Un ¡®pissarro¡¯ robado por los nazis
La justicia reconoce al Thyssen la propiedad del cuadro reclamado por sus primeros propietarios pero no resuelve el dilema de si un museo estatal debe exponer una obra procedente del expolio
Un tribunal de apelaciones de California decret¨® esta semana que Rue Saint-Honor¨¦ por la tarde. Efecto de lluvia, un cuadro de 1897 del pintor impresionista Camille Pissarro, pertenece leg¨ªtimamente a la colecci¨®n Thyssen y, por lo tanto, al Estado espa?ol. No se trata, sin embargo, de un caso cerrado. No solo porque la familia Cassirer ¡ªprimera propietaria de la obra y obligada a malvenderla para huir del nazismo en 1939¡ª ha mostrado su intenci¨®n de recurrir, sino porque las victorias jur¨ªdicas en un caso tan complejo no pueden ocultar el problema que plantea la exhibici¨®n de ese cuadro en un museo estatal.
Este largo proceso comenz¨® en 2000, cuando Claude Cassirer, nieto y ¨²nico heredero de Lilly Cassirer Neubauer, descubri¨® que pertenec¨ªa a la colecci¨®n Thyssen. Inici¨® entonces un recorrido legal, que ha pasado por el Supremo de Estados Unidos, para recuperar el lienzo. Finalmente, un tribunal ha decretado que se debe aplicar la ley espa?ola, que determina que la obra pertenece al Thyssen, y no la californiana, que hubiese obligado a devolverlo.
Pero un contundente voto particular de una jueza ha dejado claro que se trata de un caso que va m¨¢s all¨¢ del Derecho. La magistrada Consuelo Callahan escribi¨® que Espa?a, tras reafirmar su compromiso con los Principios de Washington sobre el arte confiscado por los nazis al sumarse en 2009 a la Declaraci¨®n de Terezin sobre los Bienes de la ?poca del Holocausto, ¡°deber¨ªa haber renunciado voluntariamente al cuadro¡±. La jueza se dirige a Espa?a porque el pissarro es propiedad del Estado desde 1993 y se expone en un museo nacional.
M¨¢s all¨¢ de la victoria jur¨ªdica, los argumentos del Thyssen, que ha contado con el apoyo de la Abogac¨ªa del Estado durante este largo y costoso litigio, son poderosos: el bar¨®n Heinrich von Thyssen-Bornemisza compr¨® la obra ¡°de buena fe¡± en 1976 por 360.000 d¨®lares a una galer¨ªa neoyorquina y los Cassirer fueron compensados por Alemania en 1958 por un precio que consideraron justo, aunque, seg¨²n recoge una sentencia previa a la de esta semana, el ¨®leo se encontraba entonces en paradero desconocido y el acuerdo no supon¨ªa la renuncia a reclamar la restituci¨®n de la obra si reaparec¨ªa.
La pregunta inc¨®moda sigue, sin embargo, ah¨ª: ?debe Espa?a exhibir en un museo estatal un cuadro cuya propietaria fue una jud¨ªa v¨ªctima de los nazis que tuvo que venderlo de mala manera para no acabar deportada? La respuesta a esta cuesti¨®n no puede ce?irse solo a ley, sino a los principios morales por los que se rige un mundo hoy mucho m¨¢s sensible a esa cuesti¨®n que cuando empez¨® el proceso. La presencia de ese lienzo en la colecci¨®n Thyssen plantea un problema que ninguna sentencia puede cerrar: un cuadro saqueado por los nazis nunca dejar¨¢ de serlo.
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