Protestar no es un crimen, se llama democracia por el clima
Los actos de desobediencia civil implican incumplir una norma de forma premeditada con el objetivo de generar conciencia, expresar disconformidad social o pol¨ªtica o impulsar cambios en la legislaci¨®n
Tras d¨¦cadas de renuncias y cesiones a los lobbies del petr¨®leo, del gas y del carb¨®n, numerosas personas j¨®venes ¡ª?y a veces no tan j¨®venes!¡ª est¨¢n viendo c¨®mo nuestro futuro ha sido hipotecado. ?C¨®mo sorprenderse ahora de que utilicen cuantos medios no violentos est¨¢n a su alcance para hacerse o¨ªr y defender nuestra casa com¨²n, el planeta Tierra? ?C¨®mo ignorar las alarmas de las cient¨ªficas y los cient¨ªficos que desde 2022 llaman p¨²blicamente a la desobediencia civil al ver la inacci¨®n de los gobiernos, a pesar de las muchas evidencias recogidas en sus informes?
?Y c¨®mo tolerar ahora que se criminalice a las personas y a los colectivos que defienden la vida de las generaciones futuras de manera pac¨ªfica y democr¨¢tica?
En el informe que acaba de publicar el relator especial de la ONU sobre los defensores ambientales en el marco del Convenio de Aarhus, Michel Forst, se denuncia la represi¨®n de las protestas ambientales en toda Europa y se se?alan una veintena de casos en Espa?a. El informe asegura que representan una grave regresi¨®n democr¨¢tica y solicita a todos los Estados ¡°cesar inmediatamente el uso de medidas dise?adas para la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado contra los defensores del medioambiente¡±.
Somos creadores, escritores, cient¨ªficos y activistas de todo el mundo y sumamos nuestras voces para alertar a la ciudadan¨ªa en Espa?a y en Europa de que no es un crimen utilizar la desobediencia civil pac¨ªfica contra una inacci¨®n clim¨¢tica que amenaza a toda la humanidad. Es m¨¢s, constituye un derecho civil reconocido por la ONU y es un compromiso c¨ªvico vital con la democracia por el clima que necesitamos construir.
La comunidad cient¨ªfica nos avisa de que 2023 ha sido el a?o m¨¢s c¨¢lido desde que se tienen registros y confirma la tendencia para 2024, con un incremento de la temperatura global media que se acerca peligrosamente a los 1,5 grados cent¨ªgrados fijados como l¨ªmite en el Acuerdo de Par¨ªs. La sequ¨ªa en Espa?a ya figura entre los diez desastres clim¨¢ticos m¨¢s costosos del a?o en todo el mundo. Esta es la cruda realidad: desde el Acuerdo de Par¨ªs en 2015, los Estados europeos no han desarrollado ni aplicado pol¨ªticas de reducci¨®n de emisiones capaces de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados como recomienda la ciencia; tampoco asumen su responsabilidad respecto a las emisiones hist¨®ricas e incluso hemos llegado este a?o a un nuevo r¨¦cord de emisiones del sector f¨®sil.
Con sus acciones de desobediencia civil pac¨ªfica, el activismo clim¨¢tico no solo pone de manifiesto la falta de coraje pol¨ªtico de nuestros gobernantes: tambi¨¦n denuncia las actividades letales de las multinacionales que m¨¢s contaminan, responsables directas de lo que el economista David Lizoain llama un ¡°crimen clim¨¢tico¡± a gran escala.
En Espa?a, la investigaci¨®n policial contra 25 personas, acusadas de pertenencia a una ¡°organizaci¨®n criminal¡± por haber participado en acciones de Futuro Vegetal, as¨ª como el futuro juicio a otras 15 del grupo Rebeli¨®n Cient¨ªfica y Rebeli¨®n o Extinci¨®n por su protesta en las escalinatas del Congreso de los Diputados en abril de 2022, evidencian una alarmante criminalizaci¨®n de la desobediencia civil pac¨ªfica, con penas requeridas de 21 meses de c¨¢rcel. Especialmente preocupante resulta la inclusi¨®n por parte de la Fiscal¨ªa General de estos tres grupos de activismo clim¨¢tico en el apartado de ¡°terrorismo nacional¡± de su ¨²ltima Memoria Anual, que persiste pese a que este organismo afirm¨® que no volver¨ªa a incluirlos en este ep¨ªgrafe. Amenazar y silenciar a las y los activistas parece as¨ª una nueva forma de negativa antidemocr¨¢tica a actuar sobre el clima, especialmente cuando un 84% de los ciudadanos europeos considera que si no reducimos dr¨¢sticamente nuestro consumo, llegaremos a una cat¨¢strofe sin precedentes y por ello reclaman m¨¢s compromiso clim¨¢tico a sus gobiernos.
Esta criminalizaci¨®n de la lucha ambiental se produce en toda Europa, hasta el punto de que la comisaria europea Dunja Mijatovic ha expresado hace poco su extrema preocupaci¨®n a todos los gobiernos actuales de la UE por las formas autoritarias que aplican a las protestas clim¨¢ticas: ¡°La manifestaci¨®n pac¨ªfica, cualquiera que sea su forma o ¨¢mbito de expresi¨®n, no es ni debe ser nunca equiparada a la actividad ilegal y al terrorismo en particular¡±.
Los actos de desobediencia civil implican incumplir una norma de forma premeditada con el objetivo de generar conciencia, expresar disconformidad social o pol¨ªtica o impulsar cambios en la legislaci¨®n, como cuando la activista afroamericana de Estados Unidos Rosa Parks desobedeci¨® y se sent¨® en un autob¨²s en un asiento reservado para blancos, una acci¨®n por la que fue detenida. El Comit¨¦ de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha reconocido que las acciones de desobediencia civil, siempre que sean pac¨ªficas, est¨¢n protegidas por el derecho a la libertad de expresi¨®n. Esto significa, como explica la Comisi¨®n de Venecia del Consejo de Europa, que si quienes participan en actos de desobediencia civil enfrentan sanciones penales, estas deber¨¢n ser siempre proporcionadas. Aplicar cargos penales excesivos en contra de las acciones de desobediencia civil para la defensa del medioambiente genera un efecto desmovilizador y limita voluntariamente el ejercicio del derecho humano a la libertad de expresi¨®n.
Las acciones de protesta realizadas en lugares tan simb¨®licos como el Congreso de los Diputados o como cortar la M-30 han sido alertas llamativas, simb¨®licas y voluntariamente estridentes para exigir directamente a los dirigentes pol¨ªticos y econ¨®micos que se comprometan con las medidas de transformaci¨®n formuladas en los informes cient¨ªficos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC). Tambi¨¦n reclaman una participaci¨®n amplia, permanente y vinculante de toda la sociedad civil en la acci¨®n clim¨¢tica que garantice el pleno cumplimiento del Convenio de Aarhus. Sumando a numerosas organizaciones, la protesta clim¨¢tica se organiza para pedir y construir nuevos mecanismos democr¨¢ticos, tales como las Asambleas Ciudadanas por el Clima, que integran de manera permanente y vinculante a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n espa?ola, ya altamente concienciada de la extrema gravedad de la crisis ambiental.
Sean cuales sean las cr¨ªticas de sus detractores, las acciones encabezadas por los grupos Rebeli¨®n Cient¨ªfica, Rebeli¨®n o Extinci¨®n y Futuro Vegetal, tanto como las que llevan d¨¦cadas empleando organizaciones como Greenpeace por todo el mundo, son en todo caso no violentas y comparten la misma finalidad: mostrar que frente a la extrema emergencia clim¨¢tica, al colapso de los ecosistemas, nuestras democracias no pueden seguir fracasando colectivamente.
Todas estas protestas dan fe del compromiso por la vida de una generaci¨®n que no quiere quedarse de brazos cruzados mientras nuestro futuro, seg¨²n la ONU, est¨¢ al borde del colapso y mientras en Europa conviven, por un lado, discursos que buscan retrasar las medidas necesarias, priorizando la econom¨ªa al cuidado del medioambiente, y por otro, un negacionismo clim¨¢tico, que amenaza directamente la agenda de transici¨®n ecol¨®gica. Por muy inc¨®modo que resulte, no es un crimen decir esta verdad cient¨ªfica y pedir a todos los responsables que act¨²en ahora para construir una renovada democracia ambiental, capaz de hacer frente a esta terrible realidad.
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