Vuela bajo
Nos pasamos la primera mitad de la vida deseando la novedad y el cambio para, si las cosas han ido bien, en la segunda ansiar justo lo contrario
La casa de mi abuela pol¨ªtica ¡ªl¨¢stima que nadie haya inventado un t¨¦rmino m¨¢s preciso y bello para esa relaci¨®n, para esas suegras sin lo malo de las suegras¡ª est¨¢ vac¨ªa durante casi todo el a?o: s¨®lo tiene inquilinos cuando, un par de semanas en verano y otro par en Navidad, la ocupamos nosotros. Pero siempre por estas fechas, al llegar, nos recibe el Bel¨¦n, que ella o la hija con la que vive se ocupan de colocar cuidadosamente.
Yo cre¨ªa que poner decoraci¨®n navide?a en una casa deshabitada era una rareza suya, pero hace unos d¨ªas observ¨¦ que en el sal¨®n de mi t¨ªa abuela, donde tampoco vive nadie porque ella y su marido est¨¢n en la residencia, tambi¨¦n estaba puesto el Bel¨¦n. No era el que sol¨ªan montar cuando yo era cr¨ªa, que podr¨ªa haber participado en alg¨²n concurso, sino una versi¨®n m¨¢s modesta. Pero el caso es que ah¨ª estaba.
La respuesta al fen¨®meno me la dio sin querer mi padre uno de estos d¨ªas, cuando le pregunt¨¦ por sus prop¨®sitos para el nuevo a?o y me respondi¨® que lo ¨²nico que quer¨ªa era que no pasara nada, que todo siguiera como hasta ahora. Y quiz¨¢ sea eso lo que buscan mi abuela pol¨ªtica y mi t¨ªa abuela montando belenes en sus hogares, que en realidad dejaron de serlo hace unos a?os para pasar a ser simplemente casas: la sensaci¨®n de que nada ha cambiado. Nos pasamos la primera mitad de la vida deseando la novedad y el cambio, pasar de preescolar a primaria y de la universidad al mercado laboral para, si las cosas han ido bien, en la segunda ansiar justo lo contrario: que todo siga igual. Que no haya enfermedades ni despidos ni p¨¦rdidas familiares. Que no haya sustos ni sobresaltos.
Otro fen¨®meno propio de la segunda mitad de la vida en lo que ata?e a los deseos es que ¡ªtambi¨¦n si todo ha ido bien¡ª pasan de ser individuales a colectivos, como el de mi padre. Porque ese ¡°que todo siga igual¡± engloba, adem¨¢s de la suya, la salud de mi abuelo y mis t¨ªos, que sus nietos sigan creciendo sanos y alegres, la carrera de mi hermano, mi trabajo.
Hace unos a?os, empez¨® un movimiento contra los deseos y prop¨®sitos de a?o nuevo en medios y redes, con un mont¨®n de expertos aconsej¨¢ndonos no hacerlos porque luego ven¨ªan las frustraciones, el gimnasio se quedaba pagado y el recetario de comida sana sin abrir. Pero si compar¨¢semos las listas de deseos de a?o nuevo de j¨®venes y viejos, las que se ponen en papel o las que se quedan en la cabeza digan lo que digan los expertos, seguramente podr¨ªamos llegar a unas cuantas conclusiones generacionales.
Como yo a¨²n estoy en la primera mitad de la vida, en mi lista de prop¨®sitos para 2025 la mayor¨ªa son muy profanos, como perseverar en el gimnasio, pedir menos comida a domicilio o contestar m¨¢s y m¨¢s r¨¢pido los mensajes en WhatsApp, algo a priori contradictorio con otro de mis deseos: pasar menos tiempo con el m¨®vil. Hablamos mucho de no exponer a los ni?os a pantallas cuando muchas veces somos los padres los que no podemos separarnos de ellas.
Tambi¨¦n hay algunos menos prosaicos: agradecer lo que se me ha dado; tener presente, antes de hablar, que nada que no sea bueno, bello o verdadero merece ser dicho. O acordarme, como faro gu¨ªa, de esa canci¨®n de Facundo Cabral que dice ¡°por correr el hombre / no puede pensar / que ni ¨¦l mismo sabe para d¨®nde va. / Siga siendo ni?o y en paz dormir¨¢ / sin guerras ni m¨¢quinas de calcular. / Vuele bajo, porque abajo est¨¢ la verdad. / Esto es algo que los hombres / no aprenden jam¨¢s¡±. Les deseo un feliz a?o nuevo. Y que aprendamos a volar bajo.
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