El fracaso del Nuevo Frente Popular
El planteamiento de la coalici¨®n francesa traiciona a los frentes populares originales, que sab¨ªan que hasta el fascismo de verdad era un enemigo secundario respecto al capitalismo
Vivimos tiempos melanc¨®licos, de una izquierda que no concibe nada m¨¢s all¨¢ de las ideas liberales de mayo del 68, la deconstrucci¨®n posmoderna de los ochenta y la pol¨ªtica de identidades de fin de siglo, que por ah¨ª llaman woke. Cuando quieren inventar algo, como mucho copian de los a?os treinta el New Deal, a?adiendo Green para pintarlo de verde eco, o el Frente Popular, poni¨¦ndole el prefijo Nuevo (NFP).
Suelen preferir conceptos hist¨®ricamente fallidos, quiz¨¢ por alguna adicci¨®n al fracaso, como aquel New Deal que no logr¨® gran cosa antes de la guerra, o los frentes populares que en Espa?a, Chile o la misma Francia fueron aplastados por el fascismo. Aplastados pero ¨¦picos y tr¨¢gicos; ya es mucho m¨¢s que este NFP, que repite la historia como farsa. El Frente Popular de los a?os treinta ten¨ªa como enemigo interior al pistolerismo fascista y grupos como Action Fran?aise, que intentaban tomar el poder, adem¨¢s del enemigo externo nazi-alem¨¢n que amenazaba la integridad de Francia. Hoy, en el pa¨ªs galo quien se dedica al pistolerismo son las bandas criminales, quien abusa de la democracia es la tecnocracia de Macron y quien tiene Francia ocupada, para horror de De Gaulle, es el eje Bruselas-Washington.
La izquierda nost¨¢lgica, falta de victorias reales actuales, a?ora las viejas glorias del antifascismo y fantasea con que el Reagrupamiento Nacional de Le Pen es el neofascismo, en lugar de una derecha tibiamente nacionalpopulista. Sobredimensiona a un enemigo y, como contrapartida, infravalora al otro, Macron, que comparado con la diabolizada Le Pen le parece un socio con quien pactar, compartir estrategia electoral y aspirar a gobernar. El planteamiento traiciona a los frentes populares originales, que sab¨ªan que hasta el fascismo de verdad (no Le Pen) era un enemigo secundario respecto al capitalismo, e incluso que combatir al primero no hac¨ªa preferible al segundo, como comentaba Trotski.
Adem¨¢s de una traici¨®n, estamos ante una estrategia fallida de ¡°alertas antifascistas¡± y ¡±cordones sanitarios¡± que fracasa en Italia, vence precariamente en Espa?a y p¨ªrricamente en Francia, donde se ha sometido a la izquierda a un proceso homeop¨¢tico de sucesivas disoluciones. Antes de las elecciones, el NFP margin¨® a los sectores de izquierda m¨¢s transformadores en lo econ¨®mico y disidentes en pol¨ªtica exterior, en aras de facilitar la convivencia interna con socioliberales, verdes y peque?a progres¨ªa. Durante las elecciones, propusieron un frente republicano en alianza con los de Macron, sustituyendo el m¨¢s m¨ªnimo horizonte reformista por conservar contra el lepenismo algo llamado ¡°la rep¨²blica¡±. ¡°Rep¨²blica¡± para Macron significa el poder del capitalismo financiero, protegido contra el capitalismo dom¨¦stico de peque?os terratenientes y burgues¨ªa nacional que representa Le Pen. La izquierda alucinada se imagina que esa ¡°rep¨²blica¡± es, en realidad, la democracia de libert¨¦, egalit¨¦, fraternit¨¦, que deben defender de la reencarnaci¨®n de P¨¦tain. As¨ª, se someten a Macron en un acto que para el loco es heroico y para el cuerdo, suicida. Despu¨¦s de las elecciones, algunos progres como Glucksmann proponen un frente europeo que legitima que Los Republicanos (el PP de all¨ª) acaben colocando a un primer ministro suyo, Michel Barnier. Y en el NFP pretenden zanjar su fracaso con la conclusi¨®n de que ¡°al final, el capitalismo siempre prefiere a los fascistas¡±, cuando m¨¢s bien la progres¨ªa ha preferido cargar contra gigantes y luego culpar al mago Frest¨®n cuando los apalea el molino.
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