El hombre, el gorila y la Gran Guerra Patri¨®tica
Putin vuelve a servirse del triunfo sovi¨¦tico sobre los nazis para darle la vuelta a los hechos y acusar a Occidente de los horrores de su invasi¨®n a Ucrania
La Gran Guerra Patri¨®tica ha regresado un a?o m¨¢s a la Rusia de Putin como el referente con el que volver a presentarse al mundo con el mejor de los rostros. Ganamos a los nazis, los arrinconamos y aplastamos, acabamos con su delirio de poder y sus terribles excesos y matanzas. El sacrificio fue enorme y se calcula que 27 millones de sovi¨¦ticos perdieron la vida, pero consiguieron derrotar a Hitler. Putin mira el final de la II Guerra Mundial como un horizonte de grandeza y fuerza los hechos para contar que la historia se repite y que, si entonces fue el Tercer Reich el que invadi¨® sus tierras para dominarlas, hoy de nuevo Occidente machaca a los rusos en Ucrania. Los desfiles de la conmemoraci¨®n del D¨ªa de la Victoria no han sido los de otras veces, pero las tropas volvieron a escenificar el brillo del poder militar ruso marcando el paso. Putin habl¨® desde una tribuna y la soldadesca respondi¨® al otro lado que s¨ª, que ganar¨¢n de nuevo.
Cuando los sovi¨¦ticos cruzaron en enero de 1945 la que hab¨ªa sido la frontera alemana antes de 1939, el teniente Klochkov, que formaba parte del tercer Ej¨¦rcito de Choque, observ¨® que aquellas aldeas con las que se encontraban eran muy distintas de las polacas que acababan de dejar atr¨¢s. ¡°La mayor¨ªa de las casas estaba construida de ladrillo y piedra, y en sus jardincillos crec¨ªan ¨¢rboles frutales cuidados con gran esmero¡±. Aquellos rudos soldados no se explicaban c¨®mo los alemanes, ¡°que no eran precisamente gente irreflexiva¡±, pod¨ªan haber arriesgado unas vidas tan pr¨®speras y tranquilas para invadir la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El escritor Vasili Grossman encontr¨® poco despu¨¦s, en la misma carretera que llevaba a Berl¨ªn, unas pancartas que hab¨ªa colocado el departamento pol¨ªtico de los sovi¨¦ticos: ¡°?Temblad, fascistas alemanes! ?Ha llegado el d¨ªa de juicio!¡±.
Las celebraciones orquestadas por el Kremlin este 9 de mayo impusieron como siempre una visi¨®n edulcorada de la gesta b¨¦lica y se olvidaron de las zonas negras. El historiador Antony Beevor no las ocult¨® en Berl¨ªn. La ca¨ªda: 1945 (Cr¨ªtica), donde reconstruy¨® los meses finales de la II Guerra Mundial. Cuando aborda el saqueo de la ciudad de Schwerin a manos de las tropas sovi¨¦ticas, acude a los apuntes de Grossman, que cubr¨ªa la guerra para Estrella Roja: ¡°Las mujeres alemanas est¨¢n viviendo experiencias terribles. Un hombre culto relata con gestos expresivos y balbuciendo palabras en ruso que su esposa hab¨ªa sido violada por diez hombres ese d¨ªa¡±.
Beevor se ocup¨®, junto a Luba Vinogradova, del trabajo que hizo Grossman durante aquel periodo en Un escritor en guerra (Cr¨ªtica). Siguieron sus pasos, consultaron sus notas, analizaron los textos que finalmente aparecieron publicados. Ya en Berl¨ªn, y despu¨¦s de que los sovi¨¦ticos tomaran la ciudad, Grossman escribi¨® en su cuaderno: ¡°El parque zool¨®gico. Tambi¨¦n hubo combates all¨ª. Jaulas rotas, cad¨¢veres de monos, aves tropicales, osos, la isla de los babuinos; los peque?os se agarran al vientre de sus madres con sus diminutas manos. Conversaci¨®n con un anciano. Ha cuidado a los monos durante treinta y siete a?os. Contempla el cad¨¢ver de un gorila muerto en una jaula¡±. Le pregunt¨® entonces si hab¨ªa sido un animal feroz. ¡°No, s¨®lo rug¨ªa mucho¡±, le respondi¨®. ¡°La gente es mucho peor¡±. Igual sirven hoy esas lejanas palabras para certificar que las guerras no son nunca gloriosas, aunque se ganen.
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