Valiente mundo real
Las distop¨ªas que narran los cl¨¢sicos de Orwell y Huxley o la m¨¢s reciente ¡®Prophet Song¡¯ pueden convertirse en historias cotidianas. No es un simple temor, sino algo que est¨¢ ocurriendo
Tomamos a las novelas dist¨®picas cual grandes par¨¢bolas de las sociedades tal como tememos que puedan llegar a ser, sometidas al dominio del Estado totalitario que se convierte en una m¨¢quina de control de las relaciones privadas, y aun de las conciencias.
Nuestro referente dist¨®pico m¨¢s com¨²n es 1984, de George Orwell, donde la dictadura consigue la perfecci¨®n de sus instrumentos de dominio, y el Gran Hermano, omnipresente l¨ªder supremo de Ocean¨ªa, nos vigila desde las pantallas. Se trata de un poder absoluto creador de una nueva realidad que puede ser borrada y vuelta a escribir de acuerdo a las necesidades de la ideolog¨ªa oficial.
La felicidad es impuesta a la fuerza bajo un molde uniforme de conducta. Es lo que nos ense?a una novela anterior a la de Orwell, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, el valiente mundo nuevo que Miranda ofrece en La tempestad, de Shakespeare, bellas criaturas, bella humanidad. En este mundo nuevo reinan la paz y el bienestar, pero los seres humanos son fabricados en laboratorios, y la educaci¨®n se imparte por medio de consignas que se repiten hasta quedar fijadas en la memoria.
O El cuento de la criada, de Margaret Atwood, que ocurre en un futuro incierto en Gilead, antes Estados Unidos, donde una secta de fan¨¢ticos fundamentalistas impone un r¨¦gimen teocr¨¢tico de corte policiaco. Las mujeres solamente son ¨²tiles para parir hijos, bajo la amenaza de la ejecuci¨®n, o el destierro.
Las sociedades que estas novelas describen, sometidas por tiran¨ªas totales que buscan destruir al individuo anulando sus libertades, son distop¨ªas que no se quedan en la imposibilidad de la ficci¨®n. Lejos de funcionar solo como par¨¢bolas de lo que rechazamos como futuro sistema de vida, fueron posibles en el siglo pasado, el siglo de los grandes modelos totalitarios, y lo siguen siendo en el siglo XXI, cuando se multiplican las amenazas contra la democracia, aun all¨ª donde m¨¢s firmes sus instituciones nos parecen.
Los totalitarismos arquet¨ªpicos del siglo XX, tal como los describe Frank Dik?tter en su libro Dictadores, podemos verlos como distop¨ªas reales: se basaron en un partido ¨²nico, y para funcionar como m¨¢quinas implacables de poder dependieron de un l¨ªder supremo e infalible, su figura omnipresente cultivada con esmero y constancia; desde aquellos que surgieron en pa¨ªses donde las democracias liberales se hallaban en estado de deterioro, Hitler o Mussolini, hasta los que fueron el fruto de cataclismos revolucionarios y guerras, como Stalin y Mao Zedong, rodeados todos de un aura mitol¨®gica.
En las distop¨ªas imaginadas, y en las reales, el l¨ªder ¨²nico pasa a tener una imagen omnipresente en la vida de los ciudadanos, y su imagen llega a ser deificada a trav¨¦s de los aparatos de propaganda que se empe?an en mantener vivo eso que en la mercadotecnia totalitaria se ha llamado el culto a la personalidad.
Quiz¨¢s ninguna otra novela dist¨®pica reciente nos acerque mejor a la realidad actual, y nos coloque en el terreno de lo ya visto y vivido, que Prophet Song, de Paul Lynch, ganadora del premio Booker en Inglaterra el a?o pasado.
No ocurre en ninguna ¨¦poca lejana, ni en un pa¨ªs mitol¨®gico, sino en la Irlanda real, en tiempo presente. Un partido de corte totalitario llega al poder, decreta la suspensi¨®n de garant¨ªas, y bajo el estado de excepci¨®n desata una ola represiva que lleva a opositores y disidentes a las c¨¢rceles, reprime a balazos las manifestaciones, siembra el terror en los hogares, se multiplican las desapariciones; se crea entonces un estado de rebeld¨ªa, y se desata la guerra civil.
Es una novela de impecable factura, escrita en tonos sombr¨ªos y que no descuida nunca la tensi¨®n, que crece a medida que progresamos en conocer la suerte del personaje central, Eilish Stack, una madre de familia que ve c¨®mo su mundo es destruido bajo el peso de la implacable persecuci¨®n pol¨ªtica que ejecuta la polic¨ªa secreta, la prisi¨®n de su marido Larry, el bombardeo de su casa, la muerte de sus hijos, la huida a trav¨¦s de la frontera con el Reino Unido junto con miles de otros que emigran en busca de refugio, en manos de bandas de traficantes de personas.
Todo parece inaudito porque ocurre en un pa¨ªs donde hasta el d¨ªa anterior funcionaban las reglas democr¨¢ticas, las garant¨ªas constitucionales, los tribunales de justicia, los medios de comunicaci¨®n independiente, todos esos factores de la vida cotidiana que se dan por sentados. ?Pero qu¨¦ si de pronto aparece un nuevo Gobierno que niega todo eso? Ha habido un golpe de Estado, o peor, ese Gobierno ha sido elegido libremente por los propios ciudadanos.
La distop¨ªa, lo estamos viendo, se nos puede volver una historia cotidiana. No es solo que tememos que pueda llegar a ocurrir. Ha ocurrido, est¨¢ ocurriendo. Es la distop¨ªa posible, la distop¨ªa real. La distop¨ªa que tenemos a las puertas. Es el ¨¢ngel con la espada llameante que te expulsa del para¨ªso democr¨¢tico.
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