Por primera vez Brasil no se reconoce mayoritariamente como un pa¨ªs de blancos
El dato, revelado por el Instituto Brasile?o de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica, es consecuencia de las luchas contra el racismo, que han acabado dando fruto: Brasil ya no esconde sus ra¨ªces
La novedad de Brasil para el nuevo a?o que est¨¢ a punto de empezar es que, por primera vez, sus 203 millones de habitantes se declaran como negros o mestizos y no blancos, como en el pasado. Y la noticia no es s¨®lo anecd¨®tica. Encierra una carga pol¨ªtica in¨¦dita, ya que por primera vez, el pa¨ªs ha perdido el prejuicio de ocultar su identidad racial.
Hoy, seg¨²n el resultado que acaba de revelar el IBGE, el Instituto Brasile?o de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica, el 55,5% se han declarado no blancos, que en el pa¨ªs significaba ser de ascendencia europea y no africana o ind¨ªgena. La mayor¨ªa que hasta ahora se declaraba blanca implicaba que, al mismo tiempo, eran alfabetizada y cat¨®lica.
EL IBGE, que cada 10 a?os traza una radiograf¨ªa exhaustiva de sus ciudadanos con miles de entrevistadores que recorren casa por casa para conocer vida y milagros de sus habitantes, en esta ocasi¨®n ha sorprendido a la misma opini¨®n p¨²blica, ya que por primera vez los descendientes de no europeos no han escondido sus or¨ªgenes como ocurr¨ªa en el pasado.
Como ha escrito la columnista de econom¨ªa del diario O Globo Miriam Leitao, que fue torturada muy joven durante la dictadura militar, la novedad de este a?o es que se trata de algo m¨¢s que de una simple estad¨ªstica. ¡°Es el momento¡±, escribe, ¡°en el que los n¨²meros revelan que el pa¨ªs se ha aleja de la negaci¨®n¡±.
Seg¨²n los analistas, la revelaci¨®n es consecuencia de las luchas contra el racismo, a veces abiertas y otras silenciosas, que han acabado dando fruto: Brasil ya no esconde sus ra¨ªces. Ello revela tambi¨¦n el resultado positivo de las luchas a veces abiertas, otras escondidas, llevadas a cabo los ¨²ltimos 10 a?os en la lucha contra la discriminaci¨®n racial por el color de la piel y los or¨ªgenes de las personas.
La revelaci¨®n del IBGE con su radiograf¨ªa de la d¨¦cada, a la que habr¨ªa que quitarles los cuatro a?os del bolsonarismo abiertamente racista, es que el pa¨ªs va tomando conciencia de que m¨¢s que el color de la piel y las diferencias ¨¦tnicas lo que cuenta es la dignidad de la persona.
La noticia de que la mayor¨ªa de los brasile?os, ya no blancos, han dejado de ocultar sus or¨ªgenes y que ello ha sido fruto de las dif¨ªciles y a veces peligrosas luchas contra el racismo, deber¨¢ hacer reflexionar al nuevo Gobierno progresista de Lula para intensificar, con hechos concretos, una pol¨ªtica fuertemente antirracista.
Si en el pasado no ser blanco era identificado con analfabetismo y pobreza, cuando no miseria, hoy es necesario que esa mayor¨ªa de ciudadanos que ya no se averg¨¹enzan de esconder sus ra¨ªces, participen plena y abiertamente a las estructuras del poder intensificando su presencia en los puestos claves del poder, desde el Gobierno a la magistratura.
Ahora es m¨¢s acuciante que antes, si cabe, que los no blancos puedan tener las mismas oportunidades de compartir el poder, tener candidatos a las elecciones para que, como ha escrito alguien en las redes sociales, el Congreso pueda ¡°oscurecer su cara¡±, ya que hasta ahora ha sido siempre blanco en su mayor¨ªa absoluta.
No cabe duda que la pol¨ªtica inaugurada por Lula en sus dos primeros Gobiernos, creando, por ejemplo, las cuotas gratuitas de negros en las universidades, ha sido uno de los motivos de esa toma de conciencia de los no blancos ya que ha creado una nueva ¨¦lite intelectual de ascendientes de esclavos africanos que est¨¢n luchando contra la at¨¢vica discriminaci¨®n que siempre ha atenazado a este pa¨ªs.
La demostraci¨®n de que ha crecido en el pa¨ªs la conciencia de que ni el color de la piel, ni los or¨ªgenes ¨¦tnicos importan para medir la dignidad de las personas es que Lula en este su tercer mandato se est¨¢ viendo acuciado por la opini¨®n p¨²blica ante su resistencia, por ejemplo, de colocar en el Supremo a una mujer negra.
Es normal e importante al mismo tiempo, la noticia de que, por primera vez, desde los tiempos de la esclavitud, los brasile?os hayan perdido el miedo de declarar sus or¨ªgenes para que puedan empezar a reconocer a la luz del sol, que hab¨ªan sido hasta ahora v¨ªctimas de prejuicios que les arrastraba a esconder, por verg¨¹enza, sus verdadera identidad.
Todo ello va, seguramente, a servir para que esa mayor¨ªa que no se reconoce blanca busque y valorice con mayor ah¨ªnco su verdadera identidad tan rica culturalmente. Ello llevar¨¢, sin duda, no s¨®lo a intensificar la lucha antirracista sino tambi¨¦n a recobrar el perdido orgullo de sus or¨ªgenes, lo que podr¨¢ desembocar en una mejor convivencia nacional.
Los brasile?os blancos de ra¨ªz europea que en Brasil pertenecen a 90 pa¨ªses y que hasta ayer se consideraban de alguna forma superiores a los de origen africana o ind¨ªgena ahora podr¨¢n abrir un di¨¢logo y una convivencia mejores con la poblaci¨®n negra y mestiza. Ello porque la mayor¨ªa de no blancos ha empezado a despojarse de su at¨¢vico complejo de inferioridad y hasta se siente orgullosa, y no lo oculta, de ser, simplemente, lo que siempre fue, rica en cultura y hasta en religi¨®n.
Lo cierto es que una de las mayores riquezas de Brasil, aunque no siempre fue reconocida, es ese mestizaje de culturas, tan estudiado por los soci¨®logos. Un mestizaje que, si es verdad que produjo la maldici¨®n de un racismo destructivo, tambi¨¦n lo es que regal¨® a este pedazo de las Am¨¦ricas una riqueza especial incluso de belleza natural.
Recuerdo que, con ocasi¨®n del viaje que en 1980 hice con el papa Juan Pablo II aqu¨ª a Brasil como enviado especial de EL PA?S, una de las cosas que me hizo gracia al visitar Bah¨ªa fue que me dijeron que all¨ª estaban las mujeres m¨¢s bellas del mundo: las que eran una mezcla de negros, blancos e ind¨ªgenas.
Hoy la mayor belleza no s¨®lo f¨ªsica sino pol¨ªtica y social de Brasil es ese reconocimiento, a la luz del sol, de su verdadera identidad. Es como la sensaci¨®n de haberse librado del peso que les oprimi¨® hasta aqu¨ª y que tantas l¨¢grimas, dolor y humillaci¨®n les cost¨® a ellos y a sus predecesores.
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