Hablemos de la guerra
Los europeos tienen ante s¨ª el reto urgente de responsabilizarse colectivamente de su seguridad y de su defensa antes que sea demasiado tarde
No hay forma de acostumbrarse. La ¨¦poca es otra, pero los contempor¨¢neos somos los mismos, con los mismos h¨¢bitos y los mismos miedos. La guerra est¨¢ ah¨ª, a unos pocos miles de kil¨®metros, como en los viejos tiempos europeos, pero no sabemos escoger bien las palabras para hablar de ella. Su amenaza no parece precisamente muy abstracta, al contrario de lo que explica Pedro S¨¢nchez cuando se re¨²ne con otros gobernantes europeos. Y es m¨¢s acuciante cuanto m¨¢s cerca la tiene quien habla de ella. En Polonia, por ejemplo, como le sucede a Donald Tusk, que rechaz¨® las demandas del presidente espa?ol de evitar la utilizaci¨®n de la palabra maldita.
Al parecer, no hay que asustar a la gente, ni favorecer un clima belicista. Pero a la vez hay que prepararse por si las cosas empeoran. Es decir, para la guerra. Lo est¨¢n haciendo casi todos los gobiernos europeos, cada uno a su aire a la hora de explicar los preparativos. Sin que se note mucho, para evitar problemas con los socios parlamentarios y de coalici¨®n, como hace S¨¢nchez. O subrayando e incluso exagerando, como Emmanuel Macron, para reivindicar as¨ª el papel de Francia como potencia nuclear con derecho de veto en el Consejo de Seguridad, marcar la diferencia con la prudent¨ªsima Alemania de Olaf Scholz y dejar fuera de juego a la ultraderecha putinista.
Quiz¨¢s no ser¨¢ una amenaza concreta, pero las rep¨²blicas b¨¢lticas, Finlandia, Suecia y naturalmente Polonia no tienen duda alguna y por eso se preparan para defenderse. Todos estos pa¨ªses superan el 2% en gasto de defensa exigido por la OTAN. Cuanto m¨¢s concreta y pr¨®xima la amenaza, mayor gasto, y m¨¢s peque?a cuanto m¨¢s abstracta y lejana, como es el caso de Espa?a, solo superada en desatenci¨®n por B¨¦lgica y Luxemburgo.
De momento, los europeos revuelven los arsenales para encontrar la munici¨®n que Ucrania necesita si no quiere verse obligada a retroceder ante los rusos, no por falta de soldados ni de valor, sino de balas. Si esto sucede y luego en noviembre Trump gana las elecciones, todo estar¨¢ preparado para una dr¨¢stica resoluci¨®n del problema en 24 horas, tal como promete el candidato republicano. De una tacada, Putin tendr¨¢ a tiro dos p¨¢jaros, Ucrania y la OTAN. Y, una vez cobrados, quedar¨¢ rectificada la mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo XX que tal cosa fue, seg¨²n su parecer, el hundimiento del imperio sovi¨¦tico.
El tiempo de la pol¨ªtica es lento comparado con el tiempo de la guerra, perturbado siempre por el azar. Gane o pierda Trump en las elecciones presidenciales, los europeos tienen ante s¨ª el reto urgente de responsabilizarse colectivamente de su seguridad y de su defensa antes de que sea demasiado tarde. Lo pidi¨® Angela Merkel cuando Trump se convirti¨® en presidente y ya hemos visto el caso que se le hizo. Las dimensiones del cambio que se necesita no caben en el miedo a las palabras. ?O no habr¨¢ que hablar de la guerra en el debate de las pr¨®ximas elecciones europeas?
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