La contrapartida de los independentistas
El secesionismo renuncia a la unilateralidad porque la batalla ¨¦pica que la defend¨ªa termin¨® en fracaso
La contrapartida de los indepes a la generosidad de la democracia espa?ola es concreta: la vuelta del hijo pr¨®digo a la casa que nunca debieron abandonar. El compromiso de atenerse al marco constitucional y estatutario. Este viaje se concreta en varias actuaciones rese?ables, algunas in¨¦ditas, otras a medias. Con mayor concreci¨®n, en el pacto PSOE-Esquerra; con m¨¢s inc¨®moda ret¨®rica, incluso irritante, en el acuerdo PSOE-Junts.
Son las siguientes. Votar la investidura de un presidente y un Gobierno espa?ol, abstracci¨®n hecha de su orientaci¨®n. Comprometerse a la estabilidad de la legislatura, acuerdos presupuestarios incluidos, siempre sujeta al cumplimiento ¡°paralelo¡± de los objetivos conseguidos. Situar como prioridad pol¨ªtica cuestiones econ¨®micas y los programas auton¨®micos de infraestructuras, desarrollo econ¨®mico y bienestar. Y, al cabo, propiciar y votar una ley de amnist¨ªa que debe inscribirse y adscribirse ¡ªa la espera del texto completo¡ª al marco constitucional, y que consagra expl¨ªcitamente su origen en la Ley Fundamental. Todo eso constituye un retorno, en los hechos, a la senda com¨²n. Esa es la parte del trayecto recorrida por los dos grandes partidos secesionistas: m¨¢s densa, centrada en el futuro y madrugadora por Esquerra, m¨¢s lenta y de ribetes ¨¦pico-historicistas de rala traducci¨®n por parte de Junts. Es, en lo esencial, el reverso de la unilateralidad.
Pero hay diferencias. Esquerra at¨® objetivos concretos, inmediatos y tangibles como la cesi¨®n de competencias ferroviarias de Cercan¨ªas, la quita o reducci¨®n de una parte de la deuda auton¨®mica y ecualizar la inversi¨®n p¨²blica en Catalu?a a su peso en el PIB espa?ol. Junts ha conseguido que se discutan en el futuro, a lo largo de la legislatura (no se aprueba ahora) ideas como su propuesta de concierto econ¨®mico fiscal a la vasca, recogi¨¦ndose ya en el papel el desacuerdo de los socialistas, y ha logrado a?adir que el mecanismo de verificaci¨®n de los acuerdos entre los partidos sea internacional.
Muchos recelan de que la amnist¨ªa se convierta en palanca de un refer¨¦ndum de secesi¨®n, pero ni lo prefiguran los textos ni debe ser as¨ª. El documento firmado por Esquerra es el m¨¢s viable: se ci?e a que el ¡°modo¡± en que ¡°los acuerdos a los que se pueda llegar¡± puedan ¡°ser refrendados por el pueblo catal¨¢n¡±: o sea, puede incluir una reforma del Estatut, que en su caso pasar¨ªa por el cedazo del Congreso. Y el refer¨¦ndum ¡°pactado¡± que predican sus l¨ªderes no ser¨ªa obviamente ¡°unilateral¡±, sino acordado.
Otra cosa es que cupiese en la Constituci¨®n, y que de caber, conviniese, y que de convenir, pudiese acotarse solo a una parte en vez de a toda la ciudadan¨ªa espa?ola. Pero incluso Junts ha firmado que propondr¨¢ uno ¡°amparado en el art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n¡±. Tanto m¨¢s importante: ¡°PSOE y Junts apuestan por la negociaci¨®n y los acuerdos como m¨¦todo de resoluci¨®n de conflictos¡±. Es decir, excluyen, en lenguaje plano pero evidente, los hechos consumados, los actos ilegales, las conductas unilaterales. Y se comprometen a ¡°responder a las demandas mayoritarias del Parlament¡±, siempre de acuerdo al Estatut, que ¡°tiene rango de ley org¨¢nica¡±, espa?ola, por supuesto.
El compromiso de no unilateralidad adoptado con esas figuras literarias menos rotundas, o rodeos sem¨¢nticos, equivale a renunciar a actuaciones contrarias a m¨¢s de la mitad de los catalanes y contra la cuasiunanimidad de los ciudadanos espa?oles. Eso, en la pr¨¢ctica pol¨ªtica. Y en la pr¨¢ctica justiciable, en un pa¨ªs exento de delitos de opini¨®n que no llamen a acciones violentas o anticonstitucionales: Espa?a no persigue sue?os, sino delitos. Pero su mejor garant¨ªa es que desde el oto?o levantisco de 2017 escasean (en parte o del todo) los hechos de esa condici¨®n que busquen la ruptura del ordenamiento y sean directamente patrocinados por los grupos de Junts y Esquerra. De cualidad distinta son los graves des¨®rdenes p¨²blicos de 2019, un asunto de orden p¨²blico, no de orden constitucional; o los est¨²pidos desaires protocolarios a la Jefatura del Estado, que act¨²an m¨¢s bien como bumer¨¢n contra quien los realiza.
Y ?por qu¨¦ han renunciado a la unilateralidad? Sobre todo, porque la batalla ¨¦pica por la secesi¨®n desemboc¨® en fracaso. Porque la democracia espa?ola ha demostrado, primero, m¨¢s potencia y m¨¢s fuerza jur¨ªdica que quienes la socavaron, y, despu¨¦s, m¨¢s generosidad, con los indultos y ahora con la amnist¨ªa. Y el fiasco adquiri¨® forma de desplome inaudito de un conjunto de creencias y mitos; de rev¨¦s econ¨®mico; de desprestigio comunitario; de tensiones en la convivencia cotidiana. Fue tan monumental que el grueso de sus seguidores desanduvo su recorrido incluso antes que sus dirigentes. Primero, desaparecieron completamente de escena los lazos amarillos; luego, se evapor¨® un amplio n¨²cleo del voto indepe. Y porque algunos de sus protagonistas han sufrido escisi¨®n tras escisi¨®n, una fragmentaci¨®n continua y una creciente desafecci¨®n electoral, con riesgo de caer en la irrelevancia.
La unilateralidad es inviable, en fin (incluso aunque alguien la intentase), porque la inmensa mayor¨ªa del pueblo catal¨¢n ha quedado vacunado de la misma y el resto est¨¢ a punto. Ha pasado pantalla de aquella pesadilla in¨²til y fracasada. Otra cosa es que esta reversi¨®n sea completa y algunos no renuncien ret¨®ricamente a la independencia por la brava (elogio del refer¨¦ndum ilegal del 1-O incluido), ni al supuesto e inexistente derecho a la secesi¨®n en una democracia espa?ola plena y efectiva. Pero no se otea alrededor de las plazas y calles de Catalu?a ninguna semilla, abono o lluvia que pudiese arraigar esa causa abandonada.
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