?Arte degenerado?
La campa?a reaccionaria para censurar libros en bibliotecas y colegios de EE UU se est¨¢ acelerando. En los ¨²ltimos dos a?os y medio, se han retirado obras en 42 Estados
Hace unos a?os, Nan Goldin me salv¨®. No la conozco, no creo que la conozca jam¨¢s, pero la fot¨®grafa m¨¢s importante de la segunda mitad del siglo XX me sac¨® de un ¨¢nimo muy triste. Recuerdo perfectamente el momento y el lugar: estaba en una exposici¨®n dedicada a ella en el Museo Tamayo de Ciudad de M¨¦xico, y, tras ver varias fotograf¨ªas, me met¨ª en la sala donde se proyectaban sus famosas pel¨ªculas, en las que edita las im¨¢genes con m¨²sica, siguiendo un orden personal, que va cambiando dependiendo de la ¨¦poca. Se sucedieron rostros p¨¢lidos en ba?os, brazos y piernas delgados y j¨®venes en posiciones diversas, sonrisas felices pintadas de carm¨ªn, cigarrillos, tut¨²s rojos, ojeras, y todo aquello que constituye el universo de la autora. Sonaba la voz grave y triste de Marianne Faithfull y, de repente, como si se tratara de una pompa de jab¨®n, mi tristeza se elev¨®, ligera, separada de m¨ª, y desapareci¨®. No hay otra manera de explicar, para m¨ª, la trascendencia del arte. Que el lenguaje de algo que alguien ha creado te modifique, de la manera que sea, es una de las experiencias m¨¢s importantes que te puede pasar como ser humano, creo.
Y tambi¨¦n una de las m¨¢s especiales. No sucede a menudo. De hecho, sucede cada vez menos en tiempos de sobresaturaci¨®n informativa y en los que la espectacularidad y la b¨²squeda constante de dopamina nos insensibilizan y distancian de aquello creado por los dem¨¢s.
En los ¨²ltimos d¨ªas, Stephen King ha sido v¨ªctima de la ley 1069, y se han retirado varios de sus libros de las bibliotecas de escuelas p¨²blicas de Florida, entre ellos Carrie, It y La larga marcha. La ley, como informaba recientemente The Guardian, exige que cada junta de distrito escolar sea responsable del contenido de todos los materiales de instrucci¨®n u otros materiales utilizados en clases, bibliotecas o material de lectura. Lo fundamental es que la ley obliga a que se establezca un mecanismo para que los padres puedan objetar cualquier cosa que consideren pornogr¨¢fica o inapropiada. Define los libros sujetos a eliminaci¨®n como aquellos que ¡°representan o describen conductas sexuales¡± o que son ¡°inapropiados para el nivel de grado y grupo de edad¡± de los estudiantes de la escuela. La horquilla de edad sobre la que se regulan los materiales escolares llega hasta los 18 a?os.
Resulta impactante comprobar que la ley se ha transformado en una lista de autores peligrosos, que recuerda a alguna famosa exposici¨®n calificada como Entartete Kunst o ¡°arte degenerado¡± de 1937. Como relataba la organizaci¨®n literaria Pen America en un comunicado, la mayor¨ªa de los libros eliminados son los que ¡°hablan sobre identidades LGBTQ+, que incluyen personas negras, que hablan sobre raza y racismo y que incluyen representaciones de experiencias sexuales en su interpretaci¨®n m¨¢s amplia¡±. Entre los libros eliminados se encuentran Por qui¨¦n doblan las campanas, de Ernest Hemingway; Ojos azules, de Toni Morrison, y Anna Karenina, de Le¨®n Tolst¨®i. El informe realizado por la organizaci¨®n detalla que algunas escuelas han vetado libros que incluyan la frase ¡°hacer el amor¡±, por ejemplo, sin considerar el contexto del libro en su conjunto.
La mayor¨ªa de aquellos que elaboran listas de libros ¡°peligrosos o pornogr¨¢ficos¡± intentan utilizar la ley de obscenidad y una ret¨®rica de terror social sobre la ¡°pornograf¨ªa en las escuelas¡± para justificar la prohibici¨®n de libros sobre violencia sexual y temas LGBTQ+. Tambi¨¦n se centran en particular en libros escritos por mujeres o personas trans, se oponen p¨²blicamente a la noci¨®n del racismo estructural y apelan al fantasma de la ¡°ideolog¨ªa woke¡±. En definitiva, rechazan un concepto de biblioteca p¨²blica diversa y plural.
La ley es un desprop¨®sito en su concepci¨®n, pero tambi¨¦n en su ejecuci¨®n. Permite que cualquier residente de Florida pueda vetar t¨ªtulos de las bibliotecas escolares si los considera pornogr¨¢ficos, obscenos o inadecuados. Tal y como explica el Miami Herald, el gobernador Ron DeSantis se apresur¨® a aprobar proyectos de ley mal redactados que no fueron examinados adecuadamente. O, quiz¨¢s, con una vaguedad intencionada. Los correos electr¨®nicos a los que accedi¨® ese peri¨®dico intercambiados entre abogados de distritos escolares y la Asociaci¨®n de Superintendentes Escolares de los distritos de Florida lo demuestran. El superindentente es una figura clave educativa, con poder administrativo, que media entre el consejo de educaci¨®n y la comunidad. Seg¨²n el estatuto de Florida, los bibliotecarios y educadores podr¨ªan afrontar cargos por delitos graves de tercer grado si ¡°a sabiendas¡± distribuyen contenido que sea perjudicial para los estudiantes, as¨ª que, algunos, aterrados, prefieren recurrir a la autocensura antes de enfrentarse a un posible juicio.
El resultado es que muchos de los materiales que ahora son atacados por su contenido sexual no est¨¢n siendo evaluados de acuerdo con la definici¨®n legal existente de obscenidad. En la prisa por etiquetar todo como obsceno, por ejemplo, el Diccionario elemental Merriam-Webster ha sido retirado de bibliotecas, a pesar de su evidente valor literario o educativo. Cualquier obra puede estar sujeta al veto.
Recordemos que Florida no es un caso aislado, ya que este tipo de iniciativas forman parte de una campa?a a nivel nacional. Durante los ¨²ltimos dos a?os y medio, se han registrado retiradas de libros en 42 Estados, en distritos tanto dem¨®cratas como republicanos. En los ¨²ltimos meses, en Utah se ha podido comprobar que puede haber versiones m¨¢s duras de este tipo de leyes que la que prevalece ahora en Florida. Utah es el ¨²nico Estado en el que ¡ªhasta ahora¡ª se exige la retirada de todos los ejemplares de un libro en absolutamente todas las escuelas p¨²blicas, y no usa el criterio por distritos. La mayor¨ªa de los libros vetados en Utah tienen en com¨²n las representaciones sobre sexo en cualquier ¨¢mbito y en su concepci¨®n m¨¢s amplia.
La Asociaci¨®n de Bibliotecas de Estados Unidos lleva a?os alertando del aumento de intento de censurar y prohibir la adquisici¨®n de ciertos libros en bibliotecas escolares y bibliotecas p¨²blicas. Como ya escrib¨ª, en su mayor¨ªa se trata de campa?as orquestadas por pol¨ªticos republicanos y grupos extremistas neofascistas, como los Proud Boys.
Pero ahora la campa?a se acelera. Las familias conservadoras parecen estar tomando esa idea de arte degenerado que mencionaba al inicio, ese Entartete Kunst que puso nombre a una exposici¨®n en M¨²nich en julio de 1937 y que acab¨® describiendo al arte moderno que fue despreciado y prohibido por los nazis.
De momento, varios grupos editoriales, incluidos Penguin Random House, Hachette, HarperCollins, Macmillan, Simon & Schuster y Sourcebooks, han iniciado una demanda judicial contra el Estado de Florida por considerar que las disposiciones de la ley son inconstitucionales y que atentan contra la libertad de expresi¨®n. Con esta acci¨®n judicial, se?alaron, buscan devolver la capacidad de docentes y bibliotecarios para evaluar los libros.
Mientras repaso la lista de t¨ªtulos, recuerdo a mi amiga escritora que descubri¨® la lectura gracias a Stephen King en una biblioteca p¨²blica con Carrie. Es la misma que recordaba la met¨¢fora de los higos en La campana de cristal, de Sylvia Plath, un libro prohibido desde los a?os setenta en Indiana por su lenguaje ¡°profano¡±. De aquel polvo, estos lodos.
Pienso en todo lo que no leer¨¢n, todo a lo que no estar¨¢n expuestos esos adolescentes, aquello que nos estremece, que nos marca, que nos hace mejores. Pienso en los que se?alan, en la idea del arte degenerado, esa idea en s¨ª inmoral, depravada, un espejo oscuro de todos esos fan¨¢ticos que ahora sacan su zarpa.
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