Occidente fracturado
Los pa¨ªses del sur global denuncian la grandilocuencia moral y el doble rasero de Europa y Estados Unidos respecto a las guerras en Ucrania y Palestina. Tras meses de esfuerzos pol¨ªticos, econ¨®micos y diplom¨¢ticos, la sensaci¨®n que queda es que una vidas valen m¨¢s que otras
Cuando Rusia invadi¨® Ucrania, Occidente ten¨ªa un s¨®lido argumento normativo y estrat¨¦gico. Rusia hab¨ªa violado los pilares del Derecho internacional ¡ªsoberan¨ªa e integridad territorial¡ª y Ucrania ten¨ªa derecho a defenderse. Occidente bas¨® su apoyo econ¨®mico, pol¨ªtico y militar a Ucrania y sus sanciones a Rusia en los principios del derecho y en el imperativo estrat¨¦gico de defender el orden de seguridad europeo. Como es bien sabido, el resto del mundo no lo ve exactamente igual. Los pa¨ªses del sur global consideran que Ucrania es una guerra europea y est¨¢n m¨¢s preocupados por sus consecuencias, especialmente en t¨¦rminos de seguridad alimentaria y energ¨¦tica, que por sus causas. Al rechazar la invitaci¨®n de Occidente a unirse a las sanciones a Rusia, se?alaron el doble rasero de Occidente, cuyo apoyo incondicional a Ucrania contrasta con su abandono de las guerras en otros lugares, desde Yemen y Siria hasta Sud¨¢n. Sin embargo, aunque los pa¨ªses del sur global no estaban dispuestos a pagar un precio por la defensa del orden internacional, la gran mayor¨ªa de ellos no cuestion¨® el hecho de que Rusia estaba violando gravemente el derecho internacional. Esto explica por qu¨¦ 141 pa¨ªses representados en las Naciones Unidas votaron junto a Occidente condenando la agresi¨®n rusa y exigiendo su retirada inmediata del territorio de Ucrania. Solo un pu?ado de Estados (bastante desagradables), como Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea y Siria, apoyaron a Vlad¨ªmir Putin. Es cierto que 32 pa¨ªses se abstuvieron, entre ellos algunos muy poblados como China y la India, pero Occidente no estaba solo y formaba parte de la mayor¨ªa mundial.
La situaci¨®n no podr¨ªa ser m¨¢s diferente en la guerra entre Israel y Ham¨¢s en Gaza. Esta vez, es Occidente el que se queda aislado en el mundo, como ejemplifica la votaci¨®n en la Asamblea General de la ONU de la resoluci¨®n presentada por Jordania, en la que se pide una tregua inmediata y el respeto del derecho internacional humanitario. Mientras que ocho pa¨ªses europeos se encuentran entre la mayor¨ªa de 120 que votaron a favor de la resoluci¨®n, incluidos Francia, Espa?a y Portugal, la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales se encontraban en la minor¨ªa que se abstuvo o vot¨® en contra. Especialmente aislados quedaron los detractores, entre los que, junto a Israel, se encontraban Estados Unidos y cuatro pa¨ªses europeos (Austria, Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa y Croacia).
El contraste entre ambas votaciones ejemplifica el desmoronamiento normativo y estrat¨¦gico de Occidente y su papel en el mundo. Los pa¨ªses que votaron en contra o se abstuvieron en la ONU motivaron su postura se?alando que la resoluci¨®n no condenaba los ataques de Ham¨¢s ni afirmaba el derecho de Israel a la autodefensa. Sin embargo, aunque la resoluci¨®n no era perfecta, votar en contra de una tregua cuando ya se hab¨ªa informado de la muerte de m¨¢s de 7.000 palestinos e Israel estaba a punto de lanzar una ofensiva terrestre que corr¨ªa el riesgo de cobrarse decenas de miles de vidas m¨¢s es mucho peor. El secretario general de la ONU, Ant¨®nio Guterres, lo expres¨® con crudeza al afirmar que ¡°este es un momento de la verdad¡± que ser¨¢ juzgado por la historia. Mientras que Europa y Occidente permanecieron unidos y del lado de los derechos y la ley en Ucrania, se dividieron pat¨¦ticamente por tres en Oriente Pr¨®ximo, cayendo la mayor¨ªa en el lado equivocado de la historia a la luz de la cat¨¢strofe humanitaria que se desarrolla en Gaza.
Este error normativo es tambi¨¦n estrat¨¦gico. La guerra de Ucrania revel¨® que hab¨ªa trabajo por hacer en el sur global. La mayor¨ªa de los pa¨ªses estaban a favor del derecho internacional, mientras que ve¨ªan con escepticismo la grandilocuencia moral de Occidente. Correspond¨ªa a Occidente demostrar que su apoyo a los derechos y la ley en Ucrania no era contingente, sino estructural. De ah¨ª los meses de acercamiento diplom¨¢tico, pol¨ªtico y econ¨®mico a los pa¨ªses del sur global, el m¨¢s reciente de los cuales es el Corredor India-Oriente Pr¨®ximo-Europa lanzado en la cumbre del G-20 en Delhi y vinculado a la iniciativa de la UE Global Gateway.
Ahora, la poca credibilidad que Occidente ten¨ªa en el mundo se ha vaciado. Meses de esfuerzos diplom¨¢ticos, pol¨ªticos y econ¨®micos para adaptarse a un mundo en el que los equilibrios de poder cambian r¨¢pidamente se han esfumado al reconfirmar los pa¨ªses occidentales todos los peores prejuicios contra ellos. Cuando los pa¨ªses occidentales rechazan un alto el fuego, declaran que no hay l¨ªneas rojas para Israel o afirman el derecho de Israel a la autodefensa, a?adiendo solo mansamente que esto debe estar ¡°en consonancia¡± con el derecho internacional, con raz¨®n o sin ella lo que la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo oyen es un mensaje brutal: para Occidente algunas vidas importan m¨¢s que otras.
Algunos pueden argumentar ¡°?y qu¨¦?¡±. Si apoyar incondicionalmente a Israel es lo correcto dado el brutal ataque de Ham¨¢s, entonces ?no deber¨ªa uno mantenerse en la l¨ªnea aunque sea impopular? Sin embargo, este argumento se queda corto tanto por razones ¨¦ticas como pr¨¢cticas. Desde el punto de vista ¨¦tico, asumir que Occidente tiene raz¨®n y el resto del mundo est¨¢ equivocado (o es impl¨ªcitamente antisemita) representa un ejemplo por excelencia de lo que el ex primer ministro franc¨¦s, Dominique de Villepin, denomin¨® en una entrevista reciente ¡°occidentalismo¡±, es decir, un sentimiento de superioridad occidental frente al resto del mundo. Lo que el mundo ve es lo que Guterres se atrevi¨® a decir hace unos d¨ªas, causando un gran revuelo en Israel: que los atentados terroristas del 7 de octubre no se produjeron en el vac¨ªo, sino en el contexto de un conflicto palestino-israel¨ª de 56 a?os, caracterizado por la violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos, la represi¨®n y la desposesi¨®n de los palestinos. Despreciar este contexto como un detalle secundario o una mera tapadera para un burdo antisemitismo es el peor occidentalismo.
Por ¨²ltimo, lo que el resto del mundo parece ver con mucha mayor claridad estrat¨¦gica que nuestro fracturado Occidente es que la respuesta de Israel a los ataques de Ham¨¢s dirigida a erradicar el movimiento como fuerza militar, gubernamental y pol¨ªtica, si bien es cierto que causar¨¢ un sufrimiento humano indescriptible, es poco probable que funcione a largo plazo para proporcionar una mayor seguridad a Israel. Llev¨® muchos meses erradicar al ISIS de Mosul o a Al Qaeda de Faluya, dos organizaciones terroristas sin apenas ra¨ªces en la sociedad. Ham¨¢s no solo es una fuerza militar mucho m¨¢s fuerte, sino que ha gobernado Gaza desde 2007, siendo un movimiento pol¨ªtico desde 1987. Creer que Ham¨¢s puede ser erradicada, a menos que ello implique la matanza de cientos de miles de palestinos y/o el desplazamiento de millones ¡ªliteralmente un genocidio¡ª es dif¨ªcil de imaginar. Israel ya ha intentado antes la v¨ªa de la destrucci¨®n gratuita, siendo la erradicaci¨®n de la OLP del L¨ªbano y las consiguientes masacres de Sabra y Chatila en la d¨¦cada de 1980 los ejemplos m¨¢s atroces. Entonces, como ahora, el resultado fue solo una cuesti¨®n palestina m¨¢s gangrenada y, en consecuencia, un Israel m¨¢s inseguro.
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