Un concierto econ¨®mico solidario¡­ o no

A la inmensa mayor¨ªa de los que nos dedicamos al estudio de la financiaci¨®n auton¨®mica desde hace d¨¦cadas, el pacto entre ERC y el PSC nos ha descolocado. Hasta el 30 de julio, nuestro quehacer se centraba en pensar en la reforma del modelo actual, en revisar piezas para resolver problemas y en seguir avanzando en la construcci¨®n de una arquitectura financiera de tipo federal, como se ha venido haciendo desde los a?os ochenta. Este enfoque gradualista era el del Libro Blanco para la reforma de la financiaci¨®n auton¨®mica de 2017 y ha sido el de la mayor¨ªa de las discusiones t¨¦cnicas desde entonces. Nuestras fuentes de inspiraci¨®n eran la literatura acad¨¦mica sobre el federalismo fiscal y la pr¨¢ctica de pa¨ªses como Canad¨¢, Suiza, Alemania, Estados Unidos o Australia. El acuerdo nos sit¨²a en otra dimensi¨®n, nos traslada a un mundo ex¨®tico como es el sistema foral, extra?o para quienes nos observan desde fuera.

Aunque me hallo entre los que alaban la Transici¨®n y la habilidad y enorme capacidad de los redactores de la Constituci¨®n, la inclusi¨®n del r¨¦gimen foral fue un error. Un error comprensible, por el contexto de violencia en el Pa¨ªs Vasco y porque muy pocos eran capaces de proyectar la enorme importancia que tendr¨ªan las comunidades aut¨®nomas en el futuro y la transformaci¨®n que experimentar¨ªa nuestro sistema tributario y nuestro Estado de bienestar. Pero fue un error, a fin de cuentas. En ning¨²n Estado federal de referencia el Gobierno central renuncia a ejercer su poder tributario en una parte del territorio a cambio de un pago anual. Eso era algo caracter¨ªstico de reinos y se?or¨ªos de otras ¨¦pocas hist¨®ricas.

La foralidad nos ha generado problemas de todo tipo: sentimientos de agravio comparativo por la escasa contribuci¨®n de vascos y navarros a la redistribuci¨®n interterritorial, situaciones de competencia fiscal en el impuesto sobre sociedades que han acabado en tribunales internacionales, fraude tributario por la fragmentaci¨®n de la Administraci¨®n tributaria¡­ Somos muchos los que pensamos que lo m¨¢s razonable ser¨ªa que esto no existiese. Pero somos tambi¨¦n plenamente conscientes de que cambiarlo pasa por una reforma constitucional extraordinariamente compleja. Por eso, desde el pragmatismo, ponemos el foco en lo que se podr¨ªa alterar sin modificar la Constituci¨®n: en calcular bien el cupo y la aportaci¨®n navarra, para que ambas comunidades aportasen a la caja com¨²n lo que les tocar¨ªa dada su elevada capacidad fiscal. La realidad es que, cuando se tiene la llave de la caja, la posici¨®n de la negociaci¨®n se altera radicalmente. Los esca?os en el Congreso de los Diputados de los partidos nacionalistas en esos territorios permiten encontrar siempre el momento oportuno para practicar ajustes y renovar acuerdos.

Es dif¨ªcil de entender que fuerzas no nacionalistas asuman la extensi¨®n de la l¨®gica de los sistemas de concierto a otras partes de Espa?a. Porque el pacto entre ERC y el PSC no deja de ser esto. Cierto que se contempla que ser¨¢ un proceso que durar¨¢ a?os, que existen elementos que faltan por concretar, que se habla de aportaci¨®n a la solidaridad. Pero estamos hablando de un sistema de concierto. Creo que la definici¨®n de ERC es correcta, ¡°concierto econ¨®mico solidario¡±, con un matiz probabil¨ªstico. Porque si extrapolamos la experiencia vasca es altamente probable que la solidaridad se vaya diluyendo cuando la aritm¨¦tica en el Congreso de los Diputados haga que los votos nacionalistas catalanes sean llave para una investidura o unos Presupuestos.

Dej¨¦monos de eufemismos y de t¨¦rminos vagos como el de ¡°financiaci¨®n singular¡±, que puede valer igual para definir el pacto ERC-PSC como para articular una campa?a comercial de autom¨®viles. Cuando hablamos de financiaci¨®n auton¨®mica y descentralizaci¨®n existen un lenguaje t¨¦cnico y un marco conceptual suficientemente desarrollado como para hablar con claridad y precisi¨®n.

Pongamos sobre la mesa los posibles modelos de pa¨ªs para las pr¨®ximas d¨¦cadas. Expliquemos a la gente qu¨¦ significa que la Administraci¨®n central no recaude sobre una parte del territorio y que comience a depender del pago de cuotas, que no contemos con una herramienta b¨¢sica para la redistribuci¨®n y la equidad como es un IRPF en el conjunto del pa¨ªs, lo que puede ocurrir con el control del fraude si fragmentamos la Agencia Tributaria, las implicaciones para la calidad de los servicios p¨²blicos en las distintas partes de Espa?a¡­

Si despu¨¦s de contar todo esto bien, una mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa est¨¢ decidida a seguir por la v¨ªa confederal, que as¨ª sea. Si no es as¨ª, volvamos a la tradici¨®n federalista; a la negociaci¨®n y pacto multilateral; a lograr la coexistencia de dos niveles de gobierno fuertes y con capacidad tributaria propia y autonom¨ªa, en correspondencia a las identidades duales que declara una amplia mayor¨ªa de espa?oles en los estudios demosc¨®picos disponibles, y a la pr¨¢ctica de los pa¨ªses federales de referencia. En definitiva, volvamos al Libro Blanco y sus propuestas, y sigamos avanzando por la senda que comenzamos hace cuatro d¨¦cadas.