Venezuela y sus oligarqu¨ªas
Las agrupaciones pol¨ªticas opositoras del pa¨ªs, tomadas en conjunto, han dejado ya de ser democr¨¢ticas en sus deliberaciones y en sus m¨¦todos
Dos oligarqu¨ªas pugnan hoy en la empobrecida Venezuela, ambas son tir¨¢nicas y militaristas.
La convenci¨®n atribuye ideales y prop¨®sitos democratizadores a la coalici¨®n opositora. Muchos de sus individuos, en efecto, se tienen a s¨ª mismos por dem¨®cratas liberales, partidarios de la econom¨ªa de mercado y del r¨¦gimen republicano y civil. Tambi¨¦n de la separaci¨®n de poderes, la alternancia en el poder y de la rendici¨®n de cuentas de los cargos de elecci¨®n popular.
Poner en duda su buena fe implica ignorar las violaciones de derechos humanos de que sus dirigentes, activistas y simpatizantes vienen siendo v¨ªctimas, incluso mortales, desde hace muchos a?os.
Sin embargo, y parad¨®jicamente, las agrupaciones pol¨ªticas opositoras, tomadas en conjunto, han dejado ya de ser democr¨¢ticas en sus deliberaciones y en sus m¨¦todos. La palabra¡±democracia¡± en su discurso es, cuando menos, solo una pretensi¨®n. En lo esencial, la oposici¨®n venezolana ha terminado por ofrecer a sus compatriotas un programa toscamente restaurador de todo lo malo que pudo anteceder a Ch¨¢vez. Su anacr¨®nico y aniquilador militarismo, merecen un poquit¨ªn de elucidaci¨®n.
Desde comienzos de este siglo, barridos ya del mapa los partidos pol¨ªticos del siglo pasado por la avasallante irrupci¨®n del chavismo, los barones de la prensa, los ¡°analistas de entorno¡±, los laboratorios de encuestas asesores de la industria y la banca, last but not least, los supergerentes de la petrolera estatal, se pusieron a la cabeza del descontento y la alarma.
Lo hicieron con asombroso desd¨¦n por la historia contempor¨¢nea de Venezuela y por todo lo que la pol¨ªtica exige al ars, la ma?a, la paciencia y la mano zurda.
Un momento estelar de su actuaci¨®n fue la huelga con la que un estamento de supergerentes petroleros del siglo XXI con ideas zombis sobre la pol¨ªtica, actuando nine to five con Blackberrys y l¨¢minas Power Point, busc¨® provocar el derrocamiento de un carisma militar del siglo XIX con ideas zombis sobre la econom¨ªa.
Lo precedi¨® un fallido golpe militar cuyo plan maestro segu¨ªa la vetusta, simplona pauta de John Foster Dulles en los a?os 50: fabricar un ¡°clima¡± de agitaci¨®n civil que pudiese pasar por leg¨ªtima insurrecci¨®n general y provocar la intervenci¨®n de los cuarteles.
Al pretender ahorrarse el esfuerzo¡ªel incordio¡ªde construir una alternativa civilista y electoral de largo plazo solo lograron entregarle a Ch¨¢vez y a Fidel Castro, en tan solo ocho meses, el alto mando militar y la estatal petrolera.
Lo asombroso es que, quince a?os m¨¢s tarde, Leopoldo L¨®pez, golden boy de una aventajada cofrad¨ªa harvardiana, no haya producido una estrategia mejor sino apenas una liofilizaci¨®n del m¨¦todo Foster Dulles. En el proceso qued¨® claro que John Bolton no calza los puntos de Foster Dulles y que Venezuela no es Guatemala, 1954.
A menos de 100 d¨ªas de echar a andar su campa?a por el retorno a la norma democr¨¢tica supimos que L¨®pez y Guaid¨® cortejaban secretamente la tutela de la cacocracia militar y el concurso del Tribunal Supremo de la dictadura madurista. La chapuza del 30 de abril, sus precuelas y secuelas, echaron a pique el ¡°USS Guaid¨®¡±.
Con su tripulaci¨®n se hundieron dos generaciones de pol¨ªticos nacidos entre los a?os 50 y 90, los fundadores de Primero Justicia y muy notablemente los ¡°operadores¡± de la llamada ¡°generaci¨®n de 2007¡å, cooptada por Primero Justicia y sus desprendimientos. Algunos de ellos fueron llamados a colonizar en calidad de comisarios pol¨ªticos las filiales de la petrolera estatal (PDVSA) durante el malhadado interinato de Guaid¨®. Su desempe?o de mayor entidad fue, merced un saqueo clientelar, llevar a la quiebra a Mon¨®meros, la mayor planta de fertilizantes de Colombia.
La c¨²pula opositora se ha convertido en una oligarqu¨ªa¡ªun ¡°gobierno de pocos¡±, en este caso con una alarmante carencia de representatividad, corporizado en la Asamblea Nacional¡ªque, gracias a Guaid¨®, logr¨® el subsidio temporal de Washington. Esos dineros sostuvieron durante tres a?os la ilusi¨®n de un gobierno en el exilio presto a suplantar al de Maduro, el general Padrino y los hermanos Rodr¨ªguez.
A prescindir sin miramientos de Guaid¨® quiso la Asamblea Nacional, elegida hace ya siete a?os, investirse adem¨¢s de la administraci¨®n de los activos de la naci¨®n en el exterior: nada menos que Citgo Oil Corp y el oro de la naci¨®n depositado en Londres que, gracias a la reacci¨®n indignada de la sociedad civil opositora que denunci¨® la inconstitucionalidad del barbarazo arbitrio, est¨¢n por ahora a salvo de un arrebat¨®n semejante al de Mon¨®meros.
No sobrar¨¢ decir que, en la era anterior a Ch¨¢vez, otra oligarqu¨ªa parlamentaria igualmente avorazada por la pasi¨®n electoralista, se conchab¨® para destituir, con presteza comparable a la que dio cuenta de Guaid¨®, a Carlos Andr¨¦s P¨¦rez cuando solo faltaban meses para finalizar su mandato.
A Guaid¨®, proxy que fue de Leopoldo L¨®pez, le queda el consuelo de postularse a la elecci¨®n primaria de la oposici¨®n que busca elegir un candidato oponible a Maduro. Ser¨ªa una gallarda tienta, a la altura de su probada y valerosa entrega a la pol¨ªtica. Nadie, por lo dem¨¢s, le reprochar¨¢ una marcha al exilio.
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