El toxoplasma y ¡®The Last of Us¡¯
Los cient¨ªficos han encontrado una forma de utilizar a nuestro favor la capacidad del protozoo para infectar el cerebro
La excusa argumental de The Last of Us, la serie superventas de HBO, es que un hongo llamado Cordyceps, que normalmente infecta a insectos, se puede ir adaptando al cambio clim¨¢tico hasta habituarse a la sangre caliente de los humanos. Como el hongo cambia el comportamiento de los insectos contagiados, lo mismo ocurrir¨¢ con las personas, razonan los guionistas, y de ah¨ª que se conviertan en una especie de zombis chupasangres con unas caretas fantas¨ªa que han hipnotizado a decenas de millones de espectadores. No estoy destripando nada, pues todo eso se cuenta en los primeros dos minutos del episodio piloto. El resto es un videojuego de matar marcianos m¨¢s bien convencional, aunque muy bien hecho.
No s¨¦ por qu¨¦ los guionistas eligieron al hongo Cordyceps en vez de al protozoo Toxoplasma gondii. Todas las embarazadas han o¨ªdo hablar del toxoplasma, aunque solo sea porque les impide comer jam¨®n durante nueve meses. A diferencia de Cordyceps, el toxoplasma no tiene que esperar a que el cambio clim¨¢tico le haga el trabajo evolutivo, porque ya es un par¨¢sito humano de enorme ¨¦xito. Una tercera parte de la poblaci¨®n humana tiene anticuerpos contra el toxoplasma, lo que demuestra que padecen o han padecido la infecci¨®n con el par¨¢sito. Y su efecto sobre el comportamiento de los mam¨ªferos es mucho m¨¢s que una especulaci¨®n salvaje.
El toxoplasma se suele contraer por comer carne poco o nada hecha (incluido el jam¨®n) o por contacto con heces de gato, y se puede trasmitir al feto durante el embarazo. Los fetos y los beb¨¦s son justo los que peor llevan la infecci¨®n, pues su sistema inmune est¨¢ inmaduro, y hay riesgo de abortos espont¨¢neos y de malformaciones cong¨¦nitas. Hay pocas dudas de que el toxoplasma es capaz de infectar el cerebro, pues en los casos graves provoca irregularidades en el tejido neural, hidrocefalia, problemas cognitivos, deficiencias de coordinaci¨®n motriz, cambios en el estado de alerta, convulsiones y confusi¨®n. Pero lo m¨¢s curioso de todo es lo que les hace a las ratas.
Las ratas tienen una aversi¨®n natural al olor del pis de gato. Yo tambi¨¦n la tengo, por cierto, pero las ratas tienen una raz¨®n mucho m¨¢s poderosa que yo. Cuanto m¨¢s alejadas est¨¦n de un tipo que se las puede comer, m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ que lleguen a la edad de jubilaci¨®n. Las ratas infectadas con toxoplasma, sin embargo, muestran una aversi¨®n reducida al pis de gato, casi una atracci¨®n por ¨¦l, un cambio de comportamiento que empeora dr¨¢sticamente sus opciones de supervivencia, y que le viene de perlas al gato.
O eso cree ¨¦l, porque al comerse esa rata se ha infectado con el toxoplasma, y los felinos son el hu¨¦sped ¨®ptimo para este par¨¢sito, el que les permite desarrollarse y reproducirse como si no hubiera un ma?ana. El toxoplasma utiliza una estrategia evolutiva bien sofisticada, ?no es cierto? Los mecanismos de esta magia aparente son epigen¨¦ticos y empiezan a aclararse. Se conocen en la literatura cient¨ªfica como ¡°atracci¨®n fatal¡±, porque en efecto implican a los sistemas neuronales de la atracci¨®n sexual, aunque al servicio de la orina en este caso.
Mientras se aclaran los efectos cerebrales del toxoplasma en los humanos, los cient¨ªficos han encontrado una forma de utilizar a nuestro favor su capacidad para infectar el cerebro. Eso requiere atravesar la llamada barrera hematoencef¨¢lica, una capa de c¨¦lulas que revisten el interior de las arterias cerebrales y que solo deja pasar al tejido neural agua, gases, glucosa y amino¨¢cidos. Esta barrera es un problema formidable para el desarrollo de medicamentos neurol¨®gicos, pero combinando esos f¨¢rmacos con un toxoplasma manipulado se los puede trasportar del intestino al cerebro de manera muy eficaz, al menos en ratones. Es una forma brillante de aprovechar la evoluci¨®n para la innovaci¨®n. Ojal¨¢ lea esto alg¨²n guionista.
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