una sociedad militante en la que quedarse quieto o callado ser¨¢ ya tomar partido. Para esa tarea es para la que cada generaci¨®n convoca y precisa a sus voces m¨¢s l¨²cidas, cada una en su puesto. El nuestro tambi¨¦n lo dej¨® escrito Camus: ¡°Un pa¨ªs vale lo que vale su prensa. Y si es cierto que los peri¨®dicos son la voz de una naci¨®n, est¨¢bamos decididos a alzar este pa¨ªs elevando su lenguaje¡±. Sus libros se siguen vendiendo a miles. Ser¨¢ por su vigencia, que asombra y asusta.
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