Cuando Costa Rica acus¨® de terrorismo a una mujer embarazada por ser la directora de una radio ¡®subversiva¡¯
Ana Lorena Cart¨ªn Leiva fue la representante legal de Radio Noticias del Continente, una estaci¨®n de radio que el exilio guerrillero argentino estableci¨® legalmente en 1979
Ana Lorena Cart¨ªn Leiva ya puede re¨ªrse de aquel momento en el que, acompa?ada de su abogado y con ocho meses de embarazo, lleg¨® al juicio que el Gobierno de su pa¨ªs emprendi¨® contra ella ¡°por atentar en contra de la seguridad nacional¡± al ser la representante legal y la directora general de Radio Noticias del Continente (RNC). Se r¨ªe porque recuerda el cerco policial en torno a los juzgados, y la frase que uno de los agentes dijo mientras les imped¨ªa el paso: estamos aqu¨ª porque se va a juzgar a una guerrillera, y es posible que un comando armado venga a tratar de liberarla¡±.
Era 1981 y la estaci¨®n de radio de onda corta, establecida legalmente en la capital costarricense, ten¨ªa solo tres a?os de vida y cuatro atentados con explosivos contra sus instalaciones en su breve existencia. Se construy¨® ah¨ª de forma legal gracias a las gestiones de varios ex miembros de la guerrilla urbana argentina de Montoneros, que huyeron de la dictadura militar en el pa¨ªs, tras el golpe de Estado de Jorge Rafael Videla, en 1976. Con la ayuda de una antena dise?ada especialmente para que la estaci¨®n transmitiera en onda corta ¡ªes decir, que las ondas electromagn¨¦ticas reboten a distintas alturas de la ionosfera y permite que las se?ales alcancen puntos lejanos e incluso den la vuelta al planeta¡ª un grupo de ingenieros, personal administrativo y trabajadores comenzaron transmisiones bajo la tutela de la costarricense Ana Lorena Cart¨ªn Leiva, quien hab¨ªa llegado a la direcci¨®n de RNC tras ser elegida por sus compa?eros de militancia pol¨ªtica para encabezar el proyecto radiof¨®nico.
Una investigaci¨®n del mexicano An¨ªbal Fern¨¢ndez Garc¨ªa, se?ala al ex montonero Ra¨²l Cuestas como uno de los que lider¨® los esfuerzos fuera de su pa¨ªs para vincular a m¨¢s opositores de la regi¨®n y buscar la forma de comunicar al resto del mundo lo que los militares latinoamericanos hac¨ªan de forma sistem¨¢tica en contra de todo aquel que se opusiera o que significara una amenaza a su proyecto de Gobierno y de control.
Adem¨¢s, la sombra omnipresente de Estados Unidos reca¨ªa sobre los hombros de los gobiernos militares, para evitar que emprendimientos tachados como ¡°subversivos¡± como RNC fueran replicados en la regi¨®n. As¨ª que las presiones que vivieron no solo los trabajadores de aquella estaci¨®n de radio, sino el Gobierno del entonces presidente Rodrigo Carazo, terminaron por implosionar un proyecto de colaboraci¨®n que buscaba denunciar las graves violaciones a los derechos humanos que se gestaban desde Centroam¨¦rica hasta la Patagonia.
Cart¨ªn Leiva era qu¨ªmica de formaci¨®n, desde joven estuvo interesada en participar en pol¨ªtica, pero tambi¨¦n en generar cambios ¡°desde abajo¡±. Asegura que solo de esa forma las cosas tendr¨ªan una transformaci¨®n real que provocar¨ªa en la gente un deseo genuino de participar en ellos. Ya hab¨ªa hecho radio a?os antes junto con una amiga, ten¨ªan un programa que buscaba lograr ¡°que la cultura se democratizara y que no fuera solo para las ¨¦lites¡±. Su elecci¨®n como directora general de RNC, en 1979, cuando ten¨ªa 31 a?os de edad, la tom¨® por sorpresa: ¡°Yo siempre cre¨ª que s¨ª iba a ser parte del equipo, que iba a trabajar, pero no esperaba que los compa?eros me hubieran visualizado con esa capacidad de solidaridad militante y me dieran tal responsabilidad¡±, cuenta.
Con la suspicacia causada por ser una radio establecida por una guerrilla sudamericana, las noticias de la estaci¨®n comenzaron a ir de boca en boca, tejiendo redes entre otras guerrillas o grupos opositores a gobiernos o dictaduras, casi a la par que la Operaci¨®n C¨®ndor creaba v¨ªnculos poderosos entre los militares latinoamericanos para perseguir, torturar, desaparecer y asesinar a quienes consideraban un peligro en cualquier territorio, mar o cielo, en donde se escondieran. Los proyectos de cooperaci¨®n transnacional no pueden ser comparados, pero RNC empezaba a ser ese lugar en donde el Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional, de El Salvador, la Resistencia Nicarag¨¹ense, los guatemaltecos que hu¨ªan de la violencia, o los paname?os que peleaban por tener el control del Canal de Panam¨¢, acud¨ªan para transmitir mensajes, partes de guerra, o denuncias de violaciones a sus derechos y al de las poblaciones a las que pertenec¨ªan.
Con los cuestionamientos a su forma de financiaci¨®n y los constantes ataques de medios de comunicaci¨®n locales y en especial, del grupo de ultraderecha Costa Rica Libre, llegaron tambi¨¦n los atentados ¡ªla estaci¨®n sufri¨® cuatro en total¡ª y las amenazas de muerte a Ana Lorena. ¡°Constantemente me llamaban para decirme que me iban a matar¡±. Adem¨¢s, asegura que durante la experiencia que dur¨® tres a?os con ella al frente, el hecho de ser mujer le plante¨® situaciones mucho m¨¢s graves que si se hubiera tratado de un hombre. ¡°Tuve que armarme de valor porque muchas veces se menospreciaba que fuera una mujer al frente de la radio. Por estar al frente, y solo por eso, dec¨ªan que yo era una prostituta. Llamaban al tel¨¦fono preguntando por la prostituta. Una vez los encar¨¦ y respond¨ª: mire, yo podr¨ªa ser prostituta, pero no soy una cobarde¡±.
Tambi¨¦n recuerda cuando una periodista de la televisi¨®n la entrevist¨®. Cuando fue transmitido el resultado de aquella charla, Cart¨ªn Leiva qued¨® pasmada. ¡°Se me hab¨ªa editado tanto, que yo misma sal¨ªa haci¨¦ndome da?o, quedando mal. Y yo dec¨ªa, no puede ser, porque si hubiera sido un hombre lo hubieran respetado m¨¢s¡±.
En 1981 el ¨²ltimo de los atentados acab¨® tambi¨¦n con el proyecto. El Gobierno cerr¨® por decreto el derecho de la estaci¨®n a tener ondas de transmisi¨®n. Cada vez que Ana Lorena Cart¨ªn recuerda este momento, recuerda que es algo que nunca podr¨¢ perdonarle al presidente Rodrigo Carazo, que rebasado por las presiones de los grupos de derecha en su pa¨ªs, empresarios, los gobiernos como el argentino, el guatemalteco o el estadounidense, tom¨® la decisi¨®n de terminar con el problema.
Durante su juicio, que dur¨® m¨¢s de ocho meses, Ana Lorena Cart¨ªn enfrent¨® el proceso embarazada, con el temor de su familia y el propio de que su hijo naciera en la c¨¢rcel o que su salud se deteriorara gravemente antes de recibir un veredicto. Recuerda cuando solicit¨® al juez que su comparecencia fuera retrasada debido al avanzado estado de embarazo que presentaba y la negativa rotunda del letrado. Pese a aquellos a?os de mucha soledad ¡ªsus compa?eros militantes tuvieron que salir del pa¨ªs y sus trabajadores liquidados por sus servicios¡ª se sinti¨® siempre orgullosa de la labor que hizo. ¡°Yo no me arrepiento porque se logr¨® el objetivo: que se dijera lo que pasaba en El salvador, en Guatemala, en Nicaragua, Chile, con los mineros en Bolivia, las luchas de los paname?os; las atrocidades tanto de (Jorge Rafael ) Videla, como de (Augusto) Pinochet, las manifestaciones que se estaban dando en Brasil, etc., Nosotros lo transmitimos todo¡±.
En marzo de 1982 el juez archiv¨® el caso de Ana Lorena Cart¨ªn y borr¨® de su expediente todo rastro de la acusaci¨®n, con una clara advertencia: le prohib¨ªa volver a utilizar ondas de transmisi¨®n radial y portar armas de fuego.
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